Alejandro Páez Varela
27/06/2022 - 12:08 am
Híjole
En 2004, en 2010 y en 2016 ya había operaciones sofisticadas en las redes para atacar a López Obrador. En 2017 y 2018, para fortuna del entonces candidato de izquierda, había una Tatiana Clouthier en activo. Ahora no se ve que ni en Morena ni en el Gobierno federal haya un plan para contener las campañas de lodo que, sin duda, vendrán.
Crearon una cuenta falsa que simulaba ser la de SinEmbargo. Esa cuenta de Twitter es SinEmbargoMEX, en vez de SinEmbargoMX, que es la cuenta oficial del sitio y está verificada. Compartieron desde allí notas del sitio durante un tiempo y como se robaron la identidad, reunieron 7 mil personas que los siguieron, engañadas. Y luego, desde esa cuenta falsa atacaron al hijo menor del Presidente Andrés Manuel López Obrador. No les importó que fuera un menor de edad. Agazapados en el anonimato, de manera ruin y cobarde, intentaron denigrarlo.
Por supuesto que fueron exhibidos públicamente por el equipo de SinEmbargo. Ante las autoridades, difícil hacerlo al momento porque no hay forma. Avanzamos en domingo hasta donde pudimos. Dudo mucho que se muevan y den con los autores; que los desenmascaren con nombre y apellido; que todos podamos conocer sus rostros, y sobre todo sepamos bajo las órdenes de quién están. Y lo dudo porque cuando nos contactaron nos dijeron, literal, que buscáramos un abogado y presentáramos una denuncia en persona porque las que les llegan digitales “se pierden” o “hacen cola”. Imagínense.
Quizás si las autoridades correspondientes se hubieran movido habrían desenmascarado a quienes están detrás de la cuenta, no por esa cuenta en particular, sino para jalar el hilo que lleva a la verdadera madeja de una campaña que evidentemente no es solo contra un menor de edad, sino en contra del Presidente de México. Oportunidad, creo yo, perdida. Durante muchos años, Andrés Manuel López Obrador ha sido víctima de campañas de lodo para desacreditarlo o para obligarlo a responder; para quitarle tiempo o para confundir a los que no saben que una cuenta puede ser falsificada o que la información misma puede ser torcida para denigrar a uno o a varios.
En 2006, el candidato de la izquierda fue acosado hasta el cansancio con campañas pagadas con dinero cuyo origen apenas conocemos. Esos grupos dedicados a guerras sucias siguieron operando en total impunidad; se les permitió que en 2012 volvieran a la cargada y que en 2018 orquestaran una operación igual de sofisticada para destruir a López Obrador.
En su libro Juntos Hicimos Historia, Tatiana Clouthier vinculó directamente a grupos empresariales poderosos detrás de la guerra sucia. “El 1 de mayo, Andrés Manuel reveló que hubo una reunión de empresarios con Ricardo Anaya a fin de apuntalar el proyecto del panista. Nuestro candidato dijo tener información de que a dicha cita acudieron Alberto Bailleres, Claudio X. González Laporte, Germán Larrea Mota, Eduardo Tricio Haro y Alejandro Ramírez. En ese momento se desató una discusión por parte de la iniciativa privada en el sentido de que los empresarios tenían derecho a juntarse con quienes les diera la gana, algo totalmente cierto. A raíz de ello, empezó un forcejeo entre los hombres de negocios y Andrés Manuel, los dimes y diretes, y las críticas contra Morena”, empieza a narrar. Más adelante da detalles.
De hecho, Tatiana Clouthier denunció un “contragolpe del poder económico y del PRIAN” por dañar la imagen del candidato de izquierda. La coordinadora de la campaña presidencial en 2018 dedicó mucho tiempo en ubicar y luego denunciar a los que desde la oscuridad eran financiados para atacar a López Obrador. Y lo que hizo –evidenciar a periodistas, medios e incluso intelectuales– desbarató un plan sofisticado para hundir a quien hoy es Presidente de México.
Sin embargo, los esfuerzos por desenmascarar a los que juegan sucio terminaron en 2018. No existe alguien encargado de hacer lo que Tatiana hizo en su momento y fue muy efectivo: investigar, identificar y denunciar públicamente a los que operaron y operan desde la clandestinidad con cobardía y con mucho dinero para afectar la imagen de López Obrador y de quienes lo rodean.
Hay que recordar que para aquella campaña presidencial tan exitosa, Clouthier puso atención a cuentas de Facebook, Twitter y otras redes; investigó el origen de páginas en Internet y cuentas de Facebook desde donde se lanzaban ataques, mentiras e improperios. López Obrador salió airoso, por ejemplo, de aquella ridícula campaña que lo ligaba a financiamiento “desde Moscú” y pudo contener a los que simularon documentales con el único interés de hacerle daño.
En 2017-2018 hubo una acción coordinada en distintos frentes y en la que participaron muchas personas comprometidas con López Obrador. Lograron neutralizar noticias falsas, campañas de mentiras y de odio y acusaciones desde la clandestinidad. Pero siento que ese impulso, que en su momento saneó un poco las redes, se ha perdido. Y hoy cualquier imbécil puede atacar desde la oscuridad a un menor de edad, hijo del Presidente de México, y salirse con la suya.
La cuenta falsa que se creó para confundir y atacar, usando el nombre de SinEmbargo, podría ser, como digo, uno o varios individuos sin conexión con grupos de poder. O puede ser, como también digo, un hilo que lleve a una de las muchas madejas que seguramente habrá. Dudo mucho que nosotros, periodistas, con nuestros recursos, podamos dar con los rostros o con las redes si es que existen. Y es una lástima. Operan con descaro porque, híjole, se saben impunes. Atacan y hacen daño desde la clandestinidad porque no hay quien vaya por ellos. Y es lo mismo que otras formas de crimen organizado: si no se les contiene, avanza; y si avanzan porque logran su cometido, que es causar un daño, en este caso, al Presidente López Obrador.
Cuando el equipo de SinEmbargo denunció este domingo el robo de identidad y los ataques contra el hijo del Presidente López Obrador arrobó a dependencias que parecieron adormiladas. Un robot ofreció un número de teléfono en el que nadie contestó. ¿Qué más puede hacer un medio con pocos recursos que denunciar públicamente y luego buscar el respaldo de una autoridad? Lástima, porque al mismo tiempo que se denunciaba, esa cuenta seguía enviando mensajes de odio y atacando al hijo del Presidente. Híjole.
Eso me dice muchas cosas. Lo más importante: que no hay preparación ni sentido de urgencia entre las mismas autoridades de que se trata de mecanismos que hacen daño. Atacaban a un menor de edad, se les ponía en evidencia, y nadie respondió. Obvio que lo más seguro es que a la hora en que escribo este texto y al momento en el que usted me escucha o lo lee, los cobardes detrás de esas campañas ya borraron los metadatos, es decir, la información que permite identificar a alguien que ha cometido un delito.
El tema de fondo no es siquiera esa cuenta chafa. Se le ha denunciado por todos los medios y SinEmbargo hará uso de sus opciones legales. El tema de fondo es lo que se viene. Si analizamos patrones de años pasados, a estas alturas, a dos años de una elección presidencial, los equipos bien financiados que operaron campañas negras ya se habían agrupado. Toda la evidencia nos dice que en 2004, en 2010 y en 2016 ya había operaciones sofisticadas en las redes para atacar a López Obrador. En 2017 y 2018, para fortuna del entonces candidato de izquierda, había una Tatiana Clouthier en activo. Ahora no se ve que ni en Morena ni en el Gobierno federal haya un plan para contener las campañas de lodo que, sin duda, vendrán.
Para las presidenciales de 2024, desesperados porque las cosas no pintan bien, los poderes de facto (una élite empresarial, grupos mediáticos e intelectuales, los partidos agrupados por Claudio X. González) actuarán como uno solo y echarán la carne al asador para intentar sacar a la izquierda del poder. Sobrará quien financie grupos clandestinos para ensuciar las redes y atacar al Presidente, a su hijo menor de edad, a los otros hijos, a su esposa, a los precandidatos y candidatos de Morena. A todos. Sobrará quién aporte ideas y un domicilio. Para 2024 veo una campaña de lodo inédita desde la clandestinidad. Y desgraciadamente, híjole, no siento que la izquierda se esté preparando para eso.
Las campañas sucias sí hacen daño. Todavía en 2012 la gente fue a las urnas influenciada por aquella campaña perversa de 2006. En 2018, gracias a que se pusieron vivos desde la izquierda, se pudieron desactivar a tiempo los grupos que se habían organizado para atacar a AMLO. Pero siento que ya soltaron el hilo. Y aguas. En 2024 irán con todo, y además con odio y frustración: perdieron el poder territorial, perdieron el poder federal, perdieron presupuestos y fueron exhibidos, en estos años, como lo que son. Pero los poderes de facto, aunque sus partidos han perdido brillo, siguen moviendo hilos. Y tienen dinero a pasto y se sienten impunes. Y más vale que desde ahora sean ubicados y exhibidos. Como con AMLO: ya después es muy después; nunca es tarde, pero el daño que se hace dura en sacudirse si no se le contiene a tiempo.
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