Greenpeace
08/02/2021 - 12:00 am
El consumismo en México: un acto de injusticia social y ambiental
Las ciudadanas y ciudadanos podemos ser consumidoras y consumidores responsables, es decir, personas consumidoras informadas, que conocen de dónde vienen y cómo se producen los productos que consumimos y a dónde van los desechos una vez que la vida útil del producto se acaba.
Por Viridiana Lázaro*
El modelo de producción y consumo masivo dominante, basado en la explotación de la naturaleza y de las personas, tiene como consecuencia un abatimiento de los bienes naturales así como la contaminación de ecosistemas y un aumento de las emisiones en la atmósfera que provocan el cambio climático.
En la actualidad, de acuerdo con el C40, el sobreconsumo es responsable del 60 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel global, lo que indica que todas las decisiones que tomamos día a día, tienen un impacto directo en el medio ambiente. Desde nuestra manera de vestir, alimentarnos, hasta cómo nos transportamos. Asimismo es relevante mencionar que la mayoría de la población vive en las ciudades y se espera que para los años venideros el porcentaje de la población viviendo en zonas urbanas aumente globalmente; pasando de un 55 por ciento al 68 por ciento para 2050. Por estas razones, es importante dirigir los esfuerzos a las ciudades, pues en éstas se sitúa mayormente el problema del sobreconsumo. Pero también, las zonas urbanas y sus habitantes cuentan con un gran potencial como agentes de cambio.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que el sobreconsumo se da de manera desigual, esto es debido a que está directamente relacionado con el ingreso económico de las personas, por lo que se puede decir que las personas con mayor ingresos económicos son las responsables del mayor impacto ambiental. A diferencia de las personas con menores ingresos económicos, quienes son las que sufren mayormente los estragos del cambio climático. Por lo que el sobreconsumo se torna en una acto de injusticia social y ambiental.
De acuerdo con el reporte El Consumismo en México y sus impactos en el Cambio Climático elaborado por Greenpeace México e ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, nos encontramos con diferencias abismales en la aportación del daño ambiental, de acuerdo a los ingresos económicos, que resultan muy abrumadoras. El 10 por ciento de las personas con mayor ingreso a nivel mundial es responsable de 25 a 43 por ciento del impacto ambiental; en contraste, el 10 por ciento con ingresos más bajos emite de 3 a 5 por ciento de dicho daño.
Esta situación requiere un cambio urgente de raíz en la manera en que se produce y consume para frenar la crisis ecológica, climática y de injusticia social que existe en la actualidad. Para ello es necesario realizar acciones contundentes para cambiar de rumbo radicalmente.
Para ello, es necesario que los tomadores y tomadoras de decisiones ayuden a crear las condiciones propicias en las ciudades para impulsar el comercio justo, el consumo responsable e incluso la agricultura urbana y periurbana, para que de esta manera las ciudadanas y ciudadanos podamos transitar a estilos de vida más sostenibles, bajos en carbono, que además promuevan la justicia social.
Esto implica que el consumo que se lleva a cabo principalmente en las ciudades adquiera nuevas características, que son: local, ecológico, justo, de temporada, respetuoso de los derechos humanos.
El consumo responsable y el comercio justo se presentan como valiosas alternativas porque incluyen las características antes mencionadas y resultan una gran oportunidad para relocalizar la economía, es decir, para poner al centro de la producción y el consumo la sostenibilidad de la vida. Optar por el consumo responsable y el comercio justo se trata de tomar una decisión política que exige y a su vez permite modificar y reorientar las formas insostenibles de producir y consumir.
Como ciudadanas y ciudadanos podemos buscar cambios en nuestros estilos de vida que nos permitan tener una mejor calidad de vida, gozar de salud y cuidar el ambiente. Las ciudadanas y ciudadanos podemos ser consumidoras y consumidores responsables, es decir, personas consumidoras informadas, que conocen de dónde vienen y cómo se producen los productos que consumimos y a dónde van los desechos una vez que la vida útil del producto se acaba. Al mismo tiempo tenemos el derecho de exigir cambios en nuestra localidad que permitan adquirir estos nuevos hábitos y transitar a estilos de vida más sostenibles. Tenemos el derecho de exigir cambios locales que tengan un impacto global.
Aquí mayor información sobre El Consumismo en México y sus impactos en el Cambio Climático y ¿cómo avanzar hacia el consumo responsable?
*Viridiana Lázaro es especialista en agricultura y cambio climático en Greenpeace México
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