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Alejandro De la Garza

14/05/2022 - 12:03 am

El escorpión: un año en SinEmbargo

El escorpión celebra entonces su primer aniversario en SinEmbargo con un enorme agradecimiento para sus editores, lectores y, sobre todo, para sus críticos.

Hay Muchas Y Diversas Formas De Escribir Una Columna De Periodismo Cultural Foto Alejandro De La Garza

El sino del escorpión celebra un año de ocupar este espacio periodístico digital. Gracias a la generosidad y el interés del querido Alejandro Páez Varela, el alacrán ha publicado más de medio centenar de textos para hablar de feminismo, feminicidios y nuevas masculinidades; de cultura, vida cotidiana, ideología y algo de política; de periodismo, redes sociales y transmedia y, sobre todo, de literatura. Los comentarios han sido apreciados y agradecibles, en tanto las críticas han sido un estímulo valioso. En respuesta, el alacrán intentará explicitar algunas de las intenciones de su escritura.

No está de más recordar, como antecedente, la publicación de “El sino del escorpión”, durante sus primeros seis años, en el suplemento El Cultural (La Razón), antes de reptar hacia esta plataforma digital de tantas posibilidades. Tampoco puede obviarse el origen del título de esta columna, tomado de un breve relato del impar José Revueltas, una pequeña obra de arte, un registro de maestría en tres cuartillas de muy recomendable lectura y asequible en la red para cualquier lector interesado.

Hay muchas y diversas formas de escribir una columna de periodismo cultural. Hay quien domina un campo, un área de ese conocimiento y da lecciones, informa, ilustra al lector con sus saberes. Hay quienes desde una postura academicista irrefutable imponen al lector sus documentados y especializados puntos de vista. Es decir, hay quien escribe para orientar a la opinión pública hacia sus ideas. Pero esto tiene una impronta vertical, unilateral, jerárquica, tal como fue durante años el discurso gubernamental, el de los medios masivos y el de los intelectuales y académicos hegemónicos. Todo antes de la democratización del conocimiento impulsada por la era digital: internet, redes sociales, Google, Wikipedia y más innovaciones que sustrajeron de las élites dominantes el control “aristocrático” o exclusivo del discurso académico y cultural.

Durante años, ese discurso impuso ideas dominantes tanto en lo económico y político como en lo cultural, artístico y literario. Las metas prefijadas, los esquemas rígidos, las recetas, e incluso la llamada “objetividad”, uniformaban opiniones y textos. Pero el alacrán ha buscado siempre, desde sus inicios en el periodismo y en la crítica literaria y cultural, la emoción de la escritura, “el placer del texto” (valga la cita Bartheana) y un discurso horizontal al cual invita al lector a entrar y salir cómoda, discutidora y democráticamente. Una escritura como los “ensayos de literatura cotidiana” desarrollados por José Joaquín Blanco en su clásico libro de crónicas de los años setenta, Función de medianoche (1981), donde se habla, tal una charla entre amigos, de la cultura y la literatura como algo vital y cercano a nosotros, algo que incluso nos ayuda a enfrentar la vida cotidiana con mejores herramientas emocionales y a vivir con mayor plenitud.

El arácnido escribe para indagar sus temas (la cultura, el feminismo, el periodismo digital, la literatura, la crítica) junto con el lector, con la emoción de ir descubriéndolos mediante el asedio y la aproximación. Escribir vale el viaje si provoca no tanto afianzar y fijar las ideas pensadas, sino cuando lleva al extravío a quien escribe. Algunos comentarios críticos le han señalado al venenoso su extravío en varios artículos en los cuales no parece llegar a ninguna conclusión, cuando en realidad el sino del escorpión es perderse, motivar la reflexión, la divagación y llegar más lejos.

Tanto mejor, entonces, si quien piensa y escribe vive un extravío real. Su necesidad de escribir no es ficticia, no es inventada, ni mera impostura intelectual articulada para reiterar lo ya sabido por todos y calculado con premeditación. Si quien piensa y escribe se embarca sin destino predeterminado, realmente busca, se arriesga, se expone, se arroja a la inmensidad. De ahí la emoción. El escorpión se niega a escribir sin emoción, pues si no hay emoción en su escritura, ésta tampoco emocionará al lector, quien dejará la lectura con un bostezo.

Le hablarán al arácnido de la escritura informativa y periodística, de los grandes maestros, de la vieja y la nueva guardia, así como de la escritura militante y panfletaria dirigida a impulsar a atacar tal o cual cusa. Al venenoso le parece necesaria esa escritura, pero no es la suya, pues aun cuando escribe de política, lo hace a ras de suelo, desde un punto de vista personal y con un impulso creativo individual.

“La mesa de trabajo es grande. Soy desordenado. Sé lo que quiero escribir, pero no sé lo que voy a escribir”, decía Luis Cardoza y Aragón. La riqueza está en el trayecto, los caminos laterales y alternos, en el constante desplazarse, en el ejercicio de una inteligencia en movimiento. La fijeza es el antídoto contra le emoción. El recorrido vale la plenitud del viaje. La meta, el arribo, la llegada, es el fin, la vuelta a la normalidad luego de la fugaz y extraordinaria visita al espacio de la escritura, del texto.

El escorpión celebra entonces su primer aniversario en SinEmbargo con un enorme agradecimiento para sus editores, lectores y, sobre todo, para sus críticos.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx
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