La experta señala que la gente bebe café por todo tipo de razones: como un estímulo cuando se sienten cansadas, porque sabe bien o simplemente porque es parte de su rutina diaria. Pero lo que no reconocemos es que las personas subconscientemente autorregulan los niveles seguros de cafeína en función de qué tan alta es su presión arterial, y esto probablemente sea el resultado de un mecanismo genético protector.
Madrid, 31 de mayo (EuropaPress).- Hay quien necesita tomar el café con toda su potencia de cafeína sin embargo hay quien prescinde de ella y apuesta por el descafeinado, o quien prefiere la espuma de un capuchino. Investigadores australianos han analizado el qué regula y decide cómo consumir café y han observado que la genética regula activamente la cantidad de café que bebemos y cómo lo bebemos, y que esta información dice más sobre su salud cardiovascular del consumidor de lo que se cree.
En un primer estudio mundial de 390 mil 435 personas, los investigadores de la Universidad de Australia del Sur encontraron evidencia genética causal de que la salud cardiovascular, como se refleja en la presión arterial y la frecuencia cardíaca, influye en el consumo de café.
El equipo descubrió que las personas con presión arterial alta, angina de pecho y arritmia eran propensas a beber menos café, café descafeinado o evitar el café por completo en comparación con aquellos sin tales síntomas, y que esto se basaba en la genética.
Espresso, latte or decaf? Genetic code drives your desire for coffee https://t.co/Tq4byPcK9p
— stefano68 (@stefano688) May 1, 2021
La investigadora principal y directora del Centro Australiano de Salud de Precisión de UniSA, la profesora Elina Hyppönen, cree que es un hallazgo positivo que muestra que la genética regula activamente la cantidad de café que bebemos y nos protege de consumir demasiado.
«La gente bebe café por todo tipo de razones: como un estímulo cuando se sienten cansadas, porque sabe bien o simplemente porque es parte de su rutina diaria. Pero lo que no reconocemos es que las personas subconscientemente autorregulan los niveles seguros de cafeína en función de qué tan alta es su presión arterial, y esto probablemente sea el resultado de un mecanismo genético protector», señala Hyppönen.
Esto no significa que alguien que bebe mucho café probablemente sea más tolerante genéticamente a la cafeína, en comparación con alguien que bebe muy poco. «Por el contrario, una persona que no bebe café, o alguien que bebe café descafeinado, es más propensa a los efectos adversos de la cafeína y más susceptible a la presión arterial alta» , advierte.
En Australia, uno de cada cuatro hombres y una de cada cinco mujeres sufren de presión arterial alta, y la afección es un factor de riesgo para muchas afecciones crónicas de salud, como derrames cerebrales, insuficiencia cardíaca y enfermedad renal crónica.
Utilizando datos del Biobanco del Reino Unido, los investigadores examinaron el consumo habitual de café de 390 mil 435 personas, comparándolo con los niveles iniciales de presión arterial sistólica y diastólica y la frecuencia cardíaca inicial. Las relaciones causales se determinaron mediante aleatorización mendeliana.
Por tanto, para Hyppönen la cantidad de café que se bebé probablemente es un indicador de la salud cardiovascular del que lo consume. «Ya sea que bebamos mucho café, un poco o evitemos la cafeína por completo, este estudio muestra que la genética está guiando nuestras decisiones para proteger nuestra salud cardiovascular», añade.
«Si su cuerpo le dice que no beba esa taza de café extra, probablemente haya una razón. Escuche a su cuerpo, está más en sintonía con su salud de lo que cree», concluye la investigadora.