Carlos Vargas Sepúlveda
Es la noche del lunes 20 de abril de 2020. Faltan unas horas para que el Gobierno de México anuncie el inicio de la Fase 3 de la pandemia. Llueve sobre la Ciudad de México. Javier, de 36 años, se aproxima a la ventanilla de un auto estacionado en el semáforo del Eje Central, en la colonia Centro. Lleva entre las manos una caja con chicles y otros dulces. Lo rechazan. Luego corre para tratar de convencer a algún chofer de los que esperan en la calle de Tacuba. Lo rechazan otra vez. Saraí, su esposa, lo observa desencajada frente al Palacio Postal. Intercambian miradas. No se dicen nada. El papel crepé que compraron para hacer flores se moja. Sigue la lluvia sobre la Ciudad de México.
Noé era un morrillo cuando su madre y padre murieron en un accidente. Entonces tuvo que migrar. Viajó de Poza Rica, Veracruz, a la Ciudad de México. En la capital lo recibió la calle, el hambre y la piedra. Lleva 20 años, me dice, sobreviviendo. Hoy no tiene tiempo para temerle al COVID-19, asegura.
Mínimo van a tener que pasar seis semanas más antes de que se vea el amanecer. Si la región en la que vives es disciplinada, tal vez salgas a mediados de mayo. Pero si habitas en sitios en los que la curva no se mantenga aplanada, las puertas se te abrirán hasta el 30. Mínimo seis semanas.
“Nos estamos preparando para algún tipo de estrés postraumático colectivo. […] Todo el mundo en Wuhan padece algún tipo de trauma», dijo Liu Xianlang (seudónimo), veterana psicóloga, a El País. El 10 de abril, la declaración fue compartida por Macarena Vidal Liy en el diario español. Ese mismo día, autoridades mexicanas señalaron que en los días de aislamiento no es suficiente cuidarnos del COVID-19, también es necesario fortalecer el cuerpo y la mente. ¿Cómo? Haciendo ejercicio, comiendo bien, durmiendo, sacando el alcohol y otras sustancias nocivas de la dieta. Yo agregaría una más: leyendo o escuchando al otro. Es precisamente lo que intenté al pedir que mis compañeras y compañeros de trabajo me compartieran qué era lo más complicado para ellas y ellos en este escenario atípico. Y sí, leerlos me hizo bien.
“Cerrajero 24 horas”, decía el anuncio. No especificaba si también aplicaba durante la Fase 2 de la contingencia por el COVID-19, pero aun así marcamos. “300 pesos por abrirnos la puerta”, señaló el receptor. Pues va, ni modo. Para ese momento Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, ya hablaba frente a periodistas. Era sábado y, ante todo pronóstico, había mañanera. Para colmo, Porfirio Muñoz Ledo había amenazado con publicar una carta en El Universal y la teníamos que checar. Dos posibles notas principales en sábado por la mañana, y Juan Pedro y yo estábamos en la calle. La llave nos falló. Pinche llave.
“¿Te gusta Linkin Park?”, le pregunté. Respondió que sí, respondió que claro. En la última semana habíamos conversado mucho. Sobre tonterías, obvio. Esa noche, la del sábado 4 de abril, le recordé que se no había tomado una Coca-Cola bien fría en días. Lo tenté a que saliera de su encierro. Me pidió que no lo sonsacara. Luego me preguntó si la noche le robaría una hora de sueño. Le dije que sí, ni pedo. Salvador entonces apagó la luz y se fue a dormir.
“¿Cómo ve lo del virus?”, le pregunto a Efraín. “¿Lo del pinche coronavirus ese? No cierto. Es pura farsa”, me responde. El hombre dice que si se llega a enfermar, tratará de comprar una hierba para curarse. Él es de los miles que no pueden ir a casa, pues no tiene una. Entre las mejores almohadas que puede hallar se encuentra el concreto en la periferia del Zócalo y la madera pintada de verde en la Alameda Central de la Ciudad de México. ¿Paredes que lo protejan? Las que se tope en el día. En la noche, asegura, buscará un lugar oscuro para meterse. Se dormirá sin lavarse la manos. Se dormirá con el estómago lleno de alcohol.
“El corazón de tu mami dejó de latir”, me dijo la doctora. “Vas a poder entrar a verla, sólo colócate una bata, guantes y cubrebocas”, agregó. Obedecí y caminé hacia el espejo. Me lavé las manos y luego fui hacia la cama en la que mamá había estado los últimos días. Recuerdo que toqué su mano. Recuerdo que estaba fría. El color de su rostro había cambiado. Era noviembre de 2013. Desde entonces evito los hospitales. Si no me equivoco, en los últimos siete años fui unas tres o cuatro veces. Y es que ahí, en los nosocomios, regresa esa herida.
No es posible determinar todavía qué fue lo que ocurrió exactamente con el tren que se desplazó en reversa e impactó a otro que se encontraba en la estación Tacubaya del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, señaló Claudia Sheinbaum Pardo, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, durante la madrugada de este miércoles 11 de marzo. Antes se deberá llevar a cabo un protocolo de investigación, indicó.
Andalusia K. Soloff, Marco Parra y Anahí H. Galaviz conjuntaron sus talentos para contar con viñetas el ataque a normalistas de Ayotzinapa que terminó con la desaparición de 43 estudiantes, la muerte de tres más y dejó decenas de familias en espera de justicia.
Los gobiernos de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa intentaron inclinar la balanza a favor del Cártel de Sinaloa. Eso provocó que grupos criminales contrarios se armaran hasta los dientes y comenzaran una cruenta guerra que dejó miles de muertos y miles de desaparecidos en México, señala la periodista Anabel Hernández García.
Más de tres décadas después de que fuera creada por iniciativa de la Universidad de Guadalajara, miles y miles visitan a las editoriales, escritores y artistas que conforman la Feria Internacional del Libro en la capital de Jalisco.
Hay gente que piensa que México es un paraíso para la diversidad sexual, pero la realidad es otra: las mujeres trans, por ejemplo, todavía viven mucha discriminación, señaló Sofía González, quien dirigió el documental Las disidentes.
Gilgardo López Astudillo, conocico como “El Cabo Gil”, ordenó trasladar y ejecutar a los estudiantes de Ayotzinapa en el basurero de Cocula, refirió la Procuraduría General de la República de Enrique Peña Nieto.
Durante décadas, el Estado mexicano intentó de esconder los fantasmas para evitar que se convirtieran en cadáveres, pero en la realidad actual esos espectros tienen la oportunidad de dialogar, señala Fritz Glockner, escritor, historiador y periodista poblano.
En la Ciudad de México los criminales dejaron de respetar a los inocentes. O es lo que parece después de que anoche abrieran fuego a diestra y siniestra contra las personas que se encontraban en un puesto ambulante en una calle de la colonia Doctores.