Héctor L. Frisbie
12/05/2022 - 12:02 am
Cuba y las vacunas
«Mientras no estén disponibles los datos de la fase III clínica realizada en 48 mil voluntarios en provincias de la isla como Granma, Guantánamo y Santiago no será prudente utilizarlas y si se pretende hacer deberá someterse fases de investigación clínica como si fuera una nueva molécula».
En el año 2005 tuve la oportunidad de ir a La Habana, Cuba como delegado de la organización Panamericana de la salud al congreso de avances en medicina familiar. Durante una breve visita de cuatro días tuve la oportunidad de interactuar con doctoras y doctores egresados del sistema educativo de la isla. Fui gratamente sorprendido por el espíritu de servicio y entrega que ellos tenían para sus connacionales. Me sorprendió el respeto que le tenían al Comandante Fidel Castro con quien me senté en una mesa a discutir asuntos de salud pública. El Comandante gustaba de participar en este tipo de eventos al lado de su Secretario de Salud Balaguer, por cierto graduado en la escuela del Instituto Nacional de Salud Pública en Cuernavaca.
Tuve la oportunidad de conocer el sistema de policlínicas en La Habana Cuba, Siboney y otras ciudades. Aún cuando los recursos humanos, las personas trataban de reemplazar las carencias en material, instalaciones estudios de laboratorio y gabinete era evidente que el sistema de salud basado en el bienestar de la población no estaba pasando por su mejor momento.
También conocí el Centro de Investigación conocido como CIGB o Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. La calidad científica de sus investigadores y el respeto a la metodología científica era una norma en este centro de investigación. Desafortunadamente no solamente en su geografía pero también en su intercambio de conocimientos, descubrimientos, investigación y desarrollo Cuba permanece aislada del mundo y no comparte con frecuencia la información de sus investigaciones. Esto en el mundo de la ciencia genera desconfianza. El método científico ahora como un proceso globalizado requiere la revisión de pares en paneles internacionales que evalúan, vigilan y en ocasiones dan su aval o acreditación a un proceso de investigación que se juzga ético, viable y con potenciales beneficios para la población.
Decidir utilizar vacunas desarrolladas y creadas en el CIGB nos obliga a cuestionar o al menos a solicitar las evidencias documentales del proceso de investigación y desarrollo que les llevó a la elaboración de esta vacuna que con base en las cifras proporcionadas por el ministerio de salud de Cuba ha dado muy buenos resultados en población adulta y en población infantil con una efectividad por arriba del 90 por ciento y con efectos secundarios menores como con cualquier otra inmunización. No se reportaron efectos secundarios graves.
Mientras no estén disponibles los datos de la fase III clínica realizada en 48 mil voluntarios en provincias de la isla como Granma, Guantánamo y Santiago no será prudente utilizarlas y si se pretende hacer deberá someterse fases de investigación clínica como si fuera una nueva molécula.
Los poderes políticos, económicos, geopolíticos no son ajenos a las ciencia y el desarrollo de países con menor poder. Es importante que logremos integrar a todas las naciones a los procesos de investigación y desarrollo científico que atiendan solamente las necesidades de salud pública y no se distraigan con intereses políticos o económicos que no benefician y más bien le impiden a científicos calificados impactar positivamente la salud de las personas.
Estaremos pendientes esperando que al final las personas, las ciudadanas y ciudadanos comunes obtengan un beneficio y no sea un pleito más de fuerzas, de poder o ideología que ya hemos visto nada bueno traen en consecuencia.
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