Leer sobre el patriarcado es informarse. No es acabar con sus dictámenes antiguos y que cada vez más se golpean contra una realidad en donde la mujer dice: Hasta aquí, Esta soy yo. Estos libros, estos textos, nos aclaran la cabeza y nos hacen soñar con un 2019 mejor y mucho más justo.
Ciudad de México, 29 de diciembre (SinEmbargo).- En este año ha sonado muchísimo el discurso feminista y si bien no podemos saber un balance real verdadero, muchas de las cosas que antes se quedaban guardadas o en secreto, hoy cobran luz para poner al hombre, ese ser desorientado y sin el poder de antes, en el tapete.
Uno dice patriarcado, que es el reino de lo masculino, lo que dice el varón es lo que está bien, lo que establece la sociedad formada por un “jefe de familia” y todos los que están a su alrededor, el hombre como centro, pero no sabe exactamente cuándo se originó y hacia dónde va.
En ese sentido, el primer libro que se ha leído mucho sobre el tema es La creación del patriarcado, de Gerda Lerner (1920-2013). Es como una especie de manual que uno debería llevar en la bolsa en forma permanente.
Gerda Lerner dice: “Los hombres se apropiaban del producto de ese valor de cambio dado a las mujeres: el precio de la novia, el precio de venta y los niños. Puede perfectamente ser la primera acumulación de propiedad privada. La reducción a la esclavitud de las mujeres de tribus conquistadas no sólo se convirtió en un símbolo de estatus para los nobles y los guerreros, sino que realmente permitía a los conquistadores adquirir riquezas tangibles gracias a la venta o el comercio del producto del trabajo de las esclavas y su producto reproductivo: niños en esclavitud.”, dando un carácter histórico al patriarcado.
Aunque también aclara: “El sistema patriarcal solo puede funcionar gracias a la cooperación de las mujeres. Esta cooperación le viene avalada de varias maneras: la inculcación de los géneros; la privación de la enseñanza; la prohibición a las mujeres a que conozcan su propia historia; la división entre ellas al definir la “respetabilidad” y la “desviación” a partir de sus actividades sexuales; mediante la represión y la coerción total; por medio de la discriminación en el acceso a los recursos económicos y el poder político; y al recompensar con privilegios de clase a las mujeres que se conforman”.
Ave Barrera, la escritora que este año ha ganado el Premio Lipp La Brasserie 2018, por una novela que leeremos en 2019, da algunos libros que son orientación en el feminismo, como algo además que le ha hecho mella, en esta lucha que va más allá de la igualdad entre hombres y mujeres, en un país donde cada día nueve mujeres son asesinadas en México, según denunció la ONU Mujeres.
Ave se refiere al diálogo que establecieron en la FIL del Zócalo las feministas y pensadoras Silvia Federici y Silvia Rivera Cusicanqui.
“Mi querida Lola Horner me había platicado acerca de los planteamientos que hace Federici a partir de la caza de brujas, y de cómo el patriarcado ha declarado una verdadera guerra en contra de las mujeres, las ha relegado no solo al espacio doméstico sino a una forma de esclavitud asimilada como cosa normal. Escuchar a este par de grandes pronunciarse desde una perspectiva teórica y hermosamente argumentada acerca de los conflictos que nos atañen a nosotras, a nuestras abuelas, a nuestras madres, a nuestros pueblos y a nuestra especie fue tremendamente refrescante, vitamínico y estimulante”, dice Barrera.
De Silvia Federici (Parma, Italia, 1942), que tiene muchos libros, podemos citar dos que son los que vino a presentar a la FIL Zócalo.
El patriarcado del salario, una crítica al marxismo desde el feminismo: Marx entendió el capitalismo como una etapa necesaria para llegar a una sociedad sin clases en un mundo sin escasez. Fascinado por la potencia productiva del capitalismo industrial que tan ferozmente combatía, dejó de lado la explotación del trabajo no asalariado, el trabajo no pagado de las mujeres dedicado a la reproducción de la mano de obra; un trabajo que consideraba natural y arcaico. Estas dos limitaciones del trabajo teórico de Marx marcaron en enorme medida el desarrollo de las teorías y luchas marxistas, centradas desde entonces en la fábrica y casi siempre magnetizadas por el fetichismo tecnológico.
Silvia Federici y otras feministas de los ‘70, tomando a Marx pero siempre más allá de Marx, partieron de su idea de que «el capitalismo debe producir el más valioso medio de producción, el trabajador mismo». A fin de explotar esta producción se estableció el patriarcado del salario. La exclusión de las mujeres del salario otorga un inmenso poder de control y disciplina a los varones a la vez que invisibiliza su trabajo. Esta invisibilización no solo es útil para explotar el gigantesco ámbito de la reproducción de la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, y al igual que la desvalorización de otras muchas figuras (esclavos, colonizados, migrantes), sirve al capitalismo en su principal objetivo: construir un entramado de desigualdades en el cuerpo del proletariado mundial que le permita reproducirse.
Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, de Silvia Federici: “De la emancipación de la servidumbre a las herejías subversivas, un hilo rojo recorre la historia de la transición del feudalismo al capitalismo. Todavía hoy expurgado de la gran mayoría de los manuales de historia, la imposición de los poderes del Estado y el nacimiento de esa formación social que acabaría por tomar el nombre de capitalismo no se produjeron sin el recurso a la violencia extrema. La acumulación originaria exigió la derrota de los movimientos urbanos y campesinos, que normalmente bajo la forma de herejía religiosa reivindicaron y pusieron en práctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de riqueza. Su aniquilación abrió el camino a la formación del Estado moderno, la expropiación y cercado de las tierras comunes, la conquista y el expolio de América, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tomó a las mujeres como su principal objetivo. Al analizar la quema de brujas, Federici no sólo desentraña uno de los episodios más inefables de la historia moderna, sino el corazón de una poderosa dinámica de expropiación social dirigida sobre el cuerpo, los saberes y la reproducción de las mujeres. Esta obra es también el registro de unas voces imprevistas (las de los subalternos: Calibán y la bruja) que todavía hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua actualización de la violencia originaria. Silvia Federici es profesora en la Hofstra University de Nueva York. Militante feminista desde 1960, fue una de las principales animadoras de los debates internacionales sobre la condición y la remuneración del trabajo doméstico. Durante la década de 1980 trabajó varios años como profesora en Nigeria, donde fue testigo de la nueva oleada de ataques contra los bienes comunes. Ambas trayectorias confluyen en esta obra”, dice El traficante de sueños.
Silvia Rivera Cusicanqui es una socióloga, activista, teórica contemporánea e historiadora boliviana, nacida en La Paz en 1949. En la FIL Zócalo pudimos conocer el libro Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis, donde entre otras cosas dice que: “Dentro de nuestro pequeño mundo de la cocina se produce filosofía y se produce cuidado de la vida. Como nunca, creo que la crisis hoy alude a una crisis epistémica, a una crisis ética, de sentido. Ya no podemos hablar solo de una crisis económica, sino de significado, que nos hace descubrir cuan falsa pudo haber sido esa idea de que el capitalismo es humanista, progresista, que esa etapa es necesaria. ¡Todo eso quedó atrás! Porque el planeta está siendo destruido. Y en ese sentido, la ética del cuidado, de la reproducción, de la capacidad de solidarizarnos con hermanas y hermanos de comunidades indígenas en todo el mundo es algo que nos puede permitir valorar el sentido más abstracto, la propuesta más altamente filosófica de la lucha de las mujeres. Es decir que lo de las mujeres no es una cosa de mujeres, ni vamos a hablar de cosas de mujeres, sino que vamos a hablar de cosas del mundo, de cosas del planeta, de nuestras responsabilidades como especie humana”.
Ave Barrera habla también de La historia de todos mis kilos, de María del Mar Ramón, una nota que se hizo viral y que retrató como las mujeres nos hemos muerto de hambre, cómo hemos aprendido a odiar la comida y cómo siempre hemos tratado de cumplir con ese ideal de belleza instituido por los hombres.
“Si yo hubiera sido flaca esa señora no habría opinado sobre mi decisión de comer o no. Entiendo, no entonces pero sí después, que caer en esa categoría social del sobrepeso parece habilitar un diálogo en el que está bien que cualquier persona, hasta la señora de la tienda, cuestione un ejercicio tan íntimo y personal como comerse un arequipito. Se siente como perder poder y autonomía total sobre el cuerpo, como si el cuerpo propio fuera un bien público sobre el que todos pueden opinar”, dice María del Mar.
“Aprendo que la delgadez tiene un poder de impunidad, nadie te cuestiona si estás flaca. Nadie siente pena por lo que pudiste haber sido pero no eres, por tu belleza potencial, por esa cara tan linda y lo hermosa que serías con varios kilos menos, por la soledad a la que estás condenada de no adelgazar, por tu salud futura. El poder de la flacura implica libertad. Esa libertad tiene el costo de todos los panes, azúcares y harinas blancas de la tierra, pero no parece un precio caro a pagar”, prosigue. Una nota muy especial que ojalá decantara en un libro, para que todos los leamos con atención y sinceridad.
Ave Barrera, como tantos otros en la literatura, elogió la salida del libro La historia secreta del cuento mexicano (UANL), escrito por Liliana Pedroza, algo que cuestiona nuestro patriarcado literario y que nos ha hecho pensar que el canon hay que empezarlo desde cero.
“El catálogo de mujeres cuentistas, del que da testimonio el acucioso trabajo de investigación de Liliana Pedroza, resulta asombroso primero por dar cuenta la existencia de tantas buenas escritoras, pero todavía más por la ausencia, la borradura, de muchos de estos nombres en el canon literario pasado y no tan pasado. Lo bonito del trabajo de Liliana, es su intención de sumar, de descubrir nuevas voces, antes ignoradas, que enriquecen de forma importantísima y muy necesaria el panorama de la literatura mexicana”, dice Ave Barrera.
“De 2003 a 2005 realicé un viaje intermitente por los 31 estados del territorio mexicano. Sin saber que ése sería sólo el inicio de un largo periplo, mi propósito fue realizar una investigación de campo para la elaboración de un catálogo de cuento en México y sumar al trabajo de Luis Leal con su Bibliografía del cuento mexicano de 1958, de Emmanuel Carballo con Bibliografía del cuento mexicano del siglo XX de 1988 y de Russell M. Cluff con Panorama crítico-bibliográfico del cuento mexicano (1950-1995) de 1997. Sólo que mi búsqueda ponía el acento en dos aspectos: cuentos escritos por mujeres y ediciones de distribución limitada”, cuenta Liliana Pedroza.
Una visita de la que disfrutamos en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara fue de la italiana Dacia Maraini (Fiesoli, 1936), quien dejó un libro Pasos apresurados (Abismos Casa Editorial).
El libro nace de una serie de testimonios reales sobre el tema de la violencia contra las mujeres. El texto se compone por ocho historias de mujeres de diferentes países, con diferentes religiones y estilos de vida, que sin embargo comparten una triste realidad, la de ser víctimas de la violencia, a veces ciega y sin sentido.
“En general, podemos decir que el costo de la emancipación femenina es más agresividad masculina. Y a menudo son las parejas y los maridos los que golpean, en especial después de separaciones conflictivas”, dice Lily Gruber en el prefacio.
“Hay una aldea en Jordania donde, a diario, les pegan a las mujeres. Es normal que las apaleen, que las amarren a un poste en el establo o, si tienen bonito cabello largo, que lo corten a la fuerza. Bocas inútiles que alimentar, cuando al nacer no son asfixiadas con una zalea, las niñas sueñan con el matrimonio para recibir como regalo el primer par de zapatos. A los catorce años, Aisha cree que el chico guapo que vive enfrente será su esposo y se deja poseer. Luego el tipo desaparece y la deja embarazada. Rociada con gasolina y quemada por decisión de su familia, sobrevive gracias a la ayuda del único médico que tiene el valor de socorrerla: una mujer francesa. En lugar de dos ojos le quedan dos agujeros y la boca torcida, pero sigue viva”, cuenta Lily.
Ese es uno de los casos que Dacia cuenta en Pasos apresurados, donde también cuenta la violación sufrida por un acreedor de su hermano, una madre violada por unos soldados que parecían aliados, una mujer que se fue del Tibet, al ejército chino, la forzaron cinco militares y luego la apresaron por denunciar la violación de sus compañeros.
En estos días, varias entrevistas a Rita Segato (Buenos Aires, 1951) han puesto a su figura en las redes, más allá de Argentina, donde ha nacido y es bastante popular. “Basta de llanto. No queremos solamente consolar a una víctima que llora. El punto es cómo educamos a la sociedad para entender el problema de la violencia sexual como un problema político y no moral. Cómo mostramos el orden patriarcal, que es un orden político escondido por detrás de una moralidad. El problema es que está siendo mostrado en términos de moralidad. Y es insuficiente mostrarlo así por varias razones”, añadió.
Uno de sus libros, publicado en 2017, es La guerra contra las mujeres (Traficante de sueños): Las últimas décadas, periodo de neoliberalismo y de giro autoritario de las formas de gobierno, han venido igualmente marcadas por una creciente violencia contra las mujeres. Los asesinatos sistemáticos de Ciudad Juárez se han convertido en un ensayo a escala planetaria, desbordándose allí donde el Estado se ha descompuesto en sus tradicionales funciones soberanas. El capitalismo exacerbado, producto de una modernidad-colonialidad nunca superada, se descarga ahora en las nuevas guerras contra las mujeres, destruyendo la sociedad al tiempo que sus cuerpos. Comprender este nuevo giro violento del patriarcado, que Segato considera acertadamente la primera estructura de dominación en la historia de la humanidad, implica desplazarlo «del borde al centro». De acuerdo con la autora, sólo a partir de una revitalización de la comunidad y de una repolitización de lo doméstico será posible detener el femigenocidio hoy en marcha. Se juega en ello nada menos que el futuro de la humanidad.
Las últimas décadas, periodo de neoliberalismo y de giro autoritario de las formas de gobierno, han venido igualmente marcadas por una creciente violencia contra las mujeres. Los asesinatos sistemáticos de Ciudad Juárez se han convertido en un ensayo a escala planetaria, desbordándose allí donde el Estado se ha descompuesto en sus tradicionales funciones soberanas. El capitalismo exacerbado, producto de una modernidad-colonialidad nunca superada, se descarga ahora en las nuevas guerras contra las mujeres, destruyendo la sociedad al tiempo que sus cuerpos. Comprender este nuevo giro violento del patriarcado, que Segato considera acertadamente la primera estructura de dominación en la historia de la humanidad, implica desplazarlo “del borde al centro”. De acuerdo con la autora, sólo a partir de una revitalización de la comunidad y de una repolitización de lo doméstico será posible detener el femigenocidio hoy en marcha. Se juega en ello nada menos que el futuro de la humanidad.
Uno de los libros a finales de año es Tsunami (Sexto Piso) y está entre los más vendidos en las librerías. Se trata de un trabajo de la escritora Gabriela Jáuregui, quien ha dicho en entrevista con Puntos y Comas: “Sentía y era un diálogo que habíamos tenido un montón de veces con Diego y Eduardo Rabasa que hacía falta mujeres que hablaran del acoso, de la violencia de género y ellos fueron los que me dijeron que tenía que hacer algo. Voy a invitar a mujeres que leo y que admiro y vamos a darles el espacio y el tiempo, como la carta blanca de hacer lo que quisieran. No había un juego obligatorio, podría ser un cuento, una fábula, un ensayo personal, poema y buscaba yo a mujeres que vinieran de experiencia distintas, de lugares muy distintas. Todas trabajamos con la palabra, pero no todas somos escritoras con E mayúscula. Yasnaya es lingüista mixe, Daniela Rea es una gran periodista y Verónica Gerber es artista visual, así que hizo una pieza más visual, como que el chiste de la invitación era que ellas se sintieran con la libertad de hacer lo que quisieran”.
En el libro hay muchas mujeres que citan libros y pensadoras en torno al feminismo, entre ellas está Margo Glanz quien habla de Acoso ¿Denuncia legítima o victimización?, escrito por Marta Lamas y publicado recientemente (2018) por el Fondo de Cultura Económica.
Es un libro polémico, que ha levantado muchas críticas, entre ellas la de Nosotras, la Red mexicana de Feministas Diversas, quienes manifiestan su preocupación por el aumento de los casos de diferentes formas de violencia contra las mujeres en nuestro país. “En este sentido, y reconociendo nuestra pluralidad, condenamos las nuevas formas de justificación, normalización, naturalización y perpetuación de acoso, hostigamiento, violación sexual y feminicidios, que son legitimadas en el contenido del libro”, afirman.
Marta Lamas realiza una profunda reflexión ante la urgencia ética para enfrentar el acoso de las diferentes corrientes teóricas del feminismo, así como de las actitudes sociales en relación a éste. La autora busca, para ello, abrir el debate para definir aquellos actos que pueden ser considerados como acoso, de otros que no lo son y que encaminan, por otro lado, a la persecución y la difamación. En este proceso de crear una sociedad más justa e igualitaria, es necesario reflexionar críticamente entorno a aquellas prácticas que resultan emancipadoras, así como aquellas otras que son más bien, un tropiezo. Un tratado sobre el Me Too.