Diego Petersen Farah
López Obrador se está jugando su sexenio en un proyecto de altísimo riesgo. Dos Bocas puede comprometer seriamente la viabilidad financiera de Pemex y éste la calificación de riesgo del país con la cascada de consecuencias que ello tiene para la economía nacional. Desoír la crítica, sentirse diferente, es uno de los primeros síntomas del mareo de poder de todos los presidentes, gobernadores y políticos con poder. A todos, tarde o temprano les cae el balde de agua fría llamado realidad. Calderón tuvo que echar reversa en un proyecto emblemático de su sexenio, que era la ampliación de la refinería de Tula y Peña Nieto el suyo, el tren bala a Querétaro, por incosteable.
De acuerdo con las palabras del propio Presidente este es el primer plan que no se ciñe a la voluntad de los organismo internacionales -esos tercos que se empeñan en decir que aquello que no se puede medir tampoco se puede avaluar- y por lo tanto es realmente nacionalista.
Colocar la primera piedra de una obra es un símbolo de poder, es la germinación de un proyecto por el dedo divino del Presidente…
ópez Obrador soltó la piedra para ver quién la recogía y llevó la discusión ya no solo al derecho de los periodistas a no revelar sus fuentes sino a si los medios están o no obligados a la transparencia.
Los inversionistas, me queda claro, le harán caso a Banco de México y a Hacienda, pero la única salida a futuro de esta “ocurrencia” será decir que alguien está haciendo mal su trabajo, confrontar a las instituciones y poner en entredicho el trabajo de los expertos.
Pero si atendemos el fondo del #MeToo no se trata solo de combatir el machismo como forma básica en las relaciones laborales o de subordinación sino de feminizar el mundo,
¿Qué hubiese pasado si Colosio no hubiera sido asesinado?, ¿habría ganado la elección o se habría tenido que imponer por la vía del fraude?, ¿habría hecho las reformas democráticas de Zedillo o hubiese intentado prolongar la permanencia del PRI en el poder? Cada quién puede imaginar la respuesta que quiera, recrear su historia de una manera distinta, lo cierto es que el país no volvió jamás a ser el mismo porque aquel asesinato, junto con el del cardenal Juan Jesús Posadas en Guadalajara diez meses antes, y el de Ruiz Massieu, en la ciudad de México nueve meses después, son también el inicio de una era de violencia y de conformación de grupos de crimen organizado cuyos efectos padecemos hasta el día de hoy.
5. Cuando en una mañanera le preguntaron al Presidente López Obrador cuál era su posición sobre la interrupción del embarazo se sacó el bulto y dijo que lo importante era la corrupción.
Nada ha sufrido tanto los embates de los primeros 100 días de Gobierno de López Obrador como la agenda de igualdad de las mujeres.
La pérdida de sentido de realidad aqueja a todos los gobernantes. Es un problema de los que muy pocos han podido escapar y tiene más que ver con las condiciones externas que con la fortaleza psicológica.
El poder no se comparte; el Gobierno sí. Pero para López Obrador poder y Gobierno son una misma cosa…
Nunca imaginé que la machista, insoportable y horrible rola de Daddy Yankee, “Dame más gasolina” terminaría convirtiéndose en el grito de guerra del estado de Jalisco frente a las políticas del gobierno de López Obrador. La gasolina pasó de ser un bien escaso por una decisión, sin duda correcta pero acelerada y mal planeada del presidente de la república y su equipo, a una batalla por los derechos de los estados frente al gobierno central.
Bernardo Bátiz será el primer Fiscal General de la República. Antes de él los Procuradores: la mayoría de muy triste memoria, algunos hicieron la lucha, pero todo fracasaron. ¿Hay condiciones para que el ahora Fiscal sea mejor que las decenas de procuradores que le antecedieron? Ninguna real, solo la fe en que Bátiz es, además de una gran jurista y un buen político un hombre de buena fe. Pero es no basta.
Por más que los expresidentes y sus funcionarios quieran defenderse en sus cuentas de twitter hay un hecho incontrovertible: ninguno de los anteriores gobiernos había combatido el robo de combustible como lo está haciendo López Obrador. Calderón podrá defenderse porque en su sexenio no era ni de lejos un delito prioritario. El gobierno de Peña no hizo sino perseguir pipas y agujeritos mientras el delito se multiplicaba, en una visión aparentemente ingenua si no es que realmente perversa. Sacar la gasolina del ducto no es sino la parte visible y mediática del problema, pero detrás de ese “huachicolero” hay una red de corrupción enorme en Pemex, y después de él una banda de empresarios corruptos que comercializan o compran gasolina robada. La red es, pues, mucho más amplia y el primero en describirla y atacarla integralmente ha sido López Obrador.
A López Obrador no le gusta esperar. Nunca le ha gustado.
López Obrador está dispuesto a militarizar no solo la seguridad, también la obra púbica y el desarrollo urbano. Nunca habíamos visto tal presencia del Ejercito en el gobierno. Nos quejamos, con razón, de la militarización en el gobierno de Felipe Calderón que aumentó el presupuesto de las Secretarías de Defensa y Marina de manera desproporcionada, en el nuevo gobierno las cosas van más allá y más de prisa.