Adela Navarro Bello
El ulular de las sirenas de las patrullas ha sido constante durante las últimas semanas en Tijuana. Julio apunta a convertirse en el mes con más ejecutados producto del narcotráfico y el crimen organizado. Todos los días asesinan a alguien. A veces cuatro al mismo tiempo. Las balaceras acechan en cualquier esquina, centro comercial, residencial de lujo o fraccionamiento.
Desde pagos de cirugías estéticas con los dineros de la paraestatal, becas para los parientes de directivos, sospechosas y altísimas rentas de barcos, buques, plataformas; nepotismo en la asignación de contratos, moches sobre las transacciones con recursos públicos, hasta los muy recientes y graves casos de corrupción denunciados por particulares, periodistas e investigadores, pero no investigados por la autoridad.
Así por un lado tenemos a uno que aún no es Presidente pero lo parece, y por el otro a un Presidente que es pero ya no lo parece.
Enrique Peña Nieto sigue siendo el Presidente de México. De su mandato constitucional aún le falta ejercer el poder por cuatro meses 21 días más. Concluirá el 1 de diciembre de 2018 cuando tome posesión Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, por las reacciones de algunos líderes de sectores, partidos políticos, titulares de poderes, de gobiernos y congresos, pareciera que el Presidente ya no es Presidente y quien ocupa ese cargo es el ganador de la elección del 1 de julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador, que no empezará a gobernar hasta el 1 de diciembre.
Con cinco años de vida oficial en elecciones federales, las candidaturas independientes en México sufrieron el 1 de julio un descalabro. La burbuja de los independientes reventó. Ni uno solo de los 45 candidatos independientes registrados, 38 para Diputado Federal, 7 para Senador, logró hacerse de la victoria electoral.
Si hay un momento en que el Presidente de la República está solo -por más acompañado que esté-, ese es el día de la elección de quien lo sucederá. Al anuncio de los primeros resultados de la contienda termina su poder político e inicia una nueva era de soledad para él. De definiciones: se quedará en el País o pondrá océano de por medio. Se retirará al ostracismo o dará cátedra en alguna prestigiada universidad. Vivirá con los suyos o se partirá el núcleo familiar a la salida del poder. Terminará respetado o en la ignominia. Justificar la opulencia o vivir en un bajo perfil.
Ninguna encuesta seria, de prestigio, o con antecedentes de certeza científica, cuantitativa, ha posicionado al candidato del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña, en el segundo lugar de las intenciones electorales de los mexicanos para la elección del 1 de julio de 2018. Ninguna.
No es una práctica nueva, pero sí está en la médula priísta. La compra de votos es algo inherente al Partido Revolucionario Institucional, es una característica sin la cual no podría ser el partido que es. Tampoco es que sean los únicos en utilizarla (he visto panistas comprando votos incluso en sus convenciones internas), pero sí son quienes han llevado esa antigua habilidad política de coerción electoral a ser el instrumento principal de una elección.
Pedro Sánchez Pérez Castejón tiene 47 años y es desde el 1 de junio de 2018, el jefe del Gobierno de España. Pertenece al Partido Socialista Obrero Español, y como muchos de los cambios en política en el mundo (siendo México la excepción, por ahora), llegó a esa posición cuando por casos de corrupción el anterior jefe del Gobierno, Mariano Rajoy Brey (Partido Popular), hubo de demitir al quedarse sin apoyos en el Congreso Español para sostenerse en el cargo.
A siete meses que concluya el sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto, su gobierno ha sido rebasado por los problemas que durante estos poco más de cinco años su administración ha contribuido para su crecimiento: la corrupción y la violencia producto de la inseguridad provocada por el narcotráfico y el crimen organizado.
El segundo debate entre los candidatos a la Presidencia de la República que organizó el Instituto Nacional Electoral, se convirtió en una caricatura de un debate real.
Confiaron a los periodistas su temor en caso que López Obrador gane las elecciones, lo cual no ven lejano dadas las múltiples encuestas electorales que lo ubican como el puntero en la preferencia electoral, empezando en los 15 puntos porcentuales su ventaja.
Al entrar al segundo tercio de la campaña política por la Presidencia de al República, los candidatos, ni el oficial ni los de oposición, han podido mover el marcador que de entrada le dio la ventaja al candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Depende de la encuesta que se lea, su posicionamiento va desde un 35 hasta un 50 por ciento dentro del electorado, dejando a unos 20 puntos al segundo lugar, que usualmente es Ricardo Anaya Cortez, y a por lo menos 25 puntos de la tercera posición, ambién de manera rutinaria ocupada por el abanderado del PRI, José Antonio Meade Kuribreña.
Este gobierno no cambia. Ni cuando tiene un logro saben comunicarlo. Mucho menos respetar el recuerdo de quienes por la inseguridad, la violencia, la corrupción y la impunidad que se viven día a día en México, pagan con su vida la libertad que tuvieron. De manera insensata, el Secretario de Gobernación Alfonso Navarrete Prida, comunicó en la informalidad de un twit que la Policía Federal adscrita a la Comisión Nacional de Seguridad, había detenido a uno de los presuntos asesinos del periodista Javier Valdez.
Entre todas las reflexiones que resultan de la conferencia que ofreció el empresario Carlos Slim Helú el lunes 16 de abril por la tarde, para defender y promover la permanencia del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, destacan: * Invitación a invertir: Como inversionista refirió que se trata de un proyecto (incluso […]
Fue en el Instituto de Ciencias Jurídicas de la UNAM, hace unas tres semanas, que a propuesta de Fundar y Artículo 19 se organizó un seminario para abordar, desde distintos sectores y diferentes puntos de vista, el tema de la regulación de la publicidad gubernamental. Ahí se esbozó una optimista premisa: este era el mejor momento para reglamentar el uso y el gasto de la publicidad gubernamental.