The Conversation
Las autoridades británicas han atribuido en un primer momento la causa de las reacciones alérgicas a un excipiente de la vacuna de la COVID-19, el polietilenglicol.
Las vacunas se basan en introducir alguna parte del virus en nuestro cuerpo para que nuestro sistema inmune lo reconozca como extraño y genere una respuesta que nos proteja frente a futuras infecciones.
La colchicina se suma a medicamentos como el remdesivir, la dexametosana, la hidroxicloroquina, el bamlanivimab, el baricitinib, la melatonina o el lopinavir, entre otros, que se han ensayado con resultados terapéuticos muy dispares. Si bien ninguno muestra una potente acción antiviral frente al SARS-CoV-2 en humanos, pueden ayudar al tratamiento en diferentes casos concretos y mejorar la evolución clínica de algunos pacientes.
Según los autores, la hipótesis es que la infección por SARS-CoV-2 desencadenó una respuesta inmunitaria antitumoral: las citocinas inflamatorias producidas en respuesta a la infección podrían haber activando células T específicas con antígenos tumorales y células asesinas naturales contra el tumor.
La aparición del SARS-CoV-2 en Wuhan, una ciudad que consta de dos laboratorios donde se trabaja con coronavirus, ha generado controversia sobre el origen natural del virus.