Alejandro Calvillo
En el “nutriwashing” las corporaciones de la chatarra que dominan gran parte del mercado mundial de alimentos con productos con excesos de azúcares, grasas, sal y una gran cantidad de otros “ingredientes cosméticos” (colorantes, saborizantes, endulzantes, texturizadores, etc) se presentan como si estuvieran preocupadas y actuando a favor de la salud.
No solamente vivimos una pandemia por la COVID-19, esta viene a sumarse a una epidemia de obesidad y diabetes y a un escenario en que el cambio climático avanza con graves consecuencias en todos los ámbitos.
Llegó al poder en el momento que el sistema económico global había llevado al planeta a su sexta extinción de especies, en que el calentamiento global mostraba el inicio de sus devastadoras consecuencias, cuando la riqueza alcanzaba su mayor concentración en un número reducido de personas y corporaciones globales, cuando los organismos de Naciones Unidas llamaban a enfrentar estas catástrofes en todos los ámbitos: ambientales, sociales y económicos.
No somos cómplices de la destrucción, somos víctimas de una realidad sistémica y de quienes la han construido. Sin embargo, de no hacer nada para esta regeneración del planeta y la sociedad, nos convertimos en sus cómplices.
. Esta es una condición para enfrentar el hambre, la desigualdad, para la protección de la salud, para contribuir a la mitigación del cambio climático y para la regeneración de la tierra.
El reto que tenemos enfrente requiere de cambios de paradigma, de lo contrario solamente se estará reproduciendo un sistema que lleva irremediablemente y aceleradamente a la destrucción de la salud y el planeta.
Sí, el dopaje de la comida chatarra ha llevado a la epidemia global de obesidad y diabetes en el mundo, el dopaje del tabaco ha provocado la muerte masiva de 7 millones de personas cada año, el del alcohol se lleva a 3.3 millones de personas anualmente y el de las redes sociales y los videojuegos está provocando epidemias de depresión y déficit de atención en niños y adolescentes, y cada vez más en adultos.
No será posible un cambio de raíz si no reducimos, a través de regulaciones, la disponibilidad de productos no saludables y aumentamos la asequibilidad a alimentos saludables.
Es increíble ver cómo las estrategias de estas corporaciones son las mismas que aplican contra las políticas de salud pública. Son totalmente semejantes a las desarrolladas por la industria del tabaco, del alcohol, de la agroquímica, etcétera.
Si el documental La Corporación fue clasificado como uno de los mejores del siglo XX, sin duda, el documental The Social Dilemma es ya uno de los más importantes de estos primeros 20 años del siglo XXI. The Social Dilemma, estrenada hace unos días en Netflix, presenta la profunda preocupación de expertos que participaron en […]
Las administraciones anteriores, los exsecretarios de salud que ahora demandan acciones específicas para atacar la pandemia, tienen una fuerte responsabilidad en no haber actuado frente a las epidemias de obesidad y diabetes y en el desmantelamiento del sistema de salud pública.
La perversidad de estas empresas no queda en la negación del daño de su producto solamente, también está en el uso de ANPRAC para llevar a cabo ataques personales en comunicados oficiales contra académicos de institutos nacionales de salud y contra miembros de organizaciones de la sociedad civil que proponen políticas de salud pública que afectan sus ganancias.
Explotando la predilección genética por sabores dulces y por la combinación de esos sabores con la grasa y/o la sal, las grandes corporaciones han diseñado estos productos y penetrado hasta los rincones más alejados del planeta con el fin de generar consumidores de por vida, con el fin de moldear sus gustos.
Productos que hemos dejado de consumir a cambio de la ingesta de productos chatarra y bebidas endulzadas.
Basta ver los modelos de vida que se presentan en la publicidad, los modelos de personas, los modelos de ropa, los modelos de comida, y con qué valores se asocia el consumo del producto: la felicidad, la juventud, la aventura, la riqueza, las posesiones, la sexualidad.
El interés principal de estos grupos políticos-corporativos no es la pandemia, es volver al poder.