Francisco Ortiz Pinchetti
Todo esto de las mentiras viene a cuento a partir de la genial intervención del auto llamado periodista Carlos Pozos, mejor conocido como Lord Molécula, que hace unos días irrumpió por enésima vez en la conferencia de prensa matutina del Presidente para pedir micrófono en mano que la Secretaría de Gobernación exhorte (sic) a otros periodistas (sic) a abstenerse de decir “mentiras falsas” (recontra sic) sobre el titular del Ejecutivo federal.
Ante esa realidad, no veo otra opción que tratar de acostumbrarse a la cuarentena, cuyo fin ni siquiera se vislumbra»
Una propuesta en tal sentido es la Renta Básica Universal (RBU). El tema ha vuelto a surgir incluso a nivel internacional a raíz de la pandemia, como una posible respuesta de fondo a la situación vulnerable de los pueblos en desarrollo, literalmente azotados por la crisis económica derivada de la contingencia sanitaria que vivimos.
No sé si la paciente impaciencia dure lo suficiente para no caer en la desesperación, mientras la maldita curva empieza a caer.
Claro que el fenómeno de las ratas hambrientas no es privativo de nuestra ciudad. Ocurre en todas y en todos los países.
“Íbamos muy bien”, lamentó ahora en un mensaje grabado desde Palacio Nacional. Textual: “Ahora sí que, como se dicen en mi pueblo: tan bien que íbamos y se nos presenta la pandemia”.
La suya es en efecto una mirada de la catástrofe sanitaria “vista desde la prensa”, como ellas mismas anotan. Y resulta muy interesante la información que recaban en el contexto del no fácil, doloroso y complicado surgimiento de una prensa informativa en nuestro país, justo en los años pos revolucionarios, que dejaba atrás el periodismo militante de finales del siglo XIX que tanto añora don Andrés en sus homilías matinales.
Lo que menos me imaginaba, sin embargo, es que iba a encontrar en mis caminatas a una cantidad no de personas, sino de perros, que a esas horas sacan a pasear a sus dueños. Cosas de la pandemia, ahora las cosas son al revés.
A pesar de su evidente ignorancia sobre el quehacer periodístico, lo digo con todo respeto por supuesto, (AMLO) nuevamente confunde los géneros a su favor y se erige como profesor para enseñarnos a trabajar, desde el púlpito de Palacio Nacional. Lo bueno que no hay censura.
Igualmente me parece, sin embargo, que recurrir al humor cuando se está enclaustrado y solo, no es cosa fácil.
La función de las terrazas en estos días, digo yo, se vuelve fundamental si somos capaces de darle la verdadera utilidad que tienen, porque en alguna manera nos permiten convivir sin estorbar, disfrutar sin mal gastar, divertirnos sin explicar, reír sin sonrojarnos, sobrevivir sin marcar el 911. Lástima de veras que yo no tenga una terraza. Válgame.
Ante la emergencia nacional por la pandemia, nos tratan así: como chatarra, viejitos carcamanes.
“Paternalismo no. El pueblo no puede esperar esta solución. Es indignante. Es humillante. Es, además, imposible, inoperante».
Andrés Manuel optó ya, pero no por los pobres a los que pone permanentemente en el centro de su discurso, ni por la justicia social, ni por la verdadera transformación de México, ni por la erradicación de la pobreza, la corrupción y la impunidad. Optó por sí mismo; pero renunció a su liderazgo. Válgame.
Y sin embargo, por elemental sobrevivencia ante una amenaza más brutal de lo que suponemos, por solidaridad con nuestros viejos (como yo), tenemos que quedarnos en casa, con todo y sus asegunes. Ricos y pobres. Válgame.
Hay algún estribillo lépero que también alude al Detente en algunas frases comunes en las letanías y pastorelas. Y también en los albures populares: “Detente Satán Maldito, no abuses de tu poder, que si a este quieres joder, a mi me …” Válgame.