Diego Petersen Farah
Si en algo se distinguen las propuestas de López Obrador en materia de seguridad es que son distintas, disruptivas y controversiales. Sin duda la que mayor ruido ha hecho es la famosa amnistía, que ha sido acremente atacada y pobremente definida por el propio candidato de Morena.
Para muchos la era Prigione es la más oscura de la iglesia mexicana; para otros fue el momento del orden tras los excesos de los sesentas y setentas. Lo cierto es que con la salida de Rivera se cierra la época de una iglesia empoderada y principesca, como le llamó el propio Papa Francisco.
La única opción de izquierda es la candidata indígena, María de Jesús Patricio, pero que no logrará los votos pues, como dijo mi amigo Ortuño, la lista de quienes dimos el apoyo a Marichuy terminará siendo, en el mejor de los casos, un buen padrón de gente alivianada.
Si algo me hace pensar que el Frente Ciudadano por México tiene viabilidad es la manera en que los han atacado y denigrado, primero a su candidato, Ricardo Anaya (que si nadie se vuelve loco o pasa algo extraño hoy finalmente se formalizará su candidatura) y luego al Frente como tal: la comentocracia mata al […]
Seguramente Calderón, la mano que mece la elección, cree que le está haciendo un favor a México
La violencia se está montando irremediablemente sobre el proceso electoral. Llegaremos a las elecciones en la cresta de la ola violenta que sigue rompiendo récord de asesinatos mes a mes e invadiendo hasta el último rincón del país. Aquello de que la violencia era un fenómeno localizado en tres estados y que los malos se mataban entre ellos, que fue el diagnóstico inicial del gobierno del Peña Nieto, quedó totalmente rebasado, pero nadie nos ha sabido explicar qué pasó, porque aquello que decía tener controlado se salió de que se hizo mal y sobre todo qué se dejó de hacer.
El gasto en Comunicación Social de los gobiernos tiene una perversión de origen y es que usen nuestro dinero, el dinero de nuestros impuestos, en decirnos lo que los gobernantes quieren que sepamos y no para que nos informen lo que nosotros necesitamos saber. Esa pequeña diferencia pervierte de origen el gasto de comunicación, pues terminan generando un beneficio personal, la imagen del gobernante, con dinero ajeno.
La elección del 2018 puede polarizarse de dos maneras: la primera es que se plantee como un referéndum AMLO o no AMLO, y la segunda es que se defina como una elección entre PRI o no PRI. En el primer escenario, que ya hemos comentado antes, lo que pasará entre marzo y abril es que se definirá quién será el retador de Andrés Manuel: el candidato del Frente o el candidato del PRI. La disputa es quién de los dos representará al voto útil contra Andrés Manuel. Será una elección muy parecida a la de 2006. De ahí el golpeteo, que raya ya en lo burdo, al más probable candidato del Frente, Ricardo Anaya.
La izquierda es otro caso. Como Rómulo y Rema, PRD y Morena terminarán matándose uno al otro. Si Morena, con Andrés Manuel al frente, logra la presidencia y la capital el PRD prácticamente desaparece. Podrá sobrevivir como un partido enano que sea rentable para unos cuantos. Por el contrario, la derrota de Andrés Manuel convertiría a Morena en una cena de negros de la que difícilmente saldrá vivo. Morena vive con, por y para López Obrador.
Dejemos a los políticos lo urgente, presionémoslos para que resuelvan lo importante, pero tomemos en nuestras manos lo estratégico.
La terquedad y malos modos del Presidente estadounidense nos han obligada a salir de la caja e imaginar al menos cómo sería el país sin el Tratado.
El silencio impuesto y el auto impuesto van a tener sin duda un efecto en las encuestas, pero si algo ha aprendido López Obrador después de dos derrotas es que es mucho más lo que pierde él en sus arrebatos que lo que le quitan los contrincantes con sus ataques.
Más allá de su buena imagen, la ex Primera Dama es eso, ex Primera Dama.
En el estilo de hacer campañas en México queda mucho de esa forma de hacer política del partido único, del partidazo del siglo XX. Las campañas en la era del dedazo tenían una función primordial, que era la legitimación del Tlatoani. Había en aquellos despliegues la nostalgia de los Virreyes de la Colonia. No eran campañas para conseguir el voto sino para dar a conocer a al rey en turno (y en no pocas ocasiones para que ese virrey conociera el país antes de tomar el poder). Eran campañas para conocer al presidente, no para elegirlo.
Brincarse un permiso, autorizar una construcción que no cumple los reglamentos, construir algo distinto a lo autorizado, bajar la calidad de los materiales, son todos actos de corrupción que involucran a autoridades y/o particulares. Un terremoto es un desastre natural que no podemos ni prever ni evitar; un acto de corrupción es una acto criminal que no debemos ni solapar ni naturalizar.
Es evidente que en estos momentos la prioridad de los tres es quedar lo mejor posible con sus electores y demostrar que con el Frente es más fácil ganar batallas.