Tomás Calvillo Unna
Nos convertimos en otra serie más que alguien narrará con subtítulos en español.
En la habitación de la madrugada al recordar el aroma de la menta y la yerbabuena; la humedad de la arcilla se convierte en nuestro decir
Eurídice Coronado Lucio podría seguir construyendo sus metáforas en estos días, ¿quiénes irán a festejar los goles de sus equipos favoritos?, ¿quiénes nos pueden asegurar que México es inmune a una guerra civil?
Es lo más antiguo que conocemos, nos acompaña desde el primer respiro, antes del grito y la palabra; está detrás de lo que vemos, es el paisaje, su oculto palpitar. Molecular, pequeñísimo, milimétrico, y a la vez inmenso… el silencio está aquí, en cada rincón, en cada posibilidad que se apunta. Ahora mismo […]
«No dejemos de ver las palmas de nuestras manos a pesar del ardor en los ojos, no nos equivoquemos».
La crueldad sistémica es una de las recientes evidencias que asumimos como nueva normalidad; en realidad profundiza la violencia que el crimen ha esparcido a lo largo y ancho del llamado territorio nacional.
La responsabilidad, la nuestra, es abrir espacios, no cerrarlos.
En esta ausencia de palabras, murmullos, certezas, nos reconocemos en nuestra condición contundentemente fugaz; frágiles en la inmensidad, sabiéndonos mortales al fin, en un reality show próximo a una pesadilla que aún no se despliega del todo.
El paisaje se acorta, no hay horizonte; la memoria perdura en sus alumbramientos. ¿Qué sabemos al fin?
Ningún traje político fue hecho a la medida para estos tiempos que reclaman un coro de voces, cuyas estrofas impregnen de piedad estas horas derramadas en la cavidad de nuestros corazones.
El poder sabe bien que la nación está viva, prevalece más allá de la arenga; y la nación por más abstracta que se conciba, en estos tiempos es lo que cuenta, por sus raíces, riqueza, diversidad e imaginario que nos articula, a sabiendas de que su sangre, la nuestra, es la cultura: el corazón de la palabra.
No temas, no, ya pasará, así es el tiempo nuestro y el de todos.
A las 4 AM el dichoso silencio no cede, conserva su luzl, a podemos aún respirar,hacerla nuestra…
Sal a las calles ahora que están semi-vacías, diseñadas de miedo. Y observa la extrañeza de toda evidencia en su fragilidad, este sentimiento cargado de una nostalgia casi infinita, casi, porque aun la podemos sentir.
Sin duda lo que enfrentamos en estos días es la última llamada; son y serán los ciudadanos los que decidan el rumbo, todo apunta a reconocer que la tormenta ya llegó, esperemos que seamos capaces de caminar juntos todavía.
Y te quedas solo en tu agonía cubriendo tus último respiros sin nadie cerca