Tomás Calvillo Unna
La ciudad de San Luis Potosí tiene una historia ejemplar ante los atropellos, imposiciones y amenazas de distintos gobiernos, sus habitantes respondieron con fortaleza y dignidad, y derrumbaron los cacicazgos que pretendieron subyugar a la población. Esas gestas históricas tuvieron una figura principal: el doctor Salvador Nava Martínez.
No son los ciudadanos los que definen la democracia del siglo XXI sino el gánster, los gánsteres, que articulan los grandes intereses con la vida en la calle y aprovechan, ahondando, la distancia y contradicción entre lo legal y lo legítimo, en una sociedad donde lo que impera en el fondo es la confusión; porque los horizontes no existen ya y porque no hay tiempo siquiera para imaginarlos.
El País se ha vuelto ingobernable en muchas regiones, la fragmentación del estado y de las organizaciones criminales han expuesto a los ciudadanos a una violencia cotidiana; en algunos lugares se vive una silenciosa guerra intermitente. Ésta obligada reestructuración del poder tendrá como consecuencia a corto plazo más violencia.
Es la hora de las universidades, del pensamiento; de la estrategia de la conciencia que dispersa y multiplicada en el país puede y debe articularse. Estamos al umbral de un cambio profundo, ojalá sepamos encontrar el rumbo.
En las tribunas se comienzan a encender las antorchas, está lleno el estadio. Debajo del palomar miles no dejan de gritar: ¡Pumas!, ¡Pumas!, y el histórico “Goya” resuena ya en la avenida Insurgentes.
Las reflexiones sobre el pasado están impregnadas de nuestro presente. En ocasiones esta proyección que parece acércanos el ayer en realidad lo distorsiona y hasta desaparece.
Ingenuos creyentes del paraíso
abonamos al infierno,
adheridos a los sentidos como único camino.
La coalición nacional que viene estará articulada por dos temas fundamentales: la violencia y los derechos humanos; cómo acotar y reducir la primera y cómo fortalecer y expandir la segunda.
Memoria viva, el Movimiento por La Paz con Justicia y Dignidad, desde su silencio continúa caminando. En su dolor, la belleza de la dignidad sobresale, ¡es real, práctica, en medio del ruido político, de elección tras elección, dignidad que resiste a no perderse en una fugacidad carcomida de poder, de vacío!
Que algo está pasando y no sólo atañe a la política y la economía, es ya una percepción bastante generalizada.
Durante 30 años Gabriel Figueroa Flores fotografió las montañas de 14 en San Luis Potosí y descubrió así la tierra entrañable a la que pertenece.
La carretera se pierde en el horizonte, cruza los campos de maíz, a la mitad de su trayecto se levanta un famoso espantapájaros al que nombran Trump. Está ahí, perdiendo peso cada día, al ser golpeado por los vientos cruzados de la región.
Ella tan querida en su silencio dulce nos deja, ya terminó su estancia terrestre, sus reparos…
Se aprecia un desdén más allá de las multitudes que aún asisten a la convocatoria de saludar al jefe de la Iglesia Católica.
Hay que entender acciones como las que ha emprendido la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, que pueden enseñar uno de los caminos no violentos y comunitarios que comienzan a recorrer la ruta para una nueva constitución.
El caso reciente de «El Chapo», es abrumador en su absurdo compartido. Las medidas de seguridad implementadas para encarcelar a un individuo muestran la desproporción con la que se actúa, piensa y discute. Ese preso está ahí en su celda y se escapó ya dos veces de la misma no porque sea un Houdini contemporáneo sino porque representa la corrupción sistémica que tiene atrapado al país. ¿Por qué no decirlo abiertamente, si en verdad hay la convicción y decisión de implementar un cambio desde adentro que de oxígeno al quehacer político?