Francisco Ortiz Pinchetti
Hemos tenido un año tan intenso que me parece merecemos con urgencia un remanso navideño. El agonizante 2018 resultó más agitado, convulsivo y sorprendente que lo que de por sí suponíamos. Hubo tensión, sobresaltos, enconos, diatribas como no ocurría en décadas. Sufrimos y disfrutamos, soñamos, propusimos, supusimos, temimos y nos enfrentamos también como pocas veces. Y por fin está por terminar.
El tema de las trabajadoras domésticas ha vuelto a ser de actualidad a raíz de dos sucesos totalmente diferentes pero prácticamente simultáneos. Por un lado, el estreno mundial, este viernes 14, de Roma, la formidable y ya multi premiada película del cineasta mexicano Alfonso Cuarón. Por el otro, la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el sentido de que los empleadores tienen la obligación de inscribirlas en el Seguro Social.
La década de 1960 a 1970 resultó crucial en mi vida. En esos años se definió mi vocación periodística, cursé mi preparación en la escuela Carlos Septién García e hice mis pininos profesionales en el semanario Jueves de Excélsior y la revista quincenal Gente. Como reportero incipiente viví la experiencia del 2 de octubre en Tlatelolco y cubrí mis primeros procesos electorales, fraudulentos por cierto, en Baja California y Durango.
A muchos periodistas nos preocupa el panorama que se presenta para nuestro oficio en el inminente sexenio que este sábado inicia. Esto lo constaté entre los colegas que viajamos a Mérida esta semana como integrantes del jurado de los Premios al Periodismo a reporteros, articulistas y fotógrafos de los medios de información de los tres estados peninsulares, Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Su sucesor le hizo el gran servicio, con su protagonismo e hiperactividad, de tenderle un velo protector que le permitió atravesar los últimos cinco meses de su gobierno con un bajo perfil, en paz, sin acusaciones ni cuestionamientos.
A muchos preocupan las medidas adoptadas o anunciadas por el inminente gobierno de Andrés Manuel López Obrador. A mí me aterra más la incapacidad de una oposición mediocre y desprestigiada que es incapaz de ser un contrapeso político, al menos mediático, a lo que ella misma califica como una amenaza autoritaria y populista contra la democracia y la estabilidad económica de este país.
Apenas regresé a la redacción de Proceso luego de casi cuatro meses de permanecer como enviado de la revista en el estado de Chihuahua, Julio Scherer García me mandó llamar a su oficina de la planta alta de Fresas 13. Agonizaba septiembre de 1986. Nuestro semanario había sido el único medio de alcance nacional en […]
Abróchense cinturones. El tema de la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ha metido al país en un clima de turbulencias no precisamente aeronáuticas. Al pánico inicial de los inversionistas, que se reflejó de inmediato en la caída de la Bolsa de Valores y en una mayor depreciación del peso frente al dólar, siguieron las evidentes contradicciones del equipo de transición del presidente electo y del propio Andrés Manuel López Obrador.
Nada claras están las verdaderas intenciones de Andrés Manuel López Obrador respecto al nuevo aeropuerto de la Ciudad de México (NAICN). Ni siquiera sus más allegados conocen el verdadero objetivo del Presidente electo en esta materia. Han sido constantes sus cambios de posición a lo largo de los dos últimos meses, a pesar de que desde el año 2015, como está documentado, declaró estar convencido de la inviabilidad del proyecto de construir el NAICM en Texcoco.
El refranero mexicano tiene un apartado especial dedicado a la comida.
En la Plaza de las Tres Culturas no hubo aquella tarde una masacre perpetrada por el Ejército Mexicano.
No les bastó el desastre electoral sufrido por su partido en las pasadas elecciones. Tampoco el surgimiento de una fuerza descomunal encabezada por Andrés Manuel López Obrador que tiene ya copados todos los espacios de poder en este país. Ni la acumulación de escándalos en los que han sido protagonistas sus dirigentes y militantes. Los panistas siguen como si nada, en pos de su tajada política, así sea miserable.
“La confusión cunde, en la plaza [De las Tres Culturas] y en la terraza [del Edificio Chihuahua]. Hay gritos, carreras, ruido. Miro a la plaza y veo una dramática desbandada; pero no puedo seguirla presenciando: a nuestras espaldas –ascendiendo por la escalera que yo había utilizado media hora antes– tenemos a numerosos individuos armados con metralletas y pistolas. Visten ropa de civil. Gritan nerviosamente. La confusión es terrible”, dice Francisco Ortiz Pinchetti, en esta crónica del 2 de octubre de 1968.
Basta con que uno comente a familiares, amigos o compañeros de trabajo el ser víctima de un simple resfriado, como es mi caso actual, para recibir a cambio una andanada de remedios infalibles para curar ese mal.
Buena señal envía Claudia Sheinbaum Pardo al colocar como prioridad de su administración el tema del suministro de agua potable para la capital.
Cada año, entre finales de agosto y principios de septiembre, mis padres apartaban una mañana para ir al mercado de La Merced a comprar las nueces para la nogada.