Jorge Alberto Gudiño Hernández
«Estoy cierto que la mía es la visión del que pasea y no me he centrado en la inmensa problemática que también existe en la zona. De nuevo, de momento, me reconforta un poco la idea de que la actividad económica, social y cultural se ha reactivado. Eso, en sí mismo, es una buena noticia».
«Mi yo lector estuvo contento por los ejemplares adquiridos. También un poco abrumado, a decir verdad. Mi yo escritor, que piensa en términos de fama, fue vapuleado por la realidad».
«Vi la noticia del Sonora Grill y de los restaurantes que dividen a su público en función del color de su piel. Al margen de toda la crítica que puedo ejercer, pensé en lo ridículo que sería que abrieran una sucursal en Canadá, en Oshawa».
«(…) si uno puede evitar la propagación, entonces me parece que está haciendo algo por el bien común, sin necesitar una explicación más desarrollada».
«En otras palabras, otro encierro, más breve, nada grave. Decidí cancelar la presentación de mi libro. No era responsable presentarme frente a un grupo de personas».
«Y la pérdida de un derecho afecta no sólo a la persona que lo sufre sino a toda la sociedad. Siendo ésa la sociedad y el país que son dentro del contexto internacional, es grave para todos».
«(…) me sorprenden actitudes de gente que conozco o que es pública. Como la Jefa de Gobierno subiéndose al Metro sin cubrebocas. Claro, ella se contagió días después. La pregunta relevante es otra: ¿a cuántos contagió ella por ese trozo de propaganda?».
«Si en estas dos normalidades enfrentadas tan grandes se puede aceptar la postura del otro, es complicado ver cómo no se aceptan en normalidades más pequeñas».
«Me queda claro que esos anuncios sirven para inyectar dinero a las televisoras, a la liga, a los equipos y, en consecuencia, a los jugadores. Lo extraño es que pasaba menos en la final de la Champions, de la que todos sabemos que hay mucho más dinero en juego».
«(…) no es absurdo considerar que la escuela de mis hijos o la universidad donde trabajo son lugares más seguros que mi propia casa dadas las medidas de seguridad con que cuentan».
Cuando, a inicios de semestre, les doy a mis alumnos la lista de lecturas, un murmullo se levanta en el salón. Un murmullo que se traduce en una queja: ¿a qué hora van a leer todo eso?
«Sabemos que, con suerte, Abdala no sólo no ocasionará daño alguno sino que, quizá, servirá para generar inmunidad. Pese a ello, deben ser valientes quienes, bajo esas premisas, decidan aplicarle algo así a sus hijos. Yo no lo soy tanto».
«Son domingueras las palabras porque uno tiene la intención de ser más elegante, supongo. Y eso genera un nuevo problema, el de la parametrización de lo dominguero».
«Una pandemia no puede terminar por decreto. Es cierto que nadie lo ha dicho con esa elección precisa de palabras. Pero, de pronto, parece que sí. Nuestro Gobierno federal está dando señales claras de la finalización de esta pandemia. Señales que van acompañadas de palabras. Palabras que pretenden crear una realidad como gran parte de la narrativa presidencial».
«¿Qué tantas de las discusiones absurdas y sin argumentos de las que tenemos a diario dependen de este contraste entre normalidades y la consecuente convicción de que nosotros estamos en lo correcto y los otros no? Discutir, en realidad, implica aceptar otros puntos de vista como válidos».
«La simple idea de pensarse en un mundo seguro, y más ahora que el pequeño está con ellos, podría diluir todos los inconvenientes. ¿Que es duro? Sin duda (…)».