No fue un padre que llevara a sus hijos al parque, que jugara con carritos de juguete y mucho menos que les cambiara pañales. No era, siquiera, un papá que pudiera mantener una conversación con ellos, hasta que estuvieran en edad de hablar de negocios. Siempre fue el proveedor, el empresario y ahora, es el Presidente de la nación más poderosa del mundo y hay millones de niños escuchándolo.
Ciudad de México, 21 de octubre (SinEmbargo).– «¿Qué tal si es un perdedor?», dijo Donald Trump a su entonces esposa Ivana mientras discutían cómo nombrar a su recién nacido. Era el 31 de diciembre de 1977 y el magnate, ahora Presidente de los Estados Unidos, dudaba en llamarlo igual que él, porque ¿qué tal si resultaba un loser?
Raising Trump, el nuevo libro de memorias de Ivana Zelníčková (quien conserva el apellido de su ex esposo) pretende ser una oda sobre la buena crianza que recibieron Donald jr., Ivanka y Eric, sin embargo, resulta en la expiación de las culpas del primer hijo del matrimonio, ante el trato de su padre, «lo más importante que aprenderás es que ya no podremos decir nada malo sobre Donald Jr. De verdad, suena como la peor infancia de la historia. Todo empieza con su padre resistiéndose a la idea de nombrar a su bebé como él, en caso de que su primogénito resultara ser un ‘perdedor'», escribe Gail Collins, columnista de The New York Times al respecto.
«Era un buen proveedor. Pero no el tipo de padre que tomaría una carriola e iría a Central Park o a jugar beisbol con ellos. Fue hasta que cumplieron 18 años que se pudo comunicar con ello, porque entonces pudo empezar a hablar de negocios. Antes, realmente no sabía cómo conversar con niños pequeños», escribe Ivana, quien estuvo casada con el millonario de 1977 a 1992.
«Yo creo que el crédito por criar a tan buenos chicos me pertenece. Estuve a cargo de su crianza antes del divorcio y tuve la custodia exclusiva después de la separación. Tomé las decisiones sobre su educación, actividades, viajes, cuidados y dinero. Cuando cada uno terminó la universidad, le dije a mi ex marido, ‘aquí está el producto terminado. Ahora es tu turno'», se lee en otro apartado.
Pero regresemos a Don Jr, según cuenta su propia madre, cuando era pequeño tuvo varios incidentes con sus niñeras. En una ocasión, el niño se rompió la pierna por culpa de la negligencia de su cuidadora; posteriormente, ya con su hermano Eric, encontró a su nana inconsciente en el sótano. La niñera había muerto.
«Esperen, hay más. Durante el infame divorcio, Papá mandó a un guardaespaldas de su oficina para traer a Junior, anunciando: ‘No lo vas a recuperar. Voy a criarlo yo mismo’. Ivana cuenta que respondió: ‘Ok, quédatelo. Tengo otros dos hijos que criar’. Un silencio y 10 minutos después, el guardaespaldas regresó al niño.
La ex esposa concluyó que era ‘una táctica para molestarme’. Sin embargo, por alguna razón, en ese momento Don Jr. dejó de hablar con su padre y terminó siendo enviado a un internado», escribe Collins en el NYT.
Después de varios años de cargar con el nombre de su padre a cuestas (quien siempre se distinguió por protagonizar las noticias más sensacionalistas de los periódicos), Don logró graduarse como economista y mudarse a Colorado, donde consiguió trabajo como bartender. Por supuesto, logró la desaprobación de su madre, quien lo ignoró por completo hasta que el joven se dio por vencido, regresó a Nueva York y se unió a la Trump Organization.
«¿Ven a lo que me refiero? Es un milagro que el hombre camine y se alimente. Nunca más lo volveré a atacar. Bueno, a excepción de la caza de elefantes», insiste la columnista.
NADA NUEVO POR AQUÍ
Sorprendentemente (o no), las revelaciones sobre las habilidades de Trump como padre no son algo nuevo, el propio POTUS (President of the United States) ha dejado pistas y declaraciones no sólo en entrevistas, también en sus propios libros.
En The Art of the Deal de 1987, Donald (o su escritor fantasma Tony Schwartz) escribió: «Los adoro a todos, pero nunca he sido bueno para jugar con muñecas y camiones de juguete. Ahora, sin embargo, Donny está comenzando a interesarse por los edificios, los bienes raíces y los deportes, y eso es genial».
Y bien, si no es un padre de los que juegan con muñecos, menos es uno que cambie pañales. En una entrevista con la revista Parenting, Melania Trump, su actual esposa y madre de su hijo más chico, Barron, aceptó que cada quien sabe sus funciones y su trabajo, es el de ser mamá. «Él está muy ocupado. Pasa tiempo de calidad con Barron. Tienen una hermosa relación de respeto y amor […] Juegan golf, pasan tiempo juntos, comen juntos y disfrutan el tiempo familiar. Él no cambia pañales y yo estoy completamente bien con eso. No es importante para mí. Todo se trata de lo que funciona para ti. Es muy importante conocer a la persona con la que estás y conocer nuestros roles. No quiero que él cambie los pañales o meta a la cama a Barron, yo amo cada minuto de eso».
Y vaya que conoce bien su rol, pues el mismo Trump afirmó lo dicho por su cónyuge en 2005, mientras Melania estaba embarazada, «no, yo no hago eso [cambiar pañales] Hay muchas mujeres por ahí que exigen que el marido actúe como la esposa», dijo Trump en el programa de radio Opie and Anthony.
PARA COMPRENDERLO, VE A SUS ANCESTROS
«Para principiantes, hay una cultura de la familia Trump de presionar despiadadamente cualquier ventaja, extender la verdad y presionas la envoltura legal y ética al máximo. El abuelo inmigrante alemán de Trump, que operaba restaurantes en la era Gold Rush de Seattle y el Yukón, amasó un nido ofreciendo a los mineros alcohol, comida y proximidad con las mujeres; su padre, aumentó en gran medida la fortuna de la familia mediante la explotación de agujeros en los subsidios del «New Deal» del gobierno, que aprovechó para construir viviendas de clase media en Brooklyn y Queens; y Trump, usó la pérdida de miles de millones de dólares prestado y cuatro bancarrotas corporativas para construir una marca global y evitar pagar impuestos sobre la renta personal durante casi dos décadas», escribe Gwenda Blair, en el prefacio de su libro The Trumps: Three Generations of Builders and a Presidential.
Y aunque en esencia, Trump conserva muy bien los valores familiares, ha añadido sus propios «adornos», por ejemplo, dice la autora, «tiene un cabello mucho más ridículo. Por años, éste ha sido una marca registrada altamente efectiva, una pizca de vanidad humanizada que lo hizo el millonario de la gente, en lugar de un magnate alejado y en la campaña electoral, su peinado lo convirtió en el centro perpetuo de atención. Al igual que los payasos tradicionales lo hacen con la nariz roja y grande, la esponjada y rubia mezcla de Trump daba la señal al público de que en cualquier momento podía hacer algo entretenido y que era permisible reír, incluso celebrar, si ocurría algún tipo de actividad antisocial», escribió Blair a finales de 2016.
LAS HIJAS DE PAPI
«¿Sabes quién es una de las grandes bellezas del mundo, de acuerdo con todos? Y yo ayudé a crearla. Ivanka. Mi hija mide 1.80 metros, tiene el mejor cuerpo. Hizo mucho dinero como modelo, una suma tremenda», dijo Donald Trump sobre la primera de sus hijas, en el show de radio de Howard Stern en 2003, cuando Ivanka tenía 22 años.
«Ella tiene una muy buena figura. Debo decir, que si Ivanka no fuera mi hija, estaría saliendo con ella», comentó el ahora Primer Mandatario entre risas y sorpresa de las entrevistadoras de The View, en 2006.
Para 2015, la revista Rolling Stone publicó una entrevista, en la que Trump remarcó las ideas que desde hace años tiene sobre su hija, «Qué belleza. Si yo no fuera felizmente casado y ya saben, su padre…»
Son sólo algunas de las frases sobre la primera de sus hijas. Pero también está Tiffany, actualmente de 24 años, producto del matrimonio de Trump con la modelo Marla Maples. Cuando la pequeña tenía apenas un año de edad, en 1994, sus padres fueron entrevistados en la televisión. El conductor del programa preguntó qué rasgos de él tenía la bebé y cuáles de Maples, a lo que el magnate contestó: «pienso que tiene mucho de Marla, es muy hermosa, tiene sus piernas, todavía no sabemos si tiene esta parte [dice, mientras acerca sus manos al pecho], pero el tiempo lo dirá».
Para noviembre de 2016, durante la transmisión del programa Fox and Friends, Donald Trump dijo sentirse muy orgulloso de sus hijos… de los primeros tres.
«Estoy muy orgulloso de mis hijos […] porque Don y Eric e Ivanka y, ya sabes, en menor medida porque apenas salió de la universidad, pero, Tiffany, también ha sido genial. Trabajan tan duro», pronunció en televisión en vivo.
Ivanka, actualmente de 35 años, creadora de una marca con su nombre, economista y vicepresidente de la oficina de Desarrollo y adquisición de bienes raíces de la enorme organización de su padre, escribió un libro publicado a inicios de este año, llamado Women Who Work (Mujeres que trabajan),
Un libro, según reseñas del NYT, inspirado en TED Talks y en frases de autoayuda que además, choca con las ideas expresadas por el padre de la autora en el libro The Art of the Comeback.
En un texto llamado «La increíble tristeza de leer Mujeres que trabajan de Ivanka Trump, después de leer las opiniones de su padre sobre las mujeres», Quartz, un sitio que pertenece al grupo de The Atlantic, analiza una contra otra, las frases escritas por Donald y su hija.
«Mi gran error con Ivana fue sacarla del rol de esposa y permitir llevar uno de mis casinos en Atlantic City, luego el Plaza Hotel […] Nunca volveré a darle a alguna esposa responsabilidades dentro de mis negocios. Ivana trabajó muy duro y aprecio su esfuerzo, pero pronto me di cuenta que estaba casado con una persona de negocios en lugar de con una esposa», escribió el Presidente estadounidense en 1997.
Ivanka, 20 años después, escribe «como la principal ejecutiva a cargo de la remodelación del Plaza, ella meticulosamente inspeccionaba cada centímetro del trabajo del día anterior, impecablemente vestida, con maquillaje y tacones de cuatro pulgadas, mientras yo corría por los pasillos y exploraba el hotel…. Era mi madre, femenina en una industria masculina, que primero encarnó y definió para mí lo que significaba ser una mujer multidimensional: una mujer que trabaja en todos los aspectos de su vida».
SER PADRE EN LA ERA TRUMP
Desafortunadamente para el pueblo estadounidense, en su rol como Presidente sus dichos no sólo recaen en la crianza de sus cinco hijos, si no que llegan a los oídos de millones de niños más.
En el libro How Do I Explain This to My Kids? Parenting in the Age of Trump, se compilan los testimonios de padres preocupados por cómo explicar a sus pequeños ciertos dichos y acciones de su ahora Presidente.
La idea inició con un comentario de Van Jones, consejero especial para empleos verdes, empresa e innovación en el Consejo de la Casa Blanca para Calidad Medioambiental, un día después de las elecciones en Estados Unidos, «Tú le dices a tus hijos: no seas un bully… no seas intolerante… haz tu tarea y prepárate. Y luego viene este resultado. Ahí tienes gente llevando a sus hijos a la cama esta noche y temiendo el desayuno del día siguiente, están preocupados de ‘¿cómo les explico estos a mis hijos?'».
En el libro participan la novelista Mira Jacob; el ganador del Pulitzer Viet Thanh Nguyen; Nicole Chung, blogger del NYT, entre otros, quienes cuentan en primera persona sus mejores esfuerzos para ser padres en medio de este clima.
En la segunda mitad del libro, la doctora Ava Siegler, especialista en aconsejar a los padres sobre cómo hablar con sus hijos de temas complicados, da una serie de tips para tocar temas como el racismo, homofobia, sexismo, bullying y las mentiras.
TRUMP PARA NIÑOS
Contrario a lo que se puede pensar, en Amazon se puede encontrar una amplia sección de libros infantiles con Donald Trump como protagonista.
«La bestiecita es llamada un Trump Americano. Su piel es de un color naranja brillante, su figura es rechoncha. Su piel es tan completa que podría envolverte. Sin embargo, sus manos están, tristemente, subdesarrolladas», se puede leer en la obra del comediante y escritor Michael Ian Black.
Matt Maley elaboró este libro satírico en el que retrata a Donald Trump como un pequeño bebé que se saltó la hora de la siesta y por ello, insulta a todos, usa lenguaje que lastima a otros y se comporta, bueno, como un bebé.
Luego de todo este recorrido, es fácil entender porqué la revista Rolling Stones se aventuró en agosto de 2016 a titular una de sus historias como: «Donald Trump Hates Babies: Why Bad Parents Make Bad Presidents«.