ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS
El penúltimo capítulo de la serie El libro de Boba Fett ya se encuentra disponible a través de Disney+; además reveló la conexión completa con la saga de George Lucas y los Skywalker’s.
MADRID, 2 de febrero (EuropaPress).- El tiempo transcurrido entre el final de la primera trilogía de Star Wars, que concluyó con la caída del Imperio en El retorno del Jedi, y el inicio de la última, que arrancó con El despertar de la Fuerza, es un periodo convulso y del que muy poco se sabía… hasta ahora. Precisamente, en esas tres décadas se ambientan tanto The Mandalorian como El libro de Boba Fett, que en su último capítulo ha ofrecido importantes revelaciones sobre qué fue de Luke Skywalker tras su vencer a Palpatine y cómo construyó, literal y figuradamente, su escuela jedi.
Y es que, a pesar de que la mayoría de los fans no esperaban ver a Baby Yoda, Luke Skywalker, R2-D2 o Ahsoka Tano hasta la tercera temporada de The Mandalorian, el sexto capítulo de Boba Fett junta a todos estos legendarios personajes. Así en este capítulo Din Djarin viaja hasta el lejano planeta en el que Luke entrena a Grogu para darle al pequeño su regalo que, tal y como dejó entrever en el episodio anterior, es una pequeña cota de malla hecha de beskar.
Ya allí, Mando encuentra a R2-D2 y mientras espera a Grogu y su maestro y observa cómo unos droides hormiga construyen un edificio de piedra, que será la futura escuela jedi de Skywalker (y que guarda muchas similitudes con el templo en el que Luke se refugió en sus años de exilio en Anch-to y que se vio en Los últimos Jedi) aparece en escena Ahsoka.
Tras una amigable conversación, la jedi le deja a claro a Mando que, si quiere, es libre de ver a Baby Yoda, pero que debe pensarlo bien antes de reencontrarse con él, ya que aferrarse al pasado podría ser negativo para el pequeño y para su entrenamiento.
LA DECISIÓN DE GROGU
Finalmente, y por mucho que le duela, Mando decide seguir el consejo de Tano y no ver a Grogu. Eso sí, le da la cota de malla a Ahsoka para que se la entregue a su pequeño amigo. Después, al final del capítulo, Luke y Grogu se encuentran ya dentro de la escuela -cuyo interior ya apareció en el flashback de Kylo Ren en Los últimos jedi– y el maestro pone en una disyuntiva a su proyecto de padawan. Una encrucijada que podría ser determinante no solo para su futuro, sino para el de toda la galaxia.
Skywalker le muestra el regalo que le ha enviado Mando y, junto a la cota de malla, coloca también otro legendario objeto, una reliquia jedi: la espada del maestro Yoda, de quien ya le ha hablado anteriormente. «Antes de agarrarlo tendrás que elegir. Esto es una espada láser, perteneció a mi profesor, el maestro Yoda y ahora te la ofrezco a ti», le dice Luke a Grogu.
«Solo puedes escoger una cosa. Si eliges la cota volverás con tu amigo el mandaloriano y cederás al vínculo que te une a tus seres queridos y abandonarás el camino del jedi. Pero si eliges la espada serás el primer alumno de la academia y te entrenaré para ser un gran jedi», le dice Luke a su aún proyecto de padawan al que advierte que «tardará muchos años en dominar los caminos de la Fuerza» y puede que no vuelvas a ver al Mandaloriano. «Porque lo que para ti es un suspiro… para otros es toda una vida», le explica Luke haciendo referencia a la enorme longevidad de la raza de Grogu (se estima que Yoda pudo morir teniendo unos 900 años).
En este punto, y aunque quedó fascinado por la visión de la espada láser, Grogu duda ya que el pequeño echa mucho de menos a Mando, que se ha convertido en algo así como su padre adoptivo. Pero Luke, siguiendo el código jedi, le prohíbe a Grogu tener vínculos emocionales profundos, lo que supone alejarse, puede que para siempre, de Din Djarin.
¿Será Grogu el primer alumno de la escuela jedi de Luke Skywalker? Parece que la resolución de esta pregunta llegará en el séptimo y último capítulo de El libro de Boba Fett, pero hay algunas pistas o indicios sobre la propia escuela que vale la pena recordar. En primer lugar, lo que no alberga discusión es que se trata de un intento fallido por parte de Luke de restaurar la orden jedi, ya que la escuela acaba en llamas y muchos de los alumnos asesinados por los Caballeros de Ren cuando Ben Solo (a.k.a. Kylo Ren) sucumbe al lado oscuro.
Un camino, hacia el lado oscuro de la Fuerza, que también transitó el padre de Luke Skywalker, Anakin (a.k.a. Darth Vader). Precisamente a él, al propio Anakin, dice Ahsoka Tano que le recuerda Grogu en el aparente desinterés que muestra Baby Yoda en algunos aspectos de su entrenamiento. ¿Un presagio de que Grogu también sucumbirá al lado oscuro?
LA FUERZA MÁS ALLÁ DE LOS JEDI Y LOS SITH
En todo caso, decida lo que decida Grogu, incluso si no se queda junto a Luke para completar su entrenamiento esto no significa que su relación con la Fuerza haya terminado. Algo que tanto The Mandalorian como El libro de Boba Fett han dejado muy claro es que la galaxia de Star Wars está poblada por todo tipo de pseudo-jedi que no necesariamente encajan en los estereotipos dogmáticos de la orden.
Ejemplos de ello son la propia Ahsoka, que renunció a la orden jedi al menos una vez, Ezra Bridger o Jacen Syndulla. Dentro de este grupo también podría entrar la hermana de Luke, Leia, que también abandonó su entrenamiento Jedi. Esencialmente, lo que confirman las historias de The Mandalorian y Boba Fett es que más personas tienen poderes de la Fuerza que las que han sido entrenadas formalmente como jedi, personas que simplemente nunca fueron educadas en los caminos de la Fuerza, pero que, sin embargo, son sensibles a ella.
Algo que viene a respaldar lo expuesto por Rian Johnson en la denostada por muchos fans (y aplaudida por otros muchos) escena final de Los últimos jedi. Una secuencia que nos llevó hasta uno de los establos de Canto Bight, la ciudad Casino a la Finn y Rose Tico acudieron para encontrar un hacker que les permitiera burlar el rastreo del Primer Orden a través del hiperespacio.
Es de noche y un hombre da voces a los niños esclavo que se encargan del mantenimiento de los colosales animales que corren en las carreras de esta suerte de Montecarlo galáctico. Uno de los niños coge una escoba y comienza a barrer… y ahí está la clave. Que no la coge, la lleva hasta su mano con un leve movimiento que recuerda a la Fuerza. Uno segundos después, el niño agarra esta escoba, y la sostiene como si de un sable de luz se tratara mientras mira hacia el cielo.
Una estrella (o una nave) deja su estela en el firmamento y la cámara se dirige hacia la mano del niño que lleva puesto el anillo con el emblema de la Alianza Rebelde que le regaló Rose Tico.
En este punto hay que insistir en las reflexiones que sobre la Fuerza fue desgranando Rian Johnson a lo largo de la película como, por ejemplo, que los padres de Rey no son nadie, es hija de unos humildes chatarreros. En su guión deja claro que la Fuerza no proviene de un linaje, como el de los Skywalker, sino que está presente en todo y en todos. Y, por tanto, va más allá incluso de los alumnos que Luke entrenó en su escuela Jedi…
Una democratización o socialización de la Fuerza ante la que muchos fans pusieron el grito en el cielo y que fue enmendada, casi en su totalidad, por J.J. Abrams en El ascenso de Skywalker, la decepcionante conclusión de la saga en la que volvió al elitismo, sacando a empujones hasta el otro lado del umbral de la Fuerza y convirtiéndolo en un lugar privilegiado solo destinado a los hijos de linajes escogidos. Otra vez. Como ya hizo Lucas con sus dichosos midiclorianos.