Gustavo Sosa Núñez
Colectivamente, nuestra huella en el planeta – sea de carbono, ecológica, hídrica y social –, en lugar de reducirse, se incrementa con el paso del tiempo.
«El cambio climático es el mayor reto que afronta la humanidad».
Son varios los esfuerzos que se están haciendo para intentar combatir el cambio climático, o al menos reducir su impacto. Éstos se dan en ámbitos rurales y urbanos.
El cambio climático es un fenómeno global que representa riesgos al medio ambiente, a diversos sectores de la sociedad y la economía.
La comunidad política internacional parece que así lo entiende, y le da seguimiento al tema desde el marco de la Organización de las Naciones Unidas.
Es en este sentido que se tiene que considerar el trabajo previamente realizado, e involucrar al gobierno federal.
Al haber cambios en la estructura del TLCAN, era evidente la necesidad de actualizar el acuerdo ambiental. Al respecto, se ha presentado una versión que aún no es oficial (EPA, 2018) (pues se tiene que aprobar el T-MEC, como ya se comentó), pero que permite observar la dirección de la cooperación sobre medio ambiente en el contexto del libre comercio.
Algunos beneficios de productos con OGM son la producción de mayores cosechas, la posibilidad de aumentar la disponibilidad de alimentos (lo que se clama puede ayudar a combatir el hambre del mundo), y la reducción del uso de pesticidas. Los riesgos incluyen posibles efectos negativos a largo plazo en la salud humana (como efectos tóxicos, reacciones alérgicas, cambios en la composición nutricional) y los efectos de genes resistentes a antibióticos.
Las diversas afectaciones que tendrá la ralentización de acciones implicará que la adaptación al cambio climático ubique un lugar preponderante en la agenda de seguridad nacional de todos los países del orbe.
Hubo malestar ciudadano observable en las calles, aunque también encuestas indicando un apoyo mayoritario a las acciones del gobierno federal; reflejando así la polarización que caracteriza al país en estos tiempos.