Francisco Ortiz Pinchetti
Bonilla Valdez, un empresario tijuanense de los medios de comunicación de 69 años de edad y oscuros antecedentes, que detenta las nacionalidades mexicana y estadunidense, es amigo muy cercano del actual Presidente de la República.
Desde la cátedra presidencial, niega la historia y la evolución del periodismo moderno, no sólo en México sino en el mundo entero.
En la década de los años sesenta, las cooperativas de ahorro y crédito, bajo el lema de “Por un capital en manos del pueblo”, empezaron a proliferar en pequeñas comunidades rurales y poblaciones medias, sobre todo en la región del Bajío.
Y es que el Río Magdalena es el único “vivo” que queda en una ciudad en la que hubo cincuenta caudales de agua corrientes y sanos, y en la que fueron entubados 83 kilómetros de ríos –tres veces el largo de la avenida Insurgentes– para construir vialidades y evitar inundaciones, lo que a la postre resultó un error garrafal. Y criminal.
La verdad es que todos somos parte del problema. Las ardillas son animales que generan empatía en los humanos y, por lo tanto, muchas veces son alimentadas por vecinos y visitantes.
En un país de enormes carencias sanitarias y nutricionales no es posible festinar el recorte de recursos a instituciones particularmente importantes como son los Institutos especializados de Nutrición, Cancerología, Pediatría, Cardiología, Pediatría, Neurología, Enfermedades Respiratorias, entre otros.
Los hechos, sin embargo, no avalan la supuesta sinceridad de la funcionaria morenista.
Por supuesto que, frente a esa legislación, sería impensable hoy la famosa foto de Nacho López, un verdadero homenaje al piropo.
“Es que tengo mis buscas”, decían. Se use o no la palabrita actualmente, la realidad es que sigue siendo expresión de una lucha cotidiana, a veces ciertamente heroica, de millones de personas en todo el país, independientemente de los vaivenes de la economía nacional hoy sometida por cierto a turbulencias sin cuento.
Con todo respeto, creo que hay que anotarle una “K” invertida al pelotero de Macuspana. En su primera oportunidad al bate se ponchó sin tirarle. Válgame.
Se insiste de nuevo en culpar a los automóviles del problema, como se deduce de la decisión de incorporar ahora a los vehículos con holograma 0 y 00 (los que se supone que menos contaminan) a la prohibición obligada de circular.
Tengo por ahí en la mente imágenes borrosas en blanco y negro de Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, o del propio López Mateos a bordo del tren o arribando en él a alguna población, mientras se escucha la narración en la voz de inconfundible de Agustín Barrios Gómez y las notas de alguna marcha militar.
Más grave que el asesinato de esos individuos arbóreos, como les llaman los especialistas, es el trasfondo del ecocidio, que apunta a un contubernio entre la empresa constructora Fibra Uno y el Gobierno capitalino encabezado por Miguel Ángel Manera (2012-2018), y que ambos pretendieron ocultar: la entrega de una vialidad pública a un consorcio privado para su explotación comercial.
Paradójicamente, además, muchos viven en pocilgas. El porcentaje de viviendas que se encuentran en situación precaria por los materiales de construcción utilizados, resulta mayor entre los albañiles en comparación con el resto de los trabajadores. Alrededor de 26 de cada 100, por ejemplo, vive en casas con techo de lámina o cartón.
Hecha la selección, coloqué los medicamentos vigentes pero innecesarios en una bolsa y los caducados en otra. Entonces me pregunté qué hacer con unos y otros. El destino del primer paquete fue fácil: el dispensario de la parroquia del Espíritu Santo y Señor Mueve Corazones de la colonia Escandón, en la calle Martí. El otro bulto se convirtió en un fardo que tuve que cargar por horas mientras iba de Herodes a Pilatos, como dice el dicho, en busca de un contenedor donde depositarlo.
La desaparición imperdonable del icónico Gran Café de la Parroquia, fundada en 1808 frente a la iglesia de la Virgen de la Asunción, hoy Catedral de Veracruz, fue parcialmente mitigada por el surgimiento de La Parroquia de Veracruz y el nuevo Gran Café de la Parroquia, hace respectivamente 40 y 25 años, en el Malecón del Puerto. Ambos establecimientos, contiguos, que ahora cuentan con sucursales y franquicias dentro y fuera del estado, son sitio de reunión de parroquianos locales y visita obligadísima de turistas.