Jorge Alberto Gudiño Hernández
Ya habían caído varios árboles, es peligroso salir a las calles. Lo que no había conseguido la influenza lo ha logrado el viento.
Mi mujer ha sido dada de alta y ha vuelto al trabajo. Llegó a la oficina para descubrir que el ausentismo es alto. Hay varios compañeros suyos contagiados. Cuando fuimos con el doctor para que le diera el alta, lo encontramos saturado.
Primero fue mi hermano, hace unas tres semanas. Tras pasar un par de días con lo que creyó una gripa intensa, fue a hacerse el estudio. El diagnóstico fue contundente: influenza.
Uno de esos días nos enteramos de que Juan Pablo II estaba en México. No sé cómo, uno de mis amigos de aquella época, supo por dónde pasaría. Fuimos corriendo a la coordinación para pedir permiso. Era algo inusual: permitir a tres alumnos que no tomaran las últimas dos clases. Sin embargo, el argumento era bueno. Ni hablar.
Supongo que mis amigos ya aceptaron que la balanza se ha inclinado por completo. No sé si algún día me convenceré de ello. Mientras eso sucede, les deseo buen viaje. Partir se ha vuelto hoy, la más sensata de las decisiones. Aunque el whisky no pueda compartirse vía Skype.
Esta semana apareció en la prensa impresa y en los medios electrónicos otra imagen desgarradora, la de un niño de 7 meses muerto junto con sus padres. El cuerpo mostraba, en la absoluta serenidad de su postura, la marca de varios balazos. Tras la difusión de la noticia, los comentarios no se hicieron esperar. Los […]
Durante esta semana varios padres de familia han alzado la voz en contra de Peppa pig.
En 2010 publiqué mi primera novela, Los trenes nunca van hacia el este, bajo el sello de Ediciones B. No corrió con buena fortuna. Salió unos cuantos días antes de que iniciara el Mundial, tuvo escaso espacio en medios, no se hizo presentación alguna y, poco a poco, desapareció de los puntos de venta.
Llevo ya muchos años dando clases en diferentes universidades. Si a ellos les sumo el tiempo en que yo mismo estudié, resulta que he pasado más de la mitad de mi vida asistiendo a la universidad.
Me parece sensato desear que haya menos coches en las calles y no que éstos permanezcan más tiempo en las mismas. Y eso que sólo hablamos de la velocidad en donde se puede ir así de rápido. El límite de los 50 km/h suena en verdad ridículo.
Si un crítico, un reseñista o alguien a quien le paguen por hacer una lista de los mejores libros de 2015 incluye una decena de títulos (hay quien seleccionó 20) es porque, al menos, ha leído diez veces más. Eso me parece lógico y, sobre todo, decente. Tener la fortuna de leer una docena de libros en la que sólo dos no sean merecedores de integrarse a una lista me parece demasiada suerte.
Dos. Días después, ya en Noche buena, recibí felicitaciones y buenos deseos de católicos, judíos, ateos, agnósticos y un árabe cotorrón. Me sumé a la causa e hice lo posible para pasarla bien en familia. Al margen de cualquier asunto religioso o de discusión en el espacio de la fe de cada uno de los presentes.
Conozco bien los argumentos en contra del uso del coche. Incluso los comparto. Sin embargo, he manejado casi dos terceras partes de mi vida, mis destinos están lejos, suelo cargar con dos pequeños. Sé que otros también lo hacen y sin coche. Lo entiendo. No busco justificarme. Es sólo que me he acostumbrado. Quizá deba cambiar de estilo de vida. En verdad, es algo en lo que pienso con frecuencia.
Es fácil no conmoverse ante ese espectáculo. Sobre todo, porque se repite en todas las ciudades del país, desde hace demasiado tiempo. Es fácil no conmoverse, insisto. Yo mismo me he descubierto indiferente en muchas ocasiones. Cada vez menos.
Hablar de la FIL implica caer en lugares comunes. Ya sea que se asuma una postura crítica o una entusiasta. Tal es el rango de las reacciones que provoca la Feria entre las decenas de asistentes que, de una forma u otra, terminamos escribiendo sobre la experiencia. En mi caso, ésta se ha ido ampliando […]
El rumor de que terminará el programa “En familia” tras casi cincuenta años de estar al aire, ha dado pie a muchas discusiones. Para escribir este texto, asumo que el rumor es cierto y que, en efecto, las transmisiones se suspenderán antes de que termine 2015. Como casi todos los niños, los domingos veía […]