Ricardo Ravelo
La frontera sur de México, particularmente la que conecta con Guatemala, es uno de los puntos críticos que debe atender el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El viernes 30 de noviembre fue un día para recordar a un gran periodista, valiente como pocos que se enfrentó a las balas y al narco sin alardes ni fanfarronerías. Se trata de Jesús Blancornelas, fundador del periódico Zeta de Tijuana, quien cumplió doce años de haber fallecido.
En la Corte de Nueva York, donde se lleva a cabo el juicio contra el exjefe del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, han salido a relucir datos y evidencias de la corrupción que desplegó ese grupo criminal desde el 2001 a la fecha, a lo largo de tres sexenios.
El miércoles 14, por fin fue presentado el proyecto para enfrentar el flagelo de la inseguridad en los próximos seis años, después de varias décadas de vacíos en esta materia y de políticas erráticas que sólo fortalecieron a la delincuencia organizada y debilitaron a las instituciones.
A lo largo de más de cuatro décadas en el negocio del narcotráfico, Joaquín Guzmán Loera lo compró todo: impunidad, seguridad y también su libertad, cuando así lo quiso. En 2001, ocho años después de su primera captura, maquinó su fuga del penal de Puente Grande, Jalisco, sobornando a las autoridades penitenciarias, a las que mantuvo subyugadas mediante cañonazos de dólares.
Sin Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, a la cabeza, el cártel de Sinaloa mantiene su expansión en el mundo y ya se consolidó como la organización criminal más boyante del planeta. Su jefe es Ismael El Mayo Zambada, veterano capo que se refugia tras el poder criminal y la protección oficial.
La liberación de la mariguana con fines lúdicos da pasos agigantados en México.
Si Andrés Manuel López Obrador ha dado de qué hablar con su zigzagueante proceder, el caso de Cuitláhuac García Jiménez, Gobernador electo de Veracruz, es más que preocupante.
Convertida la política antidrogas de Enrique Peña Nieto en una verdadera trapacería, el gobierno de Donald Trump parece que empieza a tomar, un poco más en serio, la necesidad de combatir a los cárteles del narcotráfico desde el nervio financiero. Y ha enfocado sus baterías hacia México, particularmente contra los capos de la droga y la mafia política.
A pesar de que la violencia brota en el país por diversas causas, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador se apresta a dar pasos por la ruta de la legalización de algunas drogas y, con ello, busca pacificar el territorio, que no equivale a poner fin a las disputas entre los grupos criminales dedicados al narcotráfico.
Mediante gestiones legales ante la Procuraduría General de la República (PGR), el gobierno de Tamaulipas, encabezado por el panista Francisco García Cabeza de Vaca, recuperó el terreno de mil 600 hectáreas –localizado en el puerto de Altamira –por el que el exgobernador Eugenio Hernández fue detenido bajo cargos de peculado y fraude, entre otros ilícitos.
El panorama que en Veracruz enfrentará el nuevo gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, es verdaderamente desolador.
De acuerdo con una radiografía sobre la presencia del narcotrafico en los municipios de México, elaborado por el área de Asuntos Municipales y Regionales del Senado de la República, el 80 por ciento de los ayuntamientos están gobernados por autoridades que tienen un vínculo directo e indirecto con alguna modalidad del crimen organizado.
Miguel Angel Yunes Linares, gobernador de Veracruz, heredará un caos a su sucesor Cuitlahuac García: cuentas mal habidas, delincuencia organizada, narcotráfico, traido por él, y una amplia red de corrupción que no podrá ser saneada en los próximos treinta años.
El proyecto de legalizar las drogas en México, propuesto por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, puede resultar una medida eficaz para frenar el narcotráfico desorganizado y disminuir la exacerbada violencia. Es probable –la experiencia internacional así lo indica – que, de aprobarse el proyecto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México enfrente un repunte peligroso en el consumo de drogas, pues el territorio resultaría muy atractivo como zona de libre consumo, tal y como ocurre en Portugal o Amsterdam, paraísos del libre uso de drogas.
Todo indica que los días del capo Nemesio Oseguera –El Mencho –jefe del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), están contados.