La ruptura con lo conocido no tarda en aparecer en la vida de Anya cuando se encuentra con Emily, una fantasma de su edad que lleva más de noventa años en el fondo de un pozo, quien le ayuda en los exámenes y le da consejos para «ligar».
Anya logra hacer realidad muchos de sus sueños para descubrir que nada ni nadie son lo que parece y que su vida no es tan mediocre como pensaba.
Por Àngels S. Amorós
Ciudad de México, 5 de septiembre (Culturamas).- Las historias sobre adolescentes ansiosos de encajar y con problemas de identidad son un tema bastante frecuente en series de televisión y otras narrativas donde suele primar el humor. El fantasma de Anya, por el contrario, da una vuelta de tuerca a muchos de los estereotipos tan trillados y nos presenta en forma de cómic el encuentro de una adolescente con una fantasma de su edad que lleva más de noventa años muerta en el fondo de un pozo.
Aunque nos encontramos con los personajes de siempre: un guapo capitán de baloncesto con novia, un hermanito que le destroza sus cosas para hacerla feliz, el friki de la clase enamorado de ella hasta las trancas y una amiga con una lengua tan mordaz como con buen corazón… Pronto hay un giro.
Además, la madre de Anya ha luchado duramente para pagarle una escuela privada de poca monta y no consigue perder el acento ruso que tanto avergüenza a su hija. Los quilos de más que mortifican a Anya los considera síntoma de buena salud y le gustaría que su hija frecuentara la iglesia ortodoxa.
Sin embargo, la subversión, la ruptura con lo conocido no tarda en aparecer cuando Anya descubre las ventajas de trabar amistad con una fantasma llamada Emily que la ayuda en los exámenes y le da consejos para «ligar».
Gracias a su ayuda, Anya logra hacer realidad muchos de sus sueños para descubrir que nada ni nadie son lo que parece y que su vida no es tan mediocre como pensaba. Y, lo más importante, tiene que deshacerse de la fantasma cuanto antes porque muy pronto las palabras amables se convierten en amenazas:
«Me necesitas para ir a la escuela, vestirte y ligar con chicos, porque nunca lo pudiste hacer. Pero no voy a vivir tu vida por ti. Tuviste tu oportunidad y la estropeaste».
Todo sale a la luz en cuanto Anya experimenta lo más parecido a una pesadilla. Ni el guapo capitán de baloncesto es una joya. El friki tiene mucho más que aportar que la mayoría de chicos y chicas populares de su escuela. Y Siobhan, su mejor y única amiga, le cuenta lo que piensa de ella: “Puede que parezcas normal como todos los demás, pero no lo eres. En el fondo no“.
El proceso de crecimiento por el que pasa Anya es todo un reto a la maduración de golpe y el sentido crítico que supone ver la cara oculta de todo lo que soñaba con poseer o ser. Anya transita entre la apatía y la insatisfacción primera para terminar por aceptarse a ella misma y sentirse dichosa con todo lo que le rodea. Pero el camino no ha sido fácil.
Las imágenes realistas y muy expresivas en blanco y negro con toda la gama de grises refuerzan la oscuridad del libro. Un planteamiento totalmente nuevo y un tanto al límite de lo que supone desear cambiar a toda costa. Una incursión en el terror más sutil e inesperado que ha conseguido las mejores críticas. Entre ellas, las del autor de cómics y obras de fantasía y ciencia ficción Neil Gaiman, que la considera “Una obra maestra“.