Tomás Calvillo Unna
«El 22 de noviembre se conmemoró el tercer aniversario del fallecimiento del artista plástico potosino Jesús Ramos Frías».
Hay ocasiones que el silencio es más elocuente que las palabras, en estas horas así es.
El poder político es más que nunca frágil estructuralmente, porque no tiene espacio para tener más tiempo y termina intensificando su auto-referencia para expresar su existencia y capacidad de transformación.
«La cultura del crimen anida
en las entrañas de una historia
cada vez más opaca y canija».
La oscuridad es interminable y el desierto… Las espinas de los cactus se han pegado a su marchita piel. No se mueve, permanece en cuclillas.
El niño se detuvo a unos cuantos pasos de la cabeza que aún mostraba unos pocos mechones rojizos, mientras el hombre se inclinaba y con su oído derecho trataba de percibir signo vital
Los rayos solares fragmentaban la penumbra de la habitación. Más moscas destellaban adueñándose del rostro del guerrero yaciente.
Las palabras de Quauhtli no eran suyas, él repetía lo que afirmó su anciano tío Tezoc cuando los Principales se reunieron para tomar un acuerdo.
¿Quién era Hidalgo en realidad?
Nunca lo vio, ni de lejos. Sólo un amigo del rumbo de Jaral de Berrio, le había platicado de él.
La relación con la eternidad no está resuelta, no en esta época. Hay un punto de fuga donde la conciencia se pierde: la ansiedad del conocimiento y sus frutos; tal vez ésta sea la trampa, nos hemos vuelto insaciables.
Recuerdo que en el siglo pasado, en particular en los años 70’, los que estudiábamos alguna carrera de Ciencias Sociales, teníamos casi la obligación de chutarnos (vestigios de la lengua) los informes presidenciales. Oírlos al menos y en parte leerlos. Tenían un cierto sentido político, a pesar de la general desacralización del poder que se […]
Los ríos son ellas, ese inmenso caudal de vida; a veces arroyo, hilo de agua, o fértil tormenta.
Los feminicidios y los asesinados y desparecidos son las heridas abiertas de la nación que carcomen los cimientos de nuestro país.
El dolor es un océano que llevamos dentro; cada vez que intentamos alejarnos, retorna este oleaje, esta marea creciente.