Óscar de la Borbolla
"Nos sigue importando ser reconocidos como en el Siglo XIX, que fue el siglo donde vivió y pensó Nietzsche".
"Hay, siempre ha habido, eventos cuya causa no podemos identificar y los denominamos accidentes".
Creo que todos contamos con una memoria con la que no podemos contar, pues cada quien recuerda lo que puede o lo que quiere.
La identidad de un pueblo se deslava muy fácilmente en un mundo globalizado donde todo puede adquirirse, y donde todo aparece en los abrevaderos de información de los medios, en las redes sociales y, en general, en la internet.
Era muy tranquilizador creer que la ciencia sí nos encaraba con el mundo de afuera de nosotros, pero quien vino a romper con esta ilusión, además de los filósofos, fue la mecánica cuántica
Estos tres niveles se alternan en la vida y, a veces, por largos trechos, nos quedamos instalados en alguno ignorando todo lo demás. El más frecuente es el primero, pues por lo regular los apremios son tan insistentes que no hay manera más que de abocarse a resolver los problemas y a escalar y a impedir que nos tiren al abismo del desempleo o del hambre.
Si esta verdad de perogrullo la tuviéramos realmente presente, en vez de atrincherarnos y descalificar a quienes no comparten nuestra alucinación, debería surgir en nosotros una mirada compasiva que, como búmeran, volviera a nosotros para decirnos: ya, ya no es para tanto, tampoco tú tienes la razón. Pero hay muchas cosas que entendemos superficialmente y sólo superficialmente.
Acabo de leer un libro fascinante: Mentes maravillosas del matemático Ian Stewart, donde pude enterarme, entre otras cosas, de las aportaciones y la vida de uno de los geómetras no euclidianos que tuvo el valor de enfrentarse a Euclides: Lobachevski -Nikolài Ivànovich Lobachevski-. La historia de su vida y la de aquellos que antes de él sospecharon que algo había no mal, sino extraño en el postulado de las paralelas, resulta enormemente ilustrativa para entender por qué cuando algo se considera una verdad es el mayor peligro para el avance del conocimiento.
Hay dos asignaturas que me hicieron odiar a lo largo de mi educación básica; la primaria y la secundaria inocularon en mí una repugnancia total hacia la literatura y las matemáticas. Eran tan frías, tan absurdas, tan ajenas que yo, que siempre he sido raro, compartía con mis compañeros de clase esa repulsa unánime por […]
Decía Maquiavelo en una de sus más conocidas sentencias: "divide y vencerás" y, sin duda, era un buen consejo para el príncipe, pues al poderoso no le convienen las alianzas de sus subalternos; es mejor que todos los hilos de comunicación pendan de él, pues de ese modo cada uno sabe que le debe el […]
Con el pretexto que sea, con razón o sin ella, el caso es que en México, y en general en el mundo, se ha formado un asfixiante clima de intolerancia al que acompañan ánimos violentos que me hacen recordar con nostalgia un libro que leí cuando era muy joven: El individuo contra el estado de […]
Estas preguntas son inquietantes porque las elecciones que involucran la vida tienen un hondo calado en el futuro, no son simplemente optar por el camino de la izquierda o por el de la derecha, sino caminar hacia dentro de uno u otro, caminar en un futuro del cual no sé qué se me vaya a ir presentando.
El espejismo de entender dura mucho y solo a veces, cuando la muerte con su manotazo nos arrebata a alguien, nos percatamos de que nuestros hábitos, nuestras metas, nuestra fórmula.
No me refiero al bien en sus sentidos religioso o moral, sino a su sentido cívico: que no implica más que a la inclinación de hacer en todos los casos lo correcto y, en congruencia con ello, ser un buen ciudadano o un ciudadano "bueno". Este ser "bueno" paulatinamente fue transformándose -en el imaginario del mexicano- en ser tonto, y fue así como asistimos a la aparición de un paradójico sinónimo: "ser bueno" equivale hoy a "ser un pendejo". Y, por supuesto, nadie quiere ser un pendejo.
Resultaría tan anormal que una tarde viendo el celaje nos diéramos cuenta de que es exactamente igual al del día anterior: las mismas nubes en los mismos sitios, los mismos vanos dejando pasar la misma luz, el colorido del crepúsculo cambiando igual del naranja al violeta... y luego al día siguiente una vez más lo […]
Hay una frontera que divide a los jóvenes de los viejos y no es, como podría parecer a simple vista, la apariencia física, y tampoco el conocimiento y lo que se llama "experiencia"; es, más bien, creer o no creer en las consecuencias. Para el joven, no me refiero al imprudente (aunque muchos lo sean), […]