+ 1988, Kiki, Buendía…

+ AMLO-MB: narcoeconomía

Bajo el prestigiado sello editorial Random House/Aguilar, esta semana salió al mercado mi nuevo y noveno libro: BARTLETT, EL IMPUNE (262 páginas) quien, como escribo y sustento en la parte inicial del texto… “es el segundo hombre más poderoso del Gobierno, sólo después de López Obrador, quien lo escucha siempre en silencio y con mayor atención que a cualquier otro miembro de su Gabinete”.

Aún más:

“De alguna manera y sobre diferentes vectores: la proclividad, por ejemplo, a que el Gobierno controle las elecciones y la obsesión estatista con el manejo del petróleo y la electricidad, y tras la arqueología político-ideológica plasmada en este libro, podemos afirmar, sin duda, que Manuel Bartlett está gobernando a México a través de López Obrador al menos en los dos aspectos citados (elecciones y energía). Su ideología y su mano dura están detrás de Palacio Nacional”.

A continuación, cito algunos fragmentos de mi libro BARTLETT, EL IMPUNE, con autorización de la Editorial:

1988. ELECCIÓN PRESIDENCIAL:

-Oiga, ingeniero (Clouthier), en estos momentos me llegan los resultados que nos indican que Cuauhtémoc Cárdenas va ganando en Guerrero, Michoacán, Estado de México, en gran parte de la Ciudad de México, en Baja California… Hay que hacer algo para evitar que llegue Cárdenas…

Clouthier se sorprendió ante la petición. Apenas respondió:

-¿Hacer qué…?

-Se lo voy a decir muy claro: usted ya no tiene nada que hacer en la elección. Hay que unirnos…

-¿Y yo qué puedo hacer?

-Echarle la culpa a Newman Valenzuela de lo que ocurra. Usted acuse a Newman…

*****

-¿Quién es el mejor del Gabinete?-, le preguntó Manuel Bartlett levantando la barbilla, marcado el gesto petulante en el rostro y en las palabras. El poder como segunda piel, la piel misma como ropaje del poder. No era la primera vez que se lo inquiría. Al menos en dos ocasiones lo había hecho. Sin embargo, aquella pregunta, ahora, tomaba otra dimensión: la sucesión presidencial estaba en puerta.

El periodista ofreció media sonrisa. Le divertía aquella pose un tanto engreída, un tanto caricaturesca. Regresó a la seriedad del tema y le respondió sin miramientos:

– Eres tú, Manuel, pero también tienes un problema…

– ¿Cuál?

– En Los Pinos no te quieren.

KIKI CAMARENA – EU:

“Sí: el poderoso número dos del Gobierno de la autollamada Cuarta Transformación. El intocable del Presidente de México. El consentido indiscutible de Andrés Manuel López Obrador es considerado por el Gobierno estadounidense como sospechoso y presunto partícipe del crimen de un agente de la DEA hace treinta y seis años. A la fecha -2021-, no puede entrar a Estados Unidos».

En este trabajo periodístico podemos comprobar que Bartlett no puede entrar a Estados Unidos, ante el riesgo de ser aprehendido. Y lo confirma un exfuncionario de alto nivel que fue, nada menos, Procurador General de la República del 22 de mayo de 1991 al 4 de enero de 1993, durante el esplendor del Gobierno de Salinas de Gortari, y que conoce el caso a fondo: Ignacio Morales Lechuga. Sus palabras pesan y valen por el cargo que ostentó a inicios de la década de los noventa. Es un político respetado y prestigiado. Es fuente autorizada:

Martín Moreno-Durán (MMD): -¿Es cierto que Manuel Bartlett no puede entrar a Estados Unidos porque lo detendrían?

Ignacio Morales Lechuga (IML): -Sí. Desde 1992 no puede ir a Estados Unidos…

MANUEL BUENDÍA:

“Colonia Narvarte. 30 de mayo de 1984. Cae la noche. Cae Buendía».

El agente de la Dirección Federal de Seguridad, Rafael Moro Ávila, llega agitado a un departamento. Allí lo esperan amigos. Entra jadeante, fuera de sí.

-¡Sírvanme un whisky doble porque nos acabamos de chingar a un cabrón muy importante!

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Manuel Buendía tenía una amiga íntima. Cubana. Guapa. La tarde en la que fue asesinado, se disponía a encontrarse con ella. Poco antes había comido con el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Víctor Flores Olea. Siempre periodista, Buendía acudía a la fuente autorizada para nutrir su columna, para buscar el dato preciso, filoso.

Días después del crimen del influyente autor de Red Privada en Excélsior, la cubana se reunió con un amigo de Buendía. Le reveló:

-Manuel me comentó que había escrito dos columnas sobre el narcotráfico en México. Muy fuertes…

*****

La sombra de Manuel Buendía. La figura de Manuel Buendía. El periodismo de Manuel Buendía. El crimen de Manuel Buendía.

Todo eso llevará Manuel Bartlett – hasta el último día, hasta el último aliento-, sobre su espalda: haber sido el Secretario de Gobernación durante el asesinato del columnista político más leído e influyente en la historia del periodismo mexicano, y no haberlo impedido. O quizá no intentó impedirlo. O quizá lo sabía. O quizá, hasta lo dispuso. Ese secreto doloroso e imperdonable para los periodistas mexicanos, se lo llevará Bartlett hasta la tumba.

NARCOECONOMÍA NACIONALISTA:

“Bartlett y López Obrador son mutaciones históricas del nacionalismo”, define, con palabras de fuego, Ricardo Pascoe Pierce.

Pero Pascoe va más allá. Mucho más. Pisa terrenos de alto riesgo: el crimen organizado y su brazo más poderoso: el narcotráfico. Las visibles alianzas actuales en México entre el poder político y el narco, dimensionado por la 4T como motor económico: “Han convertido al narcotráfico en parte de la economía nacional, y piensan que así como se defiende a Pemex, así, en el fondo, también debe defenderse al narcotráfico como fuente de recursos para el desarrollo del país”.

Pascoe no duda cuando afirma:

-Bartlett y López Obrador consideran que el narco es una especie de “economía nacionalista” y por eso lo defienden, bajo el argumento: “Es nuestro instrumento”.

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Martín Moreno-Durán

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Periodista. Escritor. Conductor radiofónico. Autor de los libros: Por la mano del padre. Paulette, lo que no se dijo. Abuso del poder en México. Los demonios del sindicalismo mexicano. El Derrumbe Retrato de un México fallido. El Caso Wallace. 1/Julio/2018: Cambio Radical o Dictadura Perfecta, y de la novela Días de ira.

#Análisis ¬ ¿Es posible que Claudia suba más? Sí: en 2018, AMLO apretó en los últimos 30 días