Dolia Estévez
Tras su arresto aquel gélido 26 de febrero de 2013, Gordillo fue acusada de peculado, delincuencia organizada y lavado de dinero. La PGR dijo que malversó millones de pesos del SNTE para cubrir gastos personales como cirugías estéticas, compras en tiendas de lujo en Estados Unidos y la adquisición de una mansión en Coronado Cays, California, entre otros inmuebles.
Su negro pasado rebasa con creces su retórica nacionalista de hoy. No hay nada en sus escasos años de converso que justifique premiarlo. A estas alturas del juego, es ingenuo esperar una explicación honesta y autocritica. Una disculpa a los agraviados; al pueblo de México.
El prestigiado historiador John Womack, autor del célebre libro «Zapata y la Revolución Mexicana», subestima en esta entrevista el triunfo de Andrés Manuel López Obrador el pasado 1 de julio por no representar a la «izquierda histórica».
Agradecerle a Trump «la buena disposición y el trato respetuoso» mostrados a partir de su victoria fue innecesario. El trato entre jefes de Estado, más aún entre países democráticos, se basa en el respeto mutuo. Es un derecho universalmente aceptado. No se agradece. Se asume. Hacerlo abarata la narrativa. Desde la elección, Trump no ha insultado a México. ¿Por qué, entonces, no agradecerle la suspicaz ausencia de tuitazos?
Washington, D.C.-El debate sobre los 50 lineamientos para un gobierno austero y sin corrupción, se ha concentrado en las propuestas para reducir el personal de confianza y los sueldos de los servidores públicos que ganen más de un millón de pesos anuales. Sin embargo, hay un planteamiento que quizá no sea tan mediático pero que, si se aplica, atestaría un golpe demoledor al sistema de prebendas que cada sexenio produce una generación de parásitos que se nutre de las finanzas de la nación. Me refiero al punto #48:
Washington, D.C.—Andrés Manuel López Obrador dice que no necesita guardaespaldas porque el pueblo lo protege. «El Estado Mayor Presidencial ya no va a estar a cargo de custodiar al presidente… estará al servicio de la Secretaría de Defensa…Me va a cuidar el pueblo”, dijo el presidente electo luego de entrevistarse con Enrique Peña Nieto.
Y es que la perseverancia y osadía de López Obrador son el tipo de cualidades que el mandatario estadounidense respeta. Para Trump, AMLO es un líder fuerte y legítimo.
Washington, D.C.—El domingo, cuando millones de mexicanos acudan a las urnas para elegir a quien dirigirá los destinos del país los próximos seis años, México estará bajo la inquisitiva mirada del mundo. La jornada será reportada, observada y analizada por miles de medios televisivos e impresos, así como por observadores nacionales e internacionales. Y es que a pesar de las garantías de las autoridades electorales de que el fraude no tiene cabida, persiste la sospecha.
Fue un rarísimo retroceso político para un hombre indómito. Ante el torrente de indignación que generó su política de separación de familias, Donald Trump reculó. Firmó un memorando que, mintió, es una respuesta «compasiva» a su cruel decisión de apartar niños inmigrantes de sus padres. Pero no lo es. El memorando no aborda el problema que detonó la crisis: el encarcelamiento de 2,342 criaturas. No dice cómo ni cuando las familias serán reunificadas. Perpetúa la política de abuso infantil. La única concesión es no encarcelar niños por separado sino junto a sus padres. Para tales efectos, ordenó al Pentágono rehabilitar instalaciones militares con capacidad para recluir miles de familias inmigrantes. En agosto podrían llegar a 20 mil.
No hay indicios de que si Andrés Manuel López Obrador gana la elección habrá caos bursátil. Contrario a pronósticos de mala fe, los mercados financieros están reaccionando con cautela, sin pánico. Para Moody’s Analycts, por ejemplo, la «alta» probabilidad de que AMLO gane, presagia riesgos y posibilidades; el riesgo de que AMLO se envuelva en la bandera del populismo y amenace la inversión privada nacional y extranjera; y la posibilidad de que haga lo contrario substituyendo la retórica electoral populista por un modelo económico de libre mercado (Mexico’s Election: The Race for the Presidency, 05/06/18).
En 1987, la CIA temía que el próximo presidente de México fuera de izquierda. Cuando Carlos Salinas apareció por primera vez en el radar en 1984, lo CIA lo describió como político prometedor, partidario de la libre empresa. Tres años después, la agencia dio un giro. «Salinas es un tecnócrata ambicioso y un economista experimentado…tiene buenas conexiones familiares…pertenece a la izquierda del PRI y podría favorecer la estatización de empresas estadounidenses y de las multinacionales», decía el perfil secreto de la agencia sobre el próximo presidente de México (The Washington Post, 16/10/1987).
Para los súper ricos, la vida es un juego en el que el único marcador aceptable es el triunfo. La elección del 1 de julio–en la que Andrés Manuel López Obrador se perfila como ganador—es el juego más arriesgado de sus vidas. Sienten que sus fortunas y privilegios están en peligro. Como tribu bajo ataque, cierran filas. Se protegen mutuamente. Enarbolan la misma causa: impedir la victoria del candidato que según la paranoia colectiva que los acoge amenaza su derecho inalienable a ser ricos. Son los cuatro hombres más opulentos de México cuyas fortunas equivalen al 9 por ciento del PIB (Informe de Oxfam, 01/18/2016). Quieren más. Son insaciables.
Washington, D.C.—Pocos acontecimientos generan tanta expectativa como los debates presidenciales. Reciben la cobertura que recibiría la selección mexicana si se enfrentara al equipo estadounidense en las finales de la Copa Mundial. Pese al alboroto, el impacto de los debates no está probado y, en el mejor de los casos, es limitado y cortoplacista. Son llamaradas de petate.
Especialista en Historia de México y América Latina, el prestigiado profesor John Womak hace en esta entrevista un análisis del momento político que vive el país de cara a la elección más grande de su historia, y afirma que, hasta ahora, en México no hay multipartidismo, pues todos los partidos están hechos a imagen y semejanza del PRI.
En Estados Unidos, los ex presidentes también reciben pensiones vitalicias. Obama, Clinton, los dos Bushes y Carter cobran 207,000 dólares anuales cada uno. En 2017, el Departamento del Tesoro erogó 2 millones 840 mil dólares para esa partida. Sin embargo, el tema no despierta pasiones. Y es que a diferencia de nuestro país, los mandatarios se hacen ricos después de dejar el cargo, no durante el cargo. Elemental.
Amnistiar capos no es inédito en México. Los priistas lo hicieron durante décadas. Bajo sus gobiernos los carteles tenían cancha libre para delinquir con impunidad a cambio de que compartieran el botín y de garantías de relativa estabilidad interna. En la década de los noventa se decía que celebraban reuniones tipo El Padrino para repartirse el territorio y negociar cuotas. Las campañas contra el narco eran simulaciones o saldo de cuentas entre carteles y políticos.