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Gustavo De la Rosa

24/09/2021 - 12:05 am

Estos no soportan ni a Hidalgo

Hay confusión para escoger a nuestro padre fundador y a quienes le asistieron en la tarea de construir este país.

López Obrador Frente a Una Imagen De Hidalgo Foto Cuartoscuro

Uno de los problemas culturales más serios de los mexicanos es que no reconocemos la figura de los padres fundadores y hasta tenemos dificultad para definir cuándo se fundó la patria: para algunos México se fundó con el mítico hallazgo del águila en el nopal, para otros con la conquista definitiva de Cortés en 1521, y están aquellos que consideran el acto fundacional cuando se inició en serio la lucha por la independencia, el 16 de septiembre de 1810.

Actualmente, el esfuerzo de los mexicanos por separarse de la madre patria y formar una nación independiente continúa con altibajos, pues aún existen quienes sostienen y alzan la voz para reivindicar el 21 de septiembre como la fecha histórica de origen de nuestro país, y aplauden y rescatan la imagen de Iturbide como el libertador.

Hay confusión para escoger a nuestro padre fundador y a quienes le asistieron en la tarea de construir este país, ¿fue acaso Tizoc, Cortés, Hidalgo o Iturbide? ¿Debemos reivindicar la fundación de una República con los documentos históricos que la construyeron o reivindicar a la madre patria España y a su intento de establecer un imperio independiente a la manera del imperio brasileño?

Mientras en Estados Unidos ayuda reconocer como los padres fundadores a quienes redactaron la primera Constitución y lograron la independencia de Inglaterra (el mandato histórico de aquel puñado de hombres es un pilar para la interpretación de los hechos jurídicos, sociales y culturales), nosotros hemos vuelto a disputar sobre quiénes son nuestros padres fundadores y qué país queremos construir, ¿desde cuándo, desde dónde? ¿Cuál es el punto de partida?

Juraba que esta discusión se había terminado con mi primaria, a finales de la década de los cincuenta, y que los pro gachupines habían desaparecido después de que se implantaran contra su voluntad los libros de texto gratuitos; ni siquiera con Fox y Calderón surgieron con tanta fuerza las voces fantasmales reivindicadoras de Cortés y de Iturbide como lo han hecho en estos últimos meses.

Estos dos presidentes dedicaron su asignatura de Historia a destruir el respeto y admiración por nuestros héroes, lanzándose contra las vidas privadas de Morelos, Allende y, sobre todo, contra Juárez, pero no se atrevieron a proponer la sustitución de nuestros padres fundadores, aunque no los reconocen. Bastó que Andrés Manuel dijera, con todas sus letras, que Hidalgo es el padre de la patria, Juárez el constructor de la República y Madero el héroe de la democracia para que sus adversarios recordaran a los defensores de la Iglesia Católica del Siglo XIX y cruzaran el Atlántico para llegar, no al palacio de Miraflores ni a entrevistarse con Maximiliano, sino a verse con el dirigente del partido de derecha Vox, invitarlo a México, darle trato de estadista y empezar la ofensiva de nueva cuenta contra Cuauhtémoc, Hidalgo y Juárez (se la perdonan a Madero, porque algunos de sus familiares están en el partido más cercano a sus amores).

Y no son pocos quienes lo están haciendo; están convencidos de que los padres de la patria son Lucas Alamán, Iturbide, Santa Ana y el viejo Porfirio Díaz, y que, carentes de pensamiento, imitan a Miramón y Mejía y buscan del otro lado del océano las herramientas para destruir a Satanás, convertido en presidente de la República.

Mientras no reconozcamos los mexicanos a nuestros padres fundadores, no vamos a saber a ciencia cierta si queremos construir una República democrática federal, con poderes sexenales, levantada sobre los cimientos de la Constitución y del Estado de derecho y con la idea de que somos una patria y todos debemos contribuir a su sostenido desarrollo, sin corrupción y sin tanta desigualdad, o si lo que queremos es un imperio y buscar algún heredero de Iturbide para entregarle la corona, o tal vez intentar encontrar a algún heredero de Cortés.

Al menos de algo sí están convencidos, de que no van a ganar el poder a través de las elecciones en 2024 y que no les queda mucho tiempo para recuperar sus negocios.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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