Dos científicos de EU especifican los criterios que permitirían elegir el destino de un viaje espacial entre los variados agujeros negros supermasivos y así evitar la «espaguetización» del viajero.
Ciudad de México, 28 de febrero (RT).- Viajar con seguridad dentro de un agujero negro supermasivo es una misión posible para el ser humano, pero se requiere encontrar uno que sea lo suficientemente grande y esté completamente aislado, de manera que no se alimente de ningún material, sean gases o estrellas circundantes.
Así lo estiman dos profesores asistentes de Grinnell College (Iowa, EU), Leo Rodríguez y Shanshan Rodríguez, quienes admiten que se trata de «una trampa bastante complicada» porque quien llegue a cumplir ese viaje no podrá siquiera pensar en compartir alguna vez con el resto del mundo lo que allí vea o conozca.
«El horizonte de sucesos de un agujero negro es un punto sin retorno», recuerdan los autores en un artículo publicado el 1 de febrero en The Conversation. Todo lo que pase por allí «será engullido por el agujero negro y desaparecerá para siempre de nuestro universo conocido», algo que incluye tanto los posibles cuerpos como la información sobre eventuales hallazgos.
Sin embargo, la tarea más esencial sería sobrevivir al acercamiento al agujero negro, dado que la mayor amenaza proviene de la variable fuerza de atracción que este ejerce sobre las distintas partes de un mismo cuerpo, en lo que se conoce como efecto de «espaguetización». Una serie de cálculos matemáticos ayudó a los investigadores a plantear los criterios que debe satisfacer el punto de destino para que la muerte del viajero no sea inevitable.
El asunto clave es la distancia entre su centro y el horizonte de eventos o sucesos, o sea, el límite óptico dentro del cual el agujero negro absorbe toda la luz y no la deja salir. El radio de ese horizonte depende de la masa del propio agujero: si es de masa solar, habrá un radio de aproximadamente tres kilómetros entre su centro y su horizonte de eventos. En este caso, la atracción que ejerce podrá diferir hasta en un billón de veces entre la cabeza y los pies de una persona.
Si el hipotético individuo cayera sobre ese pequeño agujero con los pies por delante, el tirón gravitacional en sus extremidades inferiores, durante su paso por el horizonte de sucesos, sería enormemente mayor en comparación con el que experimentaría su cabeza. Así, la diferencia entre las fuerzas de atracción estirará el cuerpo humano hasta fragmentarlo o «espaguetizarlo».
Llamativamente, el agujero negro supermasivo que está al centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es mucho más apropiado para caerle encima manteniendo la integridad física. Tiene una masa de aproximadamente cuatro millones de soles y un horizonte de eventos con un radio de 11.7 millones de kilómetros, o 17 radios solares.
Aun así, no es eso suficiente para asegurarse la vida mientras dure la caída, puesto que los agujeros negros rodeados de polvo o de objetos celestes como estrellas y planetas suelen formar a partir de ese material sus discos de acreción, que son muy calientes y turbulentos. «Ciertamente, no son hospitalarios y harían que viajar al agujero negro sea extremadamente peligroso», afirman los investigadores. Por tales motivos recomiendan optar por un agujero negro supermasivo y aislado para poder adentrarse y estudiarlo desde dentro, teniendo siempre en cuenta que el viaje y los hallazgos se perderían definitivamente para el resto del universo.
Could a human enter a black hole to study it? A pedagogical article: https://t.co/vXSYozvXls
— Pascal Kwanten (@pascalkwanten) February 1, 2021