Alejandro Páez Varela
@paezvarelaA los opositores de López Obrador no les va a gustar esta argumentación, pero tampoco le va a gustar a sus simpatizantes que les diga que los niveles de aceptación son poca cosa.
Y la pregunta más que obvia es quién le pone ese cascabel al Ejército. ¿La DEA? ¿El Departamento de Justicia?
Esos corruptos del más alto nivel de poder en México, que son los impulsores de la guerra.
¿Qué vende Calderón, entonces? Vende un solo producto. Vende a su esposa para la Presidencia en 2024.
Es cierto que hay mucho odio en el ambiente. Pero no es nuevo. Es como los que hablan de un “nuevo ambiente de polarización” en el país. Pfff. Ven sin ver.
Eso, viniendo del poder, ¿no es una forma de censura?
Enumerémoslos, otra vez: un deschavetado; un expresidente que ha-disfrutado-toda-su-vida-adulta-del-dinero-público y está hambriento de poder; un puñado de don-nadies. Y muchos que, de tan chamuscados, no se distinguirían si se suben en bola a un templete.
Con un poco de decencia, con un poco de honestidad –que no han mostrado hasta hoy–, Margarita y Felipe deberían entender que quizás sea momento de buscarse un empleo; uno digno.
Hay una parte de la historia que no se ha contado bien, del todo: esas compras se hicieron por medio de una cartera de inversión. Esa cartera se forma en automático cuando se solicitan esas compras. Y la maneja la Secretaría de Hacienda.
El Presidente está ante la oportunidad de demostrar que si se trata de corrupción, todos parejos.
La RAE define paradoja como “hecho o expresión aparentemente contrario a la lógica”. Una situación o una expresión que viola el sentido común.
Lo que tengo grabado con cincel es al viejo llegando de madrugada, tumbándose en la cama, casado, con los zapatos puestos y a mi madre o a uno de nosotros desabrochándole las agujetas.
Tenemos que hablar de coronavirus, pero también, cuando se les pase la euforia, tenemos que hablar de corrupción.
Hay aciertos y hay errores. Y tratar de castigar el esfuerzo o ver sólo lo que nos gusta es de fanáticos.
Eso sienten. Pero sobre todo, que pega sin tener necesidad. Que riñe sin tener necesidad. Aplican lo de “para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”.