Tres expertos coincidieron en que, por el momento, lo más probable es que Marcelo Ebrard permanezca en su puesto de Secretario de Relaciones Exteriores hasta que tenga que dejarlo en 2023 para dedicar de lleno todos sus esfuerzos a competir por su mayor ambición: la Presidencia de México.
Por Inés Amarelo
Ciudad de México, 12 ene (EFE).– La actividad diplomática desplegada por México durante los dos últimos años ha potenciado el protagonismo del Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que elevó su figura política como firme candidato a las elecciones presidenciales de 2024, según coinciden expertos consultados por EFE.
El Canciller Ebrard ya ocupaba un lugar preferente en el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador al comenzar el sexenio en diciembre de 2018, pero claramente su relevancia política dentro y fuera del país ha ido en aumento.
Bien sea recibiendo de madrugada en el aeropuerto cargamentos con vacunas, en las relaciones con Estados Unidos y Canadá o en la definición del nuevo papel de influencia en Latinoamérica, la presencia de Ebrard es permanente en una estrategia bien definida para convertirse después de López Obrador en el político mexicano de mayor popularidad.
«Marcelo Ebrard es un político muy hábil que ha logrado no sólo darle centralidad al papel de la SRE (Secretaría de Relaciones Exteriores) en el Gobierno de México, sino además controlar temas de política que tradicionalmente serían parte de otras secretarías», explicó en entrevista con EFE el politólogo Khemvirg Puente.
Según el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ebrard ha conseguido este protagonismo por su habilidad, experiencia, eficacia y su cercanía al Presidente, que ha ido, además, aumentando desde el inicio del sexenio.
Ambos se han mostrado cada vez más vinculados e incluso han protagonizado juntos eventos de gran importancia nacional e internacional.
López Obrador siempre ha mostrado escaso interés por la diplomacia y la política exterior porque defiende que «la mejor política exterior es la política interior», por lo que Ebrard ha ocupado ese enorme hueco.
«El Presidente fue renuente a salir de México y fue claro cuando dio más valor a la política interior. Las pocas veces (tres) que ha salido ha sido a Estados Unidos», mientras que Ebrard, además de cuidar la relación con los vecinos del norte, ha tratado de mirar a otros lugares como Latinoamérica o Europa, asegura Maribel Flores, directora de división de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey en Puebla.
Ebrard ha sabido, de esta manera, ganar un sólido reconocimiento internacional, pero también reforzar su figura política dentro de México.
EN LA DELANTERA DE LA CANDIDATURA PRESIDENCIAL
De esta forma, Ebrard ha aumentado el valor de su candidatura a las elecciones de 2024, como uno de los preferidos como candidato presidencial del izquierdista y gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
El pasado 5 de julio López Obrador dijo que «afortunadamente» había «relevo generacional» y puso como ejemplo a Ebrard y a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
También mencionó al Embajador mexicano ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente; al Embajador mexicano en Estados Unidos, Esteban Moctezuma; a la Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; y a la Secretaria de Energía, Rocío Nahle.
Sin embargo, en los últimos meses Sheinbaum y Ebrard han tomado la delantera como los principales aspirantes. En el caso de Sheinbaum por las claras demostraciones de apoyo de López Obrador y en el caso de Ebrard por el eficaz despliegue de una frenética actividad.
Ebrard, quien ya intentó ser candidato en 2012, confirmó en julio sus intenciones presidenciales a pesar de que muchos ven su imagen tocada por el accidente del mes de mayo de la Línea 12 del Metro capitalino, construida durante su mandato como Jefe de Gobierno (2006-2012), en el que murieron 26 personas.
ESTRATEGIA DEFINIDA
Gustavo Montiel, profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno en el Tecnológico de Monterrey, estima que Ebrard ha puesto en marcha una estrategia muy definida a partir de dos cuestiones.
La primera es que necesita no únicamente cumplir con las peticiones del Presidente, sino también protagonizar negociaciones con países, organizaciones internacionales y otros actores «que parezcan benéficos para el país y le permitan proyectarse».
En segundo lugar, según Montiel, Ebrard ha ocupado con habilidad el escaso interés de López Obrador por la política exterior defendiendo además las tesis izquierdistas de Morena en sus relaciones con Latinoamérica.
Y aunque la SRE no le permite «hacer política interna con facilidad», consideró Puente, el Canciller ha sabido capitalizar sus espacios y reforzar la actividad diplomática.
Un claro ejemplo ha sido esta semana la XXXIII Reunión de Embajadores y Cónsules de México, en la que López Obrador dejó ver un cambio de rumbo para pasar de concentrar la actividad exterior de su Gobierno en Estados Unidos a apostar por la integración diplomática de América y en concreto de Suramérica.
Flores comentó que «esta nueva agenda de protagonismo coincide con la perspectiva clara de Ebrard de ampliar las posibilidades de México más allá de una agenda con Estados Unidos».