La rapiña también estuvo presente en Ecatepec, empleados del Estado de México apartaron refrescos, bebidas energéticas, jugos y yogurt, que estaban preparados para los fieles y se quedaron con ellas. SinEmbargo realizó un recorrido por los puntos donde se colocaron las botellas de bebidas que fueron «confiscadas»; no obstante, ya no estaba.
Ecatepec de Morelos, 14 de frebrero (SinEmbargo).– A pesar de la fe y la buena voluntad de muchos asistentes al evento del Papa Francisco I en Ecatepec, Estado de México, la rapiña se hizo presente en este lugar. Desde la madrugada se inició con el hurto de refrescos y aguas embotelladas, pues en los accesos a El Caracol se prohibió la entrada con estos productos en envase de PET.
Inclusive, los auxiliares de chaleco rojo, que fueron empleados del Estado de México, apartaron refrescos, bebidas energéticas, jugos, yogurt, entre otros que no habían sido abiertos.
Cerca de las tres de la mañana, un grupo de señoras proveniente de Colima confrontó a estas personas por sacar provecho de la situación.
«No es justo, ni siquiera avisan, sólo le quitan a uno su botella y la tira. Ya después le dicen que puede poner el líquido en una bolsa de plástico», refirió una de las fieles.
El robo de cartones para dormir también estuvo presente. Una chica que vino de Monterrey, Nuevo León, y que llevaba más de 48 horas viajando, contó que mientras dormía, y sin que se diera cuenta, le quitaron su improvisada cama, por lo que tuvo que dormir espalda al suelo frío.
Ya por la tarde, luego del recorrido de más de 10 kilómetros que el Papa Francisco I realizó en Ecatepec, muchos de los voluntarios que formaron la valla humana se retiraron, no sin antes llevarse piezas de los adornos o arreglos florales que se colocaron en la Avenida Insurgentes, en Las Américas, la cual culmina el el predio llamado El Caracol, lugar donde el líder religioso ofició una misa.
SinEmbargo realizó un recorrido por los puntos donde se colocaron las botellas de bebidas que fueron «confiscadas»; no obstante, ya no estaba. Al mediodía un sujeto las vendía a ocho pesos; otro más, con la intención de ayudar, las estaba regalando a quien necesitara.
La basura fue un problema constante, a pesar que los vecinas de la colonia Las Américas colocaron letreros donde imploraban a los fieles colocar la basura en su lugar; sin embargo, no en todos los lugares había un bote. En la Avenida Insurgentes, por ejemplo, sólo se colocaron bolsas negras amarradas a los postes de las luminarias.
RIQUEZA, VANIDAD Y ORGULLO
El Papa Francisco condenó este día en su homilía, las tres tentaciones que “buscan degradar y degradarnos” como sociedad y, nuevamente, destacó el daño que la corrupción hace a las familias.
También invitó a los católicos mexicanos a estar en “primera línea”, a hacer un frente en favor de los que sufren, para que esta tierra “no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
“[La riqueza] es tener tener el pan a base del sudor del otro o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, sufrimiento. En una familia o una sociedad corrupta ése es el pan que se les da de comer a los propios hijos”, dijo Francisco ante miles de personas que lo escucharon.
Ayer, durante la recepción oficial en Palacio Nacional, ante el Presidente y la crema y nata de la clase política en México, el pontífice habló de los grandes problemas de México.
“Cada vez que buscamos el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”, dijo el Vicario de Cristo.
Y hoy repitió la dosis en Ecatepec, el municipio con la mayor población en el país [más de 1 millón 600 mil habitantes, de acuerdo con el reporte de 2014 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)], criticando la corrupción, el abuso de quienes aprovechan el esfuerzo de los demás y la vanidad y soberbia del poder.
En la homilía que inició a las 11:40 horas, luego de un recorrido donde cientos de miles lo vitorearon hasta llegar al predio de El Caracol, cercano a la Unidad Las Américas, Francisco I se refirió a la Cuaresma como un buen momento para quitarnos la ropa del cansancio, la apatía y le desconfianza. Dijo que “nuestro Padre es el Padre de una gran familia, pero no sabe generar y crear hijos únicos entre nosotros”.
“Es un Dios que sabe de bondad y hermandad. En cada uno de nosotros anida, vive, el sueño de Dios: somos hijos de Dios, es el sueño testimoniado por la sangre de mártires de ayer y de hoy”.
La Cuaresma, agregó, es un momento para recordar “cómo ese sueño se ve amenazado por el padre de la mentira, generando una sociedad de pocos y para pocos”.
“Cuántas veces hemos tenido que llorar y arrepentirnos por darnos cuenta que no hemos reconocido esa dignidad en otros… cuántas veces hemos sido ciegos para reconocer la dignidad propia y ajena”.
Francisco dijo que la Cuaresma es el tiempo para desenmascarar las tres tentaciones que sufrió Cristo, “tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad”.
Primero habló de la riqueza, el adueñarnos de bienes que han sido dispuestos para todos y utilizados tan sólo para unos. Después se refirió a la vanidad, que nos hace soberbios, “esa búsqueda de desprestigio a base de la descalificación continua y constante”. Finalmente habló de la tercera, “la peor tentación de todas”, la del orgullo “o sea ponerse en un plano de superioridad, del tipo que fuese, sintiendo que no comparte la común vida de los mortales”.
“Son tres tentaciones que buscan degradar al Evangelio”, insistió el Papa; “por ello vale la pena que nos preguntemos hasta dónde somos consientes de hasta dónde nos han afectado”.
“Vale la pena que nos preguntemos hasta dónde somos conscientes de estas tentaciones. Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, la vanidad y el orgullo están la fuente y la fuerza de la vida”, comentó.
“Hermanos y hermanas, con el demonio no se dialoga porque nos va a ganar siempre. Hemos optado por Jesús, pero sabemos que nos es fácil ser seducidos por el dinero la fama y el poder”, añadió.
Posteriormente, al dar su bendición a los feligreses, el Papa se refirió a Moisés: en el momento de la abundancia, no te olvides de tus orígenes, no te olvides de donde vienes. En este momento que podemos dar gracias a Dios, expuso, Moisés invita a su pueblo a ser memorioso, ennumerando las situaciones difíciles por las que ha tenido que pasar.
Tras citar al Papa Paulo VI, el Pontífice pidió hacer de México una tierra de oportunidad, una tierra que no tenga que llorar por sus niños y jóvenes.
Convocó a construir un México donde no se tenga que emigrar para buscar una vida mejor o se muera a manos de los “traficantes de la muerte”.
“Quiero invitarlos hoy a estar en primera línea, a primerear en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar. Donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar. Donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos. Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
Esta tierra, concluyó, tiene sabor Guadalupano, a la Virgen, a la siempre Madre que se nos adelantó en el amor.