Hace una semana, la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostró preocupación por aquellos países que superaron el primer pico del brote, pero que, tras haber suavizado las restricciones, ahora se enfrentan a nuevos picos y a la aceleración de los casos. El organismo no detalló a qué territorios se refiere, pero dejó claro que en varios países se están produciendo «aumentos peligrosos de los casos, y las salas de los hospitales se están llenando de nuevo».
Por Icíar Gutiérrez y Raúl Sánchez
Madrid, 22 de julio (ElDiario.es).– A medida que la pandemia se acelera en todo el mundo, el aumento de los contagios mantiene en vilo a varios países que parecían haber domado el coronavirus e inauguraron sus desescaladas hace semanas. Algunos de ellos han tenido que dar marcha a atrás y volver a introducir restricciones, a menudo a un nivel muy local, para evitar que los brotes vayan a más. La evolución, al igual que ha ocurrido durante toda la pandemia, es desigual: mientras países como China o Corea del Sur dan muestras de mantener a raya los nuevos repuntes en sus curvas, otros como Portugal dan señales de estabilizarse. En Japón y Australia, aunque el nivel de nuevas infecciones es muy inferior al de otros países golpeados, la trayectoria al alza se intensifica. En Israel ya se habla de una segunda ola peor que la primera. En España ya se registra el mayor número de casos semanales desde la desescalada, con más de 200 brotes activos.
Hace una semana, la OMS mostró preocupación por aquellos países que superaron el primer pico del brote, pero que, tras haber suavizado las restricciones, ahora se enfrentan a nuevos picos y a la aceleración de los casos. El organismo no detalló a qué territorios se refiere, pero dejó claro que en varios países se están produciendo «aumentos peligrosos de los casos, y las salas de los hospitales se están llenando de nuevo». A su juicio, muchos «están perdiendo los logros alcanzados, ya que no se aplican ni se siguen las medidas probadas para reducir el riesgo». En ElDiario.es hemos analizado la evolución de las curvas de varios países que han asistido a repuntes sostenidos con los datos que recopila la Universidad Johns Hopkins, que dependen en gran medida del volumen de pruebas practicadas a la población.
AUMENTOS PREOCUPANTES EN JAPÓN, AUSTRALIA E ISRAEL
Los casos de COVID-19 se mantienen en aumento en Japón, que logró aplanar su curva a mediados de abril. El foco más preocupante es Tokio, donde viven unas 14 millones de personas, que levantó el estado de emergencia a finales de mayo. La curva comenzó a remontar unas semanas después, a finales del mes de junio, registrando cifras que, aunque son bajas si se comparan con otros países, baten récords en la capital: en cuatro de los últimos siete días, la ciudad ha superado los 230 casos nuevos. Para encontrar datos comparables, hay que retroceder hasta las peores semanas abril. El 15 de julio, la gobernadora de la ciudad elevó su alerta al nivel «rojo», el más alto y describió la situación como «bastante severa». Ha pedido a los ciudadanos que se abstengan de viajar si no es necesario fuera de la capital en los próximos días y también que eviten frecuentar locales de ocio nocturno y restaurantes que hayan aplicado medidas de seguridad. Muchos casos han estado relacionados con barrios de vida nocturna, pero también con otros lugares como guarderías o residencias de mayores. A nivel nacional, el país asiático ha superado las mil muertes esta semana.
En Australia, los contagios se han disparado en el estado sureño de Victoria, y con ellos, la curva que muestra la evolución del virus en la isla, que se embarcó en una desescalada gradual y por territorios durante el mes de mayo. El país parecía tener el virus bajo control, con una gráfica de nuevos contagios que se mantuvo en niveles mínimos durante semanas –llegando a cifras de un solo dígito–, pero a finales de junio, emprendió de nuevo una trayectoria ascendente. Este martes, Victoria ha registrado su segunda peor cifra diaria de casos, 374 más. El aumento de los contagios ha obligado a las autoridades a decretar un segundo confinamiento hasta el 20 de agosto en la capital, Melbourne, que también es la segunda ciudad más poblada del país, con cinco millones de habitantes. La Justicia investiga la situación, con la vista puesta en los fallos de seguridad en los hoteles habilitados para la cuarentena obligatoria de los viajeros que llegan del exterior, considerado en algunos medios de comunicación el origen de los nuevos contagios.
Las autoridades en Israel reconocieron a principios de julio que el país se enfrentaba a «una segunda ola más grave y peligrosa que la primera», algo que ya se plasma en su curva de contagios diarios, con un segundo pico mucho más pronunciado que el primero. Si en los peores momentos de la primera fase del virus a principios de abril Israel tuvo un promedio semanal de 628 nuevos casos diarios, ahora esta cifra es de mil 624, más del doble. El 25 de mayo, tras haber reducido la transmisión, era de tan solo 13 nuevas infecciones. Los buenos resultados animaron a recuperar la normalidad entre finales de abril y principios de mayo, pero la evolución de la pandemia ha obligado este mes a reimponer restricciones. Las autoridades, no obstante, están dando algunos bandazos en la gestión, cambiando cada pocos días las medidas para evitar la propagación. Mientras los números siguen creciendo, el comité especial de coronavirus del Parlamento ha decidido anular la medida anunciada el pasado viernes por el Gobierno, que dictaminaba el cierre de restaurantes en el país, según informa EFE. No obstante, Israel está rozando una cifra temida, los 2 mil contagios diarios, que según el Ministro de Sanidad obligaría a imponer un nuevo cierre total del país.
REPUNTES DE PORTUGAL A MARRUECOS
En Portugal, sigue preocupando especialmente la situación en la región de Lisboa y el Valle del Tajo, donde desde hace más de un mes se concentra alrededor del 80 por ciento de las nuevas infecciones diarias. El vecino luso, con 10 millones de habitantes, logró aplanar su curva en abril y, con la sensación de haber hecho los deberes, comenzó a relajar las restricciones gradualmente el pasado 4 de mayo. La trayectoria de la gráfica de nuevos contagios había continuado en constante descenso hasta entonces. A mediados de mayo volvió a subir. Y desde entonces, durante junio y en plena reapertura al turismo, el país ha venido manteniendo con una media de más de 300 casos adicionales al día. En la actualidad, los nuevos contagios están descendiendo ligeramente, con este indicador en mínimos en dos meses, pero hay 206 brotes activos en el país, según la última información del Ministerio de Sanidad. La mayoría, 131, se encuentran en la región capitalina. Dentro de ella, permanecen vigentes restricciones para las zonas más afectadas: 19 «freguesías» –división municipal similar a una parroquia– mantienen la situación de calamidad y el «deber de recogimiento», por el que los ciudadanos solo deben salir de casa para actividades esenciales como trabajar o comprar, hasta finales de mes, restricciones que tuvieron que ser prolongadas, aunque las autoridades muestran cierto optimismo con la evolución del virus en la capital.
En Europa, hay otros países además de España que están viendo repuntes en sus curvas, como Bélgica o Países Bajos, con 198 y 117 casos nuevos de media en la última semana. En Rumanía, que en mayo reemplazó el estado de emergencia por uno de alerta –más suave–, esta cifra es de 742, muy por encima de los 160 contabilizados los primeros días de junio. En Bulgaria, el aumento es notable desde comienzos del mes pasado. La «V» en la gráfica también es claraen Croacia y Serbia, que junto a Montenegro se quedó la semana pasada fuera de la lista de apenas quince países a los que la UE decidió hace dos semanas reabrir su frontera exterior, al considerar que la situación epidemiológica en estos países se ha deteriorado. El Gobierno serbio tuvo que volver a imponer a principios de mes medidas restrictivas contra el nuevo avance de la COVID-19.
En Marruecos, la curva de nuevos contagios diarios se disparó a unos días del fin del estado de emergencia sanitaria, el 10 de julio, que tuvo que ser prorrogado, por cuarta vez, un mes más. Los positivos pasaron de menos de medio centenar al día, a finales de mayo, a cerca de 300, coincidiendo con los brotes detectados en dos empresas de envasado de fresas en Kenitra y Larache. Tánger ha sido también durante días un punto de preocupación para el país, por concentrar una buena fracción de las infecciones. Todo ello en plena desescalada, decretada a partir del 25 de junio, que dejó el país dividido en dos zonas según el número de casos y el peligro de propagación.
Tanto Irán como Arabia Saudí vieron también incrementos serios en sus curvas, aunque apenas habían logrado disminuir las infecciones diarias por debajo de los cuatro dígitos. La evolución en ambos países parece haberse estabilizado, aunque aún registran un volumen importante de casos diarios, por encima de los 2 mil. En Turquía, tras un aumento a mediados de junio, la trayectoria de la gráfica es ligeramente descendente, aunque aún notifica más de 900 positivos nuevos de media.
CHINA Y COREA DEL SUR MANTIENEN A RAYA EL VIRUS
El 11 de junio, las alarmas se encendieron por el primer caso de un nuevo brote de coronavirus relacionado en su mayoría con el principal mercado mayorista de Pekín tras casi dos meses sin contagios en la capital. Más de un mes después, las autoridades dicen que la situación está bajo control y, según sus cifras, la ciudad no ha registrado nuevas infecciones durante 14 días consecutivos hasta el domingo. Hasta el 5 de julio, se han confirmado 335 contagios, 231 de los cuales ya han sido dados de alta. El número es tan bajo que apenas se aprecia en la gráfica. Desde el 20 de este mes, Pekín ha bajado de 2 a 3 su nivel de respuesta de emergencia, que se elevó tras el estallido del brote. Se reabrirán parques, lugares turísticos, gimnasios, bibliotecas y museos, pero se limitará el número de visitantes al 50 por ciento de su capacidad.
En cuestión de días, las autoridades aceleraron una batería de medidas para frenar la propagación: se cancelaron vuelos de entrada y salida, se suspendieron las clases y se ordenaron confinamientos muy localizados mediante un sistema que designaba áreas de bajo, medio o alto riesgo de acuerdo con su situación epidémica. Las bloques de apartamentos y complejos residenciales en áreas consideradas de riesgo alto quedaron selladas: no se permitía que nadie saliera de ellas. Hasta el pasado 4 de julio, a todos los ciudadanos se les exigía un certificado con resultados negativos en la prueba de ácido nucleico para poder abandonar la urbe. También lanzaron una campaña en toda la ciudad para rastrear a quienes habían visitado el mercado con consultas puerta a puerta, llamadas telefónicas o redes sociales, recoge la agencia Xinhua. De acuerdo con las autoridades locales, más de 11 millones de residentes, aproximadamente la mitad de la población de la capital, se sometieron a pruebas de COVID-19 hasta el 6 de julio.
Las autoridades del gigante asiático, no obstante, siguen pendientes de la evolución de un nuevo brote detectado la semana pasada en la región noroccidental de Xinjiang. Hasta el momento, se han registrado 55 infecciones. la capital, Urumqi, ha puesto en marcha medidas de confinamiento, de suspensión de los transportes y ahora llevará a cabo estos pruebas a todos sus habitantes, un total de 3,5 millones, según ha informado la prensa oficial. Se trata del único foco activo estos días en China continental. En la región autónoma de Hong Kong temen una nueva ola de contagios que están empezando a afectar a grupos nuevos, como las residencias de mayores, los restaurantes o los taxistas. En las últimas dos semanas, la región ha registrado más de 500 casos, más de 400 de ellos locales. Los residentes han estado durante los últimos meses viviendo con restricciones reducidas y ahora han regresado algunas de ellas, como el uso obligatorio de mascarillas en el interior de los lugares públicos, o el cierre de bares, los karaokes y los gimnasios cierren nuevamente, así como los restaurantes durante la cena.
Corea del Sur lleva desde mayo lidiando con varios brotes de casos concentrados en su mayoría en el área metropolitana que envuelve a Seúl –donde vive la mitad de la población del país–, aparecidos en lugares como clubes nocturnos –en un inicio–, centros de trabajo o reuniones religiosas. Los contagios se convirtieron en un foco de preocupación para las autoridades, que endurecieron de nuevo algunas restricciones en la región capitalina para contener la propagación, y llegaron a hablar de «segunda ola» en esta zona, si se entendía tal «como una explosión de infecciones que tensa significativamente el sistema de atención médica», precisaron. El país asiático ha sido elogiado a nivel internacional por su respuesta integral al virus sin confinamiento estricto, con un sistema de pruebas y rastreo muy efectivo que logró aplanar la curva en los primeros meses.
Tras el resurgimiento del virus en mayo, la curva aumentó ligeramente y se ha mantenido relativamente baja en el país asiático, con un número de nuevos casos diarios reducido, con un máximo de 60, muy lejos de los más de 800 detectados a finales de febrero durante los inicios de la epidemia. En la actualidad, las infecciones locales parecen haber dado un respiro, aunque se siguen detectando brotes, como el registrado en los últimos días en una residencia de mayores al oeste de Seúl. El pasado domingo, las autoridades anunciaron que reabrirían esta semana museos, galerías y bibliotecas en el área metropolitana de la capital, a medida que el brote del virus parece estar desacelerándose.Ahora, una buena parte de la cifra diaria de contagios nuevos viene impulsada por los casos importados, que han sufrido incrementos de dos dígitos durante 26 días consecutivos. Recientemente, han aumentado por una serie de trabajadores que regresaron de Irak y los casos en buques de bandera rusa atracados al sureste del país. Entre las 2 mil 092 infecciones importadas que se han contabilizado, el 68 por ciento han sido ciudadanos surcoreanos, indica la agencia Yonhap.