¿En qué consiste la depresión? ¿cómo podemos ayudar a quienes la padecen? En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, expertos explican de qué va este trastorno que afecta varias esferas de la vida de quienes la sufren.
Madrid, 13 de enero (Europa Press).- Tal y como recuerdan desde el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, con motivo de la conmemoración este jueves del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, esta patología también presenta una sintomatología física, como la aparición de fatiga y/o falta de energía y dolores persistentes (digestivos y de cabeza, sobre todo).
Otros síntomas son los trastornos del sueño como insomnio, despertares frecuentes durante la noche, dormir durante muchas horas seguidas, dolores crónicos y otras enfermedades asociadas.
Así se recoge en una breve guía que ha editado la organización colegial para que la ciudadanía conozca de forma sencilla y ágil qué es la depresión. En ella, también recuerdan la existencia de síntomas psicológicos o emocionales, algo más conocidos. Por ejemplo, es frecuente que aparezcan sentimientos de tristeza, ansiedad, desesperanza, culpabilidad, inutilidad, baja autoestima, estrés, algún tipo de fobias y obsesiones.
En cuanto a las señales conductuales de la depresión, destacan la pérdida del apetito o apetito exacerbado, agitación, consumo de sustancias, intentos autolíticos, ideas o intentos de suicidio. Otros síntomas, relacionados con la cognición, son, por ejemplo, la dificultad para concentrarse, recordar cosas o mantener la atención, así como la sensación de pérdida de control.
A nivel social, la depresión puede manifestarse a través de la pérdida de interés en la realización de actividades que antes agradaban. Asimismo, puede darse también la pérdida por el interés en mantener relaciones sociales, así como disminución del apetito sexual.
Sin embargo, los psicólogos advierten de que, para diagnosticar este trastorno, deben estar presentes al menos cinco síntomas y por un periodo de unas dos semanas. Dos de ellos son un bajo estado de ánimo (deprimido) y la pérdida de interés o placer por las cosas.
Los otros síntomas más habituales son: una pérdida importante de peso sin hacer dieta o, por el contrario, aumento de peso; las mencionadas alteraciones en el estado del sueño, es decir, se detecta insomnio o hipersomnia casi todos los días; una agitación o retraso psicomotor casi todos los días y, por último, la fatiga y pérdida de energía casi todos los días.
También son habituales los sentimientos de inutilidad o culpabilidad excesiva, la alteración en la capacidad de concentrarse o en la toma de decisiones y los pensamientos de muerte recurrentes. De esta forma, los síntomas generan un elevado malestar significativo o deterioro en lo social, laboral y otras áreas.
Así las cosas, los episodios de depresión pueden variar mucho de una persona a otra en función de su historial, sus hábitos y su entorno. Asimismo, la presencia de enfermedades (como el cáncer, el Alzheimer, diabetes, afecciones al corazón, desórdenes hormonales, Parkinson u otros) pueden precipitar esta enfermedad; así como también otros trastornos mentales (abuso de sustancias, ansiedad y trastornos
CÓMO AYUDAR A LOS PACIENTES
Tal y como resaltan los expertos en la guía, «ser empáticos con las personas que padecen depresión es muy importante». «Que se sientan apoyadas, seguras, entendidas, no juzgadas por sus seres queridos. Esto ayudará a aliviar su malestar y sentimientos de soledad», han asegurado los expertos, para recordar que «un trastorno mental no es una elección».
En caso de que sea el caso de una persona cercana, los psicólogos recomiendan «mostrar nuestro apoyo incondicional». «La depresión es un trastorno que puede ser muy duro y el apoyo familiar y de los amigos es un gran aliado contra su lucha», expresan.
En este sentido, algunas de las frases que pueden ayudar son: «te entiendo», «estoy para apoyarte», «no estás solo», «Te vamos a apoyar» o «quiero escucharte», entre otras. De igual forma, también se recomienda ofrecer a la persona afectada una visión realista de las cosas, buscando otras perspectivas y alternativas, ya que es probable que tiendan a pensar de manera negativa.
En definitiva, los psicólogos apelan a «cuidar mucho el uso de las palabras con personas con depresión». «Es normal que queramos ‘salvar’ a nuestros seres queridos de dicho malestar, pero no siempre es bueno dar consejos ni ofrecer soluciones. Conviene entender que se trata de un trastorno muy limitante, y que la persona que lo padece no dispone de los recursos para tener una actitud más proactiva», explican.
Por ello, destacan algunas frases que no ayudan a las personas con depresión, tales como: «tú solo puedes», «sé fuerte», «tienes que hacer más cosas», «tienes que ser más positivo», ya que los pacientes no disponen de la voluntad o energía para hacerlo.
Otra forma de ayudar es atendiendo a posibles indicios de pensamientos autolíticos o conductas de riesgo de suicidio y procurar que esté la persona esté acompañada; así como pidiendo ayuda profesional para establecer un diagnóstico y tratamiento adecuados. «Suele tratarse con intervención psicológica y, en algunos casos, combinado con fármacos antidepresivos que regulan el estado de ánimo», afirman desde la organización colegial, para recordar que no se debe interrumpir ninguno de ambos tratamientos sin prescripción profesional.
LOS SEIS MITOS MÁS FRECUENTES SOBRE LA DEPRESIÓN
Además, el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid explica en su guía los seis mitos más frecuentes sobre la depresión, como que «estar deprimido es un sinónimo de estar triste». «Hay que entender que hay una diferencia significativa entre estar triste y sufrir depresión, ya que la tristeza es una emoción o síntoma, mientras que la depresión es un trastorno mental que engloba una serie de síntomas que afectan de manera considerable en la vida del paciente que la padece», definen los psicólogos.
Otro mito muy extendido es que la gente sin recursos es más propensa a sufrir depresión. Esto es falso porque este trastorno puede afectar a cualquier persona, de cualquier procedencia, nivel económico y en cualquier edad; sin embargo, si es cierto que las dificultades suelen estar en el acceso a los recursos adecuados para paliarla.
Otra falsa creencia es que la depresión es una cuestión de actitud o voluntad. «La depresión es el resultado de diversas interacciones complejas entre variables biológicas, sociales y psicológicas que incapacitan al paciente a llevar una vida normal, bloqueando sus capacidades y competencias para sobreponerse de manera voluntaria», recuerdan desde el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
La convicción social de que la depresión es para toda la vida también es falsa, pues la duración de un episodio depresivo puede variar en función de diversas variables, pudiendo durar meses o incluso años.
Tampoco es cierto que la depresión se pueda fingir. «Los criterios diagnósticos que encajan con un diagnóstico de depresión son muy difíciles de fingir, y no hay que olvidar el enorme sufrimiento que produce en la persona que la padece», se recoge en la guía.
También es falso que la depresión no requiera de un tratamiento, pues, para lograr una mejora en el paciente, es necesario un adecuado diagnóstico y tratamiento para mejorar el pronóstico y evolución.