Enrique Peña Nieto, Presidente de México de 2012 a 2018, se irá con 132 de los 266 compromisos firmados ante Notario Público sin cumplir y sin explicaciones de por qué no los logró. En los primeros 18 meses de gestión, había entregado 4.5 por ciento y al completar dos años, había alcanzado el 4.8. Cuando llegó 2015, tenía el 10.52 por ciento. Un año después, 22.9 por ciento. En 2017, había cumplido el 38.35 por ciento. Hubo lentitud en los primeros años y acelere a partir de 2016. Aun así no alcanzó ni la mitad.
Este es el resultado de la observación de SinEmbargo durante el sexenio que está por expirar, apoyada en estudiosos académicos y solicitudes de información mediante el INAI. Es el último paisaje del país después del Gobierno del hombre cuya palabra clave fue “compromiso” (a través de la frase “Te lo firmo y te lo cumplo” que le sirvió como lema de campaña).
La lista de compromisos del Mandatario saliente incluyó la forma en que combatiría la corrupción, aminoraría la pobreza, impulsaría la economía, generaría empleo, promovería la Cultura, reorganizaría al Deporte y garantizaría seguridad en ese México despedazado que recibió tras seis años de guerra en contra del narcotráfico, de manos de su antecesor, Felipe Calderón Hinojosa. Pero resultó que los tiempos de Peña Nieto ofrecieron una cascada de escándalos de corrupción, superaron en homicidios dolosos al calderonismo y aumentaron el número de mexicanos en pobreza.
Repartidos en ámbitos, SinEmbargo publicará en los siguientes días los compromisos cumplidos e incumplidos de Enrique Peña Nieto, el Presidente con los peores índices de popularidad en la historia reciente.
Ciudad de México, 27 de agosto (SinEmbargo).- “Te lo firmo y te lo cumplo”. Asumida como lema de campaña, la frase pasó de ser una marca política a parte sustancial de la fórmula que usó Enrique Peña Nieto para ganar la Presidencia de México, en las elecciones de 2012. Repetidas una y otra vez, esas palabras se convirtieron en el corazón de decenas de spots que presentaron en la pantalla televisiva al político mexiquense como un personaje con palabra de honor; uno que no sólo ofrecía, sino que era capaz de estampar su firma ante Notario Público debajo de cada una de sus promesas.
Porque en México, prometer y no cumplir se había convertido en el gran lugar común de la clase política cuya credibilidad iba en declive aquel año de comicios. En los discursos, tanto de campaña como de toma de posesión de los últimos cinco Presidentes mexicanos se encuentran dos temas reincidentes: el combate a la corrupción y la disminución de la pobreza. Ninguno le hizo honor a su propia palabra empeñada. Peña Nieto, candidato por la coalición Compromiso por México, formada por el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista de México, también apareció para prometer como lo hicieron sus antecesores, pero a la acción le imprimió su toque personal: listó sus promesas y las notarió.
En los hechos, ello no agregó nada. En estos momentos, no hay ningún elemento legal que obligue al Presidente a entregar lo comprometido ante los electores. De acuerdo con el Colegio del Notariado Mexicano, un documento notariado es útil para varios fines, pero nada obliga a una persona firmante a que cumpla con determinadas promesas.
Con todo, ha llegado el momento de la última rendición de cuentas. Y la frase de «Te lo firmo y te lo cumplo» lo pone frente a sí mismo y frente a los gobernados. Enrique Peña Nieto se irá de la Administración Pública Federal con 132 de los 266 compromisos firmados sin cumplir y sin explicaciones de por qué no los logró. En otros números, sólo 49.6 por ciento de toda su oferta –menos de la mitad- no fue lograda. Este paisaje de escollos es el resultado de la observación de este diario digital, apoyado en las respuestas de académicos y una serie de solicitudes de información mediante el Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
Con el fin de conocer avances y en qué punto se encontraba la planeación del Gobierno, las promesas del político mexiquense fueron revisadas de manera periódica, una por una. En los primeros 18 meses de gestión, el Jefe del Ejecutivo había entregado 4.5 por ciento y al completar dos años, había alcanzado el 4.8. Cuando llegó 2015, tenía el 10.52 por ciento. Un año después, tenía 22.9 por ciento. En 2017, había cumplido el 38.35 por ciento; es decir, 102 de 266 promesas. Le faltaban 164. También se monitoreó el ritmo de cumplimiento. Hubo bastante lentitud en 2013 y 2014, y gran velocidad en 2015, 2016, 2017 y 2018. Aun con el frenesí de los últimos años, no lo logró. Para que esas 266 promesas pudieran ser realidad, Peña Nieto tendría que gobernar otra década y en la silla presidencial apenas si le quedan unos meses.
En este incumplimiento, no sólo quedaron pendientes las obras de infraestructura, los proyectos para recuperar la seguridad en el mapa mexicano o la construcción del sistema nacional anticorrupción. El Primer Mandatario saliente también perdió credibilidad y dejó de ser el gran personaje de la mercadotecnia política, aquel que tenía palabra de honor, el hombre telegénico que a punta de spots logró ganar las elecciones. El Gobierno que está a punto de expirar logró un récord histórico: el menor porcentaje de aprobación a su quehacer político de los últimos 30 años, según todas las encuestas.
Comparado con los sexenios de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000), Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012), Enrique Peña Nieto (2012-2018) pasará a la Historia como el Presidente de México con la peor evaluación, un nivel que en los meses más críticos llegó al 10 por ciento.
Es un resultado que no coincide con el gasto en encuestas que el propio Jefe del Ejecutivo ordenaba desde Los Pinos mientras gobernaba. Cada año, pidió 4.4 encuestas de 6 millones 979 mil pesos, cada una, en promedio, con lo que gastó por lo menos 153 millones 548 mil 59 pesos entre 2013 y 2017, según datos publicados en el Portal de Obligaciones y Transparencia (POT) y cotejados por la Unidad de Datos de SinEmbargo.
Además, Peña Nieto tuvo a sus propios encuestadores, un grupo de 14 personas, cuya nómina costará durante el sexenio 76 millones 266 mil 838 pesos. Es decir, Peña Nieto erogó por lo menos 229 millones 814 mil 897 pesos hasta 2017 en encuestas para sustentar su imagen ante los mexicanos.
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De manera sistemática, este observatorio detectó que la Transparencia, la Rendición de Cuentas y el combate a la Corrupción presentaron complicaciones que entorpecieron el resto de lo ofrecido. El compromiso número uno fue la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción. Pero en noviembre de 2014, la escena pública se ensombreció por las revelaciones periodísticas del equipo de Noticias MVS y The Wall Street Journal de propiedades adquiridas por él mismo y por quien fuera Secretario de Hacienda y a la postre, Canciller, Luis Videgaray Caso.
El Primer Mandatario se hizo de una casa de siete millones de dólares en la exclusiva colonia de las Lomas de Chapultepec y de otra en Ixtapan de la Sal, en el Estado de México. El Secretario compró otra en Malinalco, Estado de México. Las tres propiedades les fueron otorgadas mediante créditos blandos de los Grupos Higa y San Román, contratistas principales de la Administración federal.
Envuelto su Gobierno en el escándalo, el Presidente nombró como Secretario de la Función Pública a Virgilio Andrade Martínez, un cargo que se había mantenido acéfalo durante 26 meses. Una de las tareas del nuevo encargado de la Rendición de Cuentas fue investigar si el Presidente y el Secretario de Hacienda habían incurrido en conflicto de interés. En el preámbulo del Tercer Informe de Gobierno ya había resultados: ninguno de los funcionarios había incurrido en ningún ilícito.
El nombramiento de Virgilio Andrade y los resultados de la investigación del affair de la Casa Blanca y el impulso desde las Organizaciones no Gubernamentales de un nuevo Sistema Nacional Anticorrupción hundieron la creación de la comisión que Enrique Peña Nieto planteó al principio. De modo que el compromiso con el que se inició su lista, no se cumplió.
Mientras los escándalos recorrían la alta cúpula gubernamental, los mexicanos en condición de pobreza crecieron en número. La medición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo (Coneval) reveló que los mexicanos en esa circunstancia pasaron de 55.3 a 53.3.
Uno de los compromisos de Peña Nieto fue hacer más efectivo el programa Oportunidades, el cual cambió de nombre a Progresa en 2014, durante el Segundo Informe de Gobierno. Pero, como ha ocurrido en la Historia de México, el cambio de nombre no dio resultado. El ritmo de crecimiento del problema aumentó de 250 mil personas en 2012 a un millón por año.
Otro ámbito con complicaciones es el de la Infraestructura. El grueso de puntos comprometidos le corresponde a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la dependencia más castigada por el ajuste al gasto público de 124.3 millones de pesos con que reaccionó en 2015 el Gobierno mexicano al entorno internacional y frente a su propia desaceleración económica. Una de las dependencias más afectadas por los recortes fue la SCT, a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, en la que justo se concentra el mayor número de las promesas pronunciadas en campaña: 156, de las cuales 92 están cumplidas.
En julio de 2017, la SCT, bajo la gestión de Gerardo Ruiz Esparza, abrió un socavón de sospechas y críticas y contribuyó con la falta de aceptación que de por sí tenía el Gobierno. Y es que la Administración sí tenía un logro: el Paso Exprés que unía a Cuernavaca con la Ciudad de México, una obra que estuvo a cargo de Aldesem (filial de Aldesa) y Epccor. Peña Nieto la inuguró en abril y tres meses después en ella se abrió un socavón de cinco metros de diámetro. Un padre y un hijo perdieron la vida al precipitarse en el agujero en el auto en el que viajaban. Nadie asumió la responsabilidad del deslave, ni las empresas ni el Gobierno. Así, ese gigantesco agujero se convirtió en el símbolo de los padecimientos del país.
Pero, ¿cómo reclamar los pendientes? La lista de compromisos y su grado de avance jamás fue publicada en la página oficial de datos abiertos del Gobierno federal. SinEmbargo preguntó cinco veces sobre cómo iban esos compromisos. En febrero de 2016, recibió una lista en la que sostenía que 80 de las 266 promesas habían sido cumpidas, pero no respondió cuál era la razón en general para retrasarse. La Presidencia entregó un documento en el que se lee que la presente Administración concluirá el 30 de noviembre y entonces, estarán listos los compromisos aunque admitió que fue candelado el compromiso 243 que implicaba la construcción del tren transpeninsular desde Mérida, Yucatán, hasta Puerto Venado, Quintana Roo debido al recorte presupuestal.
Los resultados del Gobierno de Enrique Peña Nieto no dejaron conforme a la Confederación Patronal Mexicana. El mayor organismo empresarial de México acusó al Primer Mandatario de haber incumplido el 60 por ciento de las promesas en diciembre de 2017 cuando faltaba un semestre para las elecciones presidenciales, las mayores por el número de cargos a elegir de la Historia de México.
Pero cinco meses después, el mismo Peña Nieto presentó otro paisaje y otros números. Dijo que el cinco por ciento de los 266 compromisos que firmó quedará sin cumplir, una cifra muy lejana a la que obtuvo SinEmbargo. En Baja California Sur, donde entregó la planta de tratamiento de aguas residuales de La Paz y la presa La Palma, justificó que los recortes presupuestales, derivados por la caída de los precios del petróleo, impidieron que pudiera cumplir con el ciento por ciento de los compromisos.
Y también dijo: “La gran mayoría de los compromisos quedarán cumplidos y lo que me parece relevante destacar es el cumplimiento de esos compromisos, porque no vaya a resultar que lo que se destaque es aquellos que eventualmente no terminen de cumplirse, cuando la gran mayoría, más del 95 por ciento de los compromisos quedarán debidamente cumplidos”.