Dolia Estévez
28/07/2020 - 12:05 am
Habla el alumno que confrontó a Videgaray: “Es verdaderamente increíble su cinismo y el de MIT…”
Alonso Espinosa Domínguez es el nombre del estudiante del MIT que increpó a Luis Videgaray.
«Su nombre completo es Alonso Espinosa Domínguez. Nació en Cuernavaca hace 22 años y en mayo pasado se graduó en Matemáticas», escribe la periodista Dolia Estévez en la siguiente entrevista con el estudiante del MIT que increpó a Luis Videgaray, exsecretario de Hacienda en el sexenio de Enrique Peña Nieto. «Alonso pertenece a una nueva generación de estudiantes contestatarios, heredera del idealismo de los movimientos estudiantiles de los sesenta y setenta que alza la voz contra la corrupción, el abuso del poder, los conflictos de interés, las componendas entre élites y la pretensión de legitimar ‘personas nefastas’”.
Washington, D.C, 28 de julio.– Encontré a Alonso, el irreverente estudiante que increpó a Luis Videgaray Caso. Lo hizo para “sacudir” conciencias y denunciar al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) por dar legitimidad a “criminales de guerra” y exfuncionarios “nefastos” como el hombre fuerte del sexenio de Enrique Peña Nieto. Su nombre completo es Alonso Espinosa Domínguez. Nació en Cuernavaca hace 22 años y en mayo pasado se graduó en Matemáticas, carrera que estudió gracias a programas federales de apoyo financiero para estudiantes talentosos que no pueden costear estudios superiores. “MIT es muy caro. De ninguna manera iba a poder pagar esa colegiatura”.
En el foro sobre Inteligencia Artificial en febrero, Espinosa Domínguez confrontó a Videgaray por su presunta implicación en los grandes escándalos de corrupción del sexenio pasado, desde Odebrecht y Emilio Lozoya hasta la malversación de fondos para las campañas priistas, Monex y Soriana. “Quería exhibir el legado de Videgaray en nuestro país”.
Pero el director del Proyecto Mundial sobre Políticas de Inteligencia Artificial (AI), que patrocinan la escuela de negocios Sloan y el Stephen A. Schwarzman College of Computing, no quiso responder. En lugar, invitó a Alonso a escuchar sus “preocupaciones” en privado (Starr Forum: From Principles to Implementation: The Challenge of AI Policy Around the World, 21/02/2020). Alonso no fue a verlo porque, a decir por su respuesta, “era obvio que no pretendía hablar sobre corrupción”.
En los cuatro años que pasó en MIT, Alonso no sólo estudió Matemáticas sino los orígenes del MIT y la simbiosis MIT- poderío militar-grandes corporaciones que permite el control de sectores completo del conocimiento, difuminando las fronteras que los separaban. “Estados Unidos empezó a financiar laboratorios en las instituciones académicas para ayudar en la II Guerra Mundial y después en todos los conflictos en los que entró por la guerra fría. En Vietnam, MIT tuvo un papel importante en investigaciones para el ejército estadounidense”.
Constatar cómo las universidades de élite están en venta al mejor postor—“criminales de guerra”, delincuentes sexuales convictos y filántropos multimillonarios de cuestionada trayectoria–acabó con la visión idílica que tenía de MIT al iniciar sus estudios a los 18 años. En 2019, Espinosa Domínguez ayudó a fundar “MIT Students Against War”, que se inauguró con la protesta contra la invitación a Henry Kissinger, cómplice en “múltiples atrocidades”, como orador principal en la inauguración del MIT College of Computing, creado con 350 millones de dólares de Stephen A. Schwarzman, CEO del fondo de capital Blackstone.
Schwarzman es un personaje clave para entender la conexión de MIT con México. Una semana antes de concluir el sexenio, Peña Nieto, léase Videgaray, otorgó el Orden del Águila Azteca a Schwarzman, “…por sus gestiones para facilitar importantes inversiones… en el sector energético y de infraestructura…” (Diario Oficial, 23/11/2018). Dichas inversiones, entre las que destaca el Proyecto Tierra Mojada en Guadalajara, se dieron en el marco de la Reforma Energética.
Pero quizá no fue esa la única razón. La relación entre Schwarzman y Videgaray pudo haber ayudado a aterrizar el cargo en MIT. Hoy Videgaray trabaja en la entidad fundada justamente con el dinero del condecorado con el Águila Azteca.
No sólo eso. Hace tres semanas, Schwarzman, cuya fortuna se acerca a los 20 mil millones de dólares según Forbes, se sentó a la derecha de Andrés Manuel López Obrador en la mesa principal en la cena en honor al presidente mexicano en la Casa Blanca. Los otros comensales: Trump, Carlos Slim, Salinas Pliego y Frederick Smith, CEO de Fedex. AMLO al lado del patrocinador de Videgaray. Ironías de los tiempos.
La insólita invitación a MIT del príncipe heredero de Arabia Saudita Mohammed bin Salman, un “criminal de guerra”, sirvió a Alonso corroborar la lógica del dinero en la que operan las universidades de élite. A cambio de donaciones multimillonarias, MIT legitimó la imagen del príncipe y su monarquía represiva en su gira por Estados Unidos en 2018. El asesino intelectual del periodista Jamal Ahmad Khashoggi fue agasajado como rey. En ese viaje, bin Salman ultimó con Trump la compra por 12.5 mil millones de dólares de armamento usado para masacrar civiles en la guerra en Yemen.
El escándalo en torno a la perversa relación de MIT con el depravado sexual Jeffrey Epstein, que se suicidó en prisión, fue otro abrir de ojos para Alonso. Epstein donó cientos de miles de dólares a Media Lab de MIT. MIT trató de controlar el daño a su reputación aceptando la renuncia del director, suspendiendo al profesor que visitó a Epstein en la cárcel y comisionando un estudio que “MIT Students Against War” denunció por no mencionar el daño material que MIT causó a las víctimas al darle credibilidad a un delincuente sexual.
Alonso se dijo sorprendido por la acogida al video con su pregunta a Videgaray que, pese a haber estado en YouTube por cinco meses, había pasado inadvertido hasta la semana pasada que lo abordé en mi artículo en SinEmbargo. “Ni sabía que la grabación se había puesto en YouTube. Fue una pregunta al final. Va a pasar desapercibida, pensé”. Hace diez días, el video tenía 130 visitas, hoy tiene más de 16 mil.
Tras su graduación, que no fue presencial, Alonso abrió una pausa. “Estoy trabajando en lo que pueda mientras decido qué hacer exactamente porque han cambiado bastante mis intereses durante mi tiempo en la escuela”. No fue fácil dar con él. No sólo porque hay varios con ese nombre, sino que, debido a la pandemia, el campus está cerrado y queda poca gente a la cual preguntar.
***
–¿Fuiste a ver a Videgaray?
–No, ir a su oficina a platicar con él no tiene mucho sentido y era obvio que no pretendía realmente abordar el tema por su respuesta en la conferencia. Obviamente, cuando hay diferencias de opinión es bueno hablar y discutir, pero aquí no estamos hablando de diferencias de opinión sino de un ex funcionario nefasto que está siendo legitimado por el prestigio de MIT.
–¿Asumiste que no iba a hablar sobre corrupción?
–Supuse que me iba a decir cosas muy vagas, como “quizá cometí errores, pero todo funcionario comete errores y yo hice todo lo que pude para mejorar el país”. Ese tipo de discurso. Tampoco había mucho tiempo pues poco después nos sacaron a todos del campus por la pandemia.
–¿Fuiste a escucharlo o a increparlo?
–Sabía que en ese evento lo iban a elogiar mucho y lo iban a presentar como un gran funcionario, un economista que aporta al tema sobre la ética de AI. Quería romper ese aire de erudición. Quería exhibir el legado de Videgaray en nuestro país y también exhibir el discurso que tienen dentro del Schwarzman College of Computing y que tiene Videgaray. En Estados Unidos, la gente por lo general no tiene la más remota idea de lo qué pasa en otros países, y por supuesto no tiene la más remota idea de lo que pasa en México. Llevaba tiempo tratando de exponer el cinismo de la publicidad de la retórica sobre ética.
–¿Qué te pareció la plática?
–Videgaray habló de ética y democracia, y sobre cómo estas tecnologías presentan ciertos problemas éticos y tenemos que procurar ponerles atención. Pero durante la campaña de Peña Nieto y durante su tiempo como Secretario de Hacienda estaban negociando fondos para las campañas del PRI, espiando a periodistas con intentos de hackear sus teléfonos con el programa Pegasus. Eso demuestra que la retórica es simplemente mercadotecnia para hacer quedar bien al MIT y al Schwarzman College of Computing. Es verdaderamente increíble el cinismo de estas personas, de Videgaray y del MIT por el nuevo College of Computing. Videgaray es un ejemplo más, además de Kissinger y Schwarzman.
–¿Te pusiste nervioso?
–Sí, un poco, porque sabía que en general el público veía a Videgaray con respeto. Hay ese ambiente de estar en presencia de alguien importante y hablando temas importantes. Con la pregunta quería sacudir ese aire de respetabilidad. Sabía que también estaban ahí muchos de sus aliados importantes dentro del Instituto. Personas que fueron sus mentores y asesores durante su doctorado en economía en MIT.
–Si llegara a ser implicado en el caso Lozoya, ¿cómo crees que reaccionaría MIT?
–Presiento que si no piden que lo detengan con fines de extradición y si no se vuelve escándalo en los medios de Estados Unidos, MIT buscaría quedarse callado y apoyar a su director del programa de AI.
(Hasta ahora, Videgaray no ha sido acusado oficialmente por la FGR en relación a la detención y extradición Emilio Lozoya).
–¿Cómo ve la comunidad de MIT a Videgaray?
–En los círculos en los que se desenvuelve y en el Schwarzman College of Computing, lo aprecian y respetan. A fin de cuenta, las políticas que impuso en México no se apartan de lo que enseñan en las escuelas de negocios y economía en Estados Unidos. No es casualidad que muchos de los funcionarios mexicanos hayan sido entrenados justamente en estas instituciones, el mentor de Videgaray, Pedro Aspe, también salió del MIT. Lo ven con respeto por la reforma energética y por las políticas que impulsó, que podrían llamarse neoliberales.
–¿Apoyas a AMLO?
–No, desde luego tampoco apoyo a ninguno de los otros partidos ni a las élites políticas mexicanas. Para mi gusto, Andrés Manuel no puede y no quiere romper con la élite empresarial mexicana. En la reunión con Trump trajo a toda la élite mexicana para hablar de cómo Trump respeta a México. Respeto a toda la gente que, cansada de la corrupción de los gobiernos del PRI y del PAN, votó por él. No dudo que Andrés Manuel tenga buenas intenciones, pero no creo que realmente sea posible, dado el balance de poderes que hay en México y en el mundo, llevar a cabo una verdadera transformación en la sociedad, en las instituciones gubernamentales y en la economía por la vía electoral. Pero por supuesto que creo que las grandes transformaciones a favor del pueblo son posibles. Simplemente creo que ellas sólo pueden surgir de movimientos populares bien organizados desde fuera del existente aparato de Estado, porque este no tiene manera de “independizarse” de los intereses de la actual élite económica y política.
–¿Como surgió “MIT Students Against War”?
–Justamente por la inauguración del MIT Schwarzman College of Computing, donde está trabajando Videgaray, que se creo con un donativo de Schwarzman, una persona nefasta que se ha enriquecido de la crisis de vivienda en Estados Unidos, y que su compañía Blackstone es una de las que está desforestando la selva amazónica.
–¿Sabías que el gobierno de Peña lo condecoró con el Águila Azteca?
–Qué cinismo.
–¿Fuiste líder del grupo estudiantil?
–Ayudé a fundarlo. Tuvimos manifestaciones de 200 a 300 personas, grandes en relación a las de años recientes. Quizá fue por el descontento con la invitación a Kissinger y la relación de Epstein con MIT. Con el coronavirus, se cerró la universidad. El caso Epstein y otros dejaron de ser noticia.
–¿Por qué escogiste estudiar en MIT dada las criticas que le haces?
–Cuando ingresé, no me quedaba claro todo ese tipo de cosas. En ese momento yo estaba enfocado en las Matemáticas y no tenía idea de que, en las instituciones de élite, porque no sólo es MIT, hay ciertas cosas no ideales, sus lazos con el complejo militar industrial, por ejemplo. No conocía tantos detalles. El papel que juega MIT en la lucha de Estados Unidos por mantener la hegemonía mundial (especialmente en el ámbito técnico-militar) y en las pugnas internas sobre cómo hacer eso.
–¿Qué hizo cambiar tu percepción?
–Lo que despertó mi interés por investigar lo que hace la universidad, fue cuando invitaron al príncipe saudí bin Salman, arquitecto de la guerra actual en Yemen, una guerra cuyas bombas son fabricadas en Estados Unidos. Apoyada por los Estados Unidos, Arabia Saudita ha creado quizá la más grande crisis humanitaria del mundo. Bombardean infraestructura eléctrica, bombardean funerales, autobuses escolares.
Cuando eso sucedió, me puse a estudiar y me di cuenta que en un documento público de 2017, MIT habla de defender un “orden político y económico mundial liderado por Estados Unidos”. Se refieren al imperialismo estadounidense.
–¿Por qué crees que Videgaray está en MIT y no en Wall Street donde pudiera cotizarse más alto?
–Más importante que el sueldo que pudiera estar percibiendo, es el prestigio y la legitimidad que le reditúa su nexo a una universidad considerada vaca sagrada de la investigación científica.
***
Alonso pertenece a una nueva generación de estudiantes contestatarios, heredera del idealismo de los movimientos estudiantiles de los sesenta y setenta, que alza la voz contra la corrupción, el abuso del poder, los conflictos de interés, las componendas entre élites y la pretensión de legitimar “personas nefastas”. Es una nueva generación que está cambiando las computadoras en el salón de clase por el altavoz en la plaza pública o el micrófono en la sala de conferencias. Jóvenes inconformes cada vez menos tolerantes ante la idea de que el status quo es inamovible.
Twitter: @DoliaEstevez
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