Sin tener un boleto para viajar en alguno de los vuelos con destino a Cancún, Mérida, Guadalajara o Monterrey, cientos de mexiquenses aprovecharon el día feriado para abordar un Mexibús e ir a conocer las recién inauguradas instalaciones del Aeropuerto Internacional «Felipe Ángeles». Aunque dijeron sentirse emocionados y considerarlo «muy bonito», también identificaron que aún le faltan algunos detalles. Otros, por el contrario, manifestaron su rechazo a que les arrebate su agua.
–Con información de Romina Gándara
Zumpango, Estado de México, 21 de marzo (SinEmbargo).– En la explanada y alrededor del Edificio Terminal del Aeropuerto Internacional «Felipe Ángeles» (AIFA), inaugurado en este inicio de primavera, cientos de personas aprovecharon el día feriado por el Natalicio de Benito Juárez para turistear en sus instalaciones y convivir con militares, quienes cumplieron la misión de levantar esta magna obra en 863 días y noches seguidas.
A lo largo de sus 3 mil 700 hectáreas, familias, niños y jóvenes se tomaron fotografías con soldados o en las letras de colores de «México» con la Torre de Control de fondo, desde la cual esta mañana el Presidente Andrés Manuel López Obrador atestiguó el aterrizaje de un avión Volaris proveniente de Tijuana, Baja California, el cual fue bañado en chorros de agua como si fuera champán —mientras faltaba en algunos baños del edificio— en señal de júbilo.
«Todo está nuevo», dijo Gisela Hernández que arribó en Mexibús de San Juan Teotihuacan, Estado de México, después de tomarse una foto con militares armados en la explanada, lugar donde la gente caminaba como suele hacerlo en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México o en la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec. Se tardó dos horas y media en llegar.
«Me encanta ver a los soldados todos uniformados y con sus armas porque tienen muchas capacidades, saben mucho y [tienen] disciplina. En algún desastre son a los primeros que mandan a ayudar», comentó la mexiquense.
Con paraguas y sombreros, otros tantos caminaban alrededor de la Glorieta con la imponente estatua del General Felipe Ángeles, hidalguense revolucionario que dio nombre a esta Base Militar ahora ampliada —como lo ideó el ingeniero José María Riobóo que hoy recorrió como cualquier otro pasajero los pasillos del edificio terminal— a tres pistas civiles y comercial, cuyo principal objetivo es reducir el tráfico aéreo registrado en el Aeropuerto de la Ciudad de México.
Minutos antes, el Presidente había acudido a la Glorieta a develar una placa, como también lo hizo en el musicalizado evento de la piedra del Sol azteca ubicada en el área comercial del edificio terminal, donde por ahora sólo hay en función un par de locales como un Starbucks, una Hudson —tienda de recuerdos como calaveras coloridas, vasos tequileros y sombreros de mariachi— y, en espera de abrirse, las donas Krispy and Cream, por ejemplo. El resto de locales, algunos aún en obra negra, ofrecen rentarse.
«Quería conocer el aeropuerto. Se veían las cosas como malas, pero ya estando adentro se ven muy, muy bonitas», dijo Beatriz Hernández, habitante del municipio aledaño de Tecámac. «Me gustó mucho, se ve muy espacioso. Todavía les falta, pero yo pienso que va a quedar muy bien. Los invito a que vengan porque está hermoso».
Durante sus 29 meses de construcción, la obra federal fue blanco de una serie de señalamientos que posteriormente fueron desmentidos, como la supuesta inclinación de la Torre de Control o inundaciones falsas, así como críticas a las temáticas de los baños. Sin embargo, los visitantes dijeron sentirse impresionados de los sanitarios con temáticas como la de la cultura Maya, con un cielo pintado en el techo y selva en las paredes.
Mientras otros pasajeros documentaban su equipaje en la larga fila de la aerolínea estatal venezolana Conviasa, para su vuelo con destino a Caracas que despegaba a las 16 horas local —y que salió con dos horas de retraso—, a varios kilómetros los turistas locales conocían los vestigios de mamuts y demás restos paleontológicos resguardados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y ahora exhibidos en el Museo Paleontológico de Santa Lucía “Quinametzin”.
Cerca, otro cúmulo de entusiastas gozaba su día de asueto viendo trenes de la estación Santa Lucía o tomaban un refrigerio en la Centinela-plaza comercial.
Nancy García aseguró que esperó «con tantas ansias y tanto entusiasmo» ir a conocerlo. Hoy fue el día. Llegó en Mexibús desde Tecámac. «Vengan a visitarlo, está muy bonito y disfruten su viaje», comentó.
Muchos de los visitantes, como ella, no tomarían hoy un vuelo, pero sólo fueron a conocer las instalaciones a través del Mexibús, transporte que este día ofreció el servicio gratuito, aunque lució saturado.
«No podíamos subirnos en el Mexi porque había mucha gente», comentó Gisela, de Teotihuacan. El Mexibús, coincidió la señora Beatriz de Tecámac, «está muy saturado, pero yo pienso que es porque es el primer día. Es seguro y se para sólo en las estaciones».
A Laura Hernández, también del municipio de Tecámac, lo que más le agradó del nuevo aeropuerto internacional, ubicado muy cerca de su casa, es la arquitectura «bien distribuida» y las instalaciones le parecieron «preciosas».
«MUY BONITO, HACÍA FALTA»
Dentro del Edificio Terminal, a las 14 horas menos veinte, se observaba una larga fila en el mostrador de la aerolínea venezolana Conviasa, la única que hoy operó vuelos internacionales. Los pasajeros esperaban documentar sus maletas para el viaje hacia Caracas programado para las 16 horas local. Por la tarde, a las 13 horas, había aterrizado proveniente de la capital de Venezuela. En el mostrador de a lado, la aerolínea nacional Volaris celebraba con globos morados la inauguración.
Gabriela y su esposo, ambos venezolanos residentes en la Ciudad de México, se trasladaron en carro desde Interlomas al Aeropuerto Internacional «Felipe Ángeles» y se perdieron un poco. «Está complicada la llegada, no hay mucha señalización, pero llegamos», dijo entusiasta. También viajaba con su hija y su nieto.
«Una entra y se emociona viendo esto tan bello, significa el progreso para el país», afirmó la venezolana. «Muy bonito, hacía falta».
En el mismo piso, pero en mostradores aledaños, una familia esperaba documentar para viajar a Mérida, Yucatán, en la aerolínea Aeroméxico. Llegaron en carro desde la Alcaldía Iztacalco, al oriente de la Ciudad de México.
«Estuvo un poco retirado, pero toda la carretera está excelente», comentó María del Pilar. Ya dentro, sintió mucha emoción de conocerlo y ser de las primeras en estrenar sus instalaciones. «Muy bonito, excelente», enfatizó.
ESTRÉS HÍDRICO EN LA ZONA
El entusiasmo de los mexiquenses no es generalizado. El colectivo de los 12 pueblos de Tecámac aledaños a las instalaciones recordó este día que vecinos y organizaciones del norte de la Cuenca de México y del sur de Valle de Mezquital manifestaron que la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del Aeropuerto «minimizó» impactos y afectaciones ambientales —principalmente el estrés hídrico— en el territorios y regiones que «históricamente han sido invisibilizadas» y sobre las que brota una especulación de corredores industriales, proyectos inmobiliarios, conjuntos hoteleros y de servicios.
«En el marco de este ánimo triunfalista, el AIFA se inaugura violando su propia MIA, toda vez que el Gobierno Federal se comprometió a no agudizar el desequilibrio hídrico que padece el acuífero Cuautitlán-Pachuca y dejar sin agua a nuestros pueblos», planteó un comunicado publicado este lunes.
El mismo día de la inauguración, soldados comentaron a la prensa que no había agua en algunos de los baños cercanos al evento celebrado en el Sol Azteca del Edificio Terminal que cuenta con diez pisos.
El proyecto aeroportuario planea a través de un acueducto reimportar agua (contaminada) del acuífero del Valle del Mezquital, Hidalgo, a la altura de la refinería de Tula y una parte desembocaría al interior del AIFA. «Hoy no sólo no existe ningún proyecto de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), sino tampoco acueducto, ¿entonces, el agua de dónde la van a tomar?», cuestionaron.
Desde agosto de 2020, acusaron los pueblos, se presentaron autoridades de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) «en colusión» con gobiernos municipales y locales de Zumpango, Apaxco, Tequixquiac, Hueypoxtla y Tecámac para solicitar facilidades para la perforación de pozos hasta de 700 metros de profundidad para abastecer de agua potable al AIFA.
Pero se resistieron los pueblos del norte del acuífero del Valle del Mezquital, entre ellos, Zumpango, Tequixquiac, Apaxco, Hueypoxtla, quienes en julio de 2021 impidieron que se perforara uno de los primeros nueve pozos que se tenían programados únicamente entre los pueblos de Santa María Cuevas en Zumpango y Tlapanaloya, en el municipio de Tequixquiac.
Desde diciembre de 2021, el cerro de Chiconauhtla ha registrado actividades extractivas para alimentar la infraestructura del AIFA y sus obras asociadas. Este marzo, en vísperas de la inauguración, maquinaria acudió al pueblo de San Pablo Tecalco, con la intención de perforar un pozo para abastecer de agua potable al Aeropuerto, pero la comunidad lo rechazó.