“Hay periodistas que no escuchan las respuestas porque están pensando en lo siguiente que van a preguntar; o porque están pegados a su mortecino cuestionario como moscas a un papel insecticida; o porque su ambición no es descubrir un poco más al personaje, sino quedar bien ellos, vencer dialécticamente al famoso, hacerse los listos”, asegura Rosa Montero en El arte de la entrevista: 40 años de preguntas y respuestas.
Por Asshta Martínez
Ciudad de México, 23 de mayo (Culturamas/SinEmbargo).– Entrevistar es todo un arte. Y Rosa Montero lo ha profesado como pocas. La escritora y periodista española acaba de publicar El arte de la entrevista: 40 años de preguntas y respuestas (Editorial Debate), donde recopila 28 de las muchas charlas mantenidas con todo tipo de personajes del momento y que publicó entre 1978 y 2013 —la mayor parte de ellas en el suplemento dominical de El País—.
Montero —que también anda promocionando ahora su última novela, Los tiempos del odio—, comenzó a publicar como periodista a los diecinueve años. Ha pasado varias décadas cultivando el arte del periodismo escrito —que, para ella, es un género literario y, como tal, puede llegar a alcanzar la excelencia— y hoy día sigue ejerciendo de columnista de El País.
Eso sí, la ganadora del Premio Nacional de las Letras 2017 se cansó hace un tiempo de hacer entrevistas —“lo he hecho en unas dos mil ocasiones y me parece que me he saturado”, confiesa en el libro— y ahora prefiere dedicarse a otras cosas. Aunque su gran experiencia le permite poder dar valiosos consejos a las (presentes y) futuras generaciones de periodistas.
Para empezar, la escritora asegura que lo más importante para hacer una buena entrevista es documentarse previamente mucho. Eso, y “tener una verdadera curiosidad por el personaje y por lo que tu interlocutor te va a decir”. Puede parecer obvio, pero en la práctica no lo es tanto. “Hay periodistas que no escuchan las respuestas porque están pensando en lo siguiente que van a preguntar; o porque están pegados a su mortecino cuestionario como moscas a un papel insecticida; o porque su ambición no es descubrir un poco más al personaje, sino quedar bien ellos, vencer dialécticamente al famoso, hacerse los listos”, asegura en el estupendo prólogo del libro.
También recuerda que hay que tener ambición literaria y que —en la medida de lo posible— hay que enfriar las emociones. Esto es, evitar dejarse llevar por simpatías o antipatías hacia el personaje. Aunque a veces resulte complicado. Montero, de 68 años, señala que algunos de sus entrevistados —como Paul McCartney— le sorprendieron gratamente. Pero que en cambio otros, como Margaret Thatcher —a quien entrevistó cuatro años después de que dejara el cargo de primera ministra—, le decepcionaron bastante. “Por entonces sólo tenía sesenta y nueve años, y fui allí convencida de que me iba a encontrar con una de las mejores cabezas del panorama político mundial […] No era una dama brillante, sino tozuda, y sus argumentos, demasiado simples, obvios y antiguos, no me parecieron a la altura de su vida y su pasado. […] Ahora, tanto tiempo después, he comprendido que Thatcher ya estaba manifestando los primeros síntomas del deterioro mental que la condujo a la demencia pocos años más tarde”, añade la escritora, que lamenta que hoy día se le dé menos espacio a las entrevistas, y que no haya espacio mental para las entrevistas de personalidad largas. Porque está claro que el periodismo escrito sigue evolucionando, sí. Pero no es tan evidente que siempre sea para bien.