Alejandro Páez Varela
@paezvarelaPero algo se ha perdido de 2018 a la fecha. ¿Por qué? Sus adversarios son exactamente los mismos y tienen exactamente las mismas tácticas que aplicaron por años contra él, y a veces les funcionó hasta que ya no: en 2018 se veían desorientados, perdidos. Y AMLO en control de sus dominios. Ese López Obrador de 2018 era la mejor versión de sí mismo.
País más terrible: semanas antes, un golpe militar de Estado; y después, coros a la libertad de ciudadanos hasta altas horas de la madrugada.
¿Carmen Aristegui es el enemigo público número 1, como pareciera que lo es para las redes sociales?
Los opositores se envalentonarán, porque sólo así recuperarán el palacio. Creerán que el sitio agotó los recursos detrás de la muralla, y lanzarán animales muertos para esparcir enfermedades. El lópezobradorismo, ¿está preparado?
¿Qué es Movimiento Ciudadano? En resumen, yo digo que es un vaso que se vende como “de frutas” y que trae gomitas, un Gansito y todo flota en Coca Cola. Mañana tendrás diabetes pero por ahora, ¡Palazuelos, Samueles y Marianas para todos!
Vargas Llosa dice que Ernesto Zedillo es el más grande demócrata de todo los tiempos, pero en México hay otra idea sobre ambos, muy distinta.
“[Ricardo Monreal] no es del PRI pero no lo descarten; no es de MC pero tiene un pie allí; no es del PRD pero lo tienen de aliado. No es del PT pero el PT ha sido de él. Y es de Morena. Y en Morena se entiende, por sus propios mensajes, que no lo es tanto”.
Lorenzo Cordova y los otros consejeros aliados llevan tres años defendiendo sus salarios y prestaciones; volvieron esa lucha su lucha más simbólica por la ‘independencia del INE’ y de la ‘independencia del INE’, dijeron, depende la democracia mexicana.
La izquierda debe ofrecer resultados a los grandes problemas nacionales; debe atreverse y hacer puestas cada vez más agresivas. Como fuerza social no puede atenerse únicamente a lo que haga el Presidente López Obrador, porque seis años son pocos y una Nación requiere de proyectos de largo aliento.
Hay un pleito por los destinos de la Nación y muchos creen que en ese pleito se puede todo, incluso la mentira.
El problema de las élites intelectuales es que la soberbia les ha hecho creer que son la Historia o que, al menos, de ellas emana la Historia.
La élite intelectual podrá verlos como una escalera para tirar un Gobierno que detesta, pero, ¿fue buena su idea de unirlos en una sola cosa que ni siquiera tiene explicación (o justificación) ideológica?
El Presidente tiene un bono de aceptación popular bastante bueno, incluso histórico. Y puede utilizarlo para profundizar los cambios que se plantea, claro. Pero también, cada vez con mayor urgencia, debe canalizarlo en tres retos impostergables: inseguridad y pobreza.
Ámbar de Chiapas, la matanza de Acteal, Slim, un palacete en Tánger, dictadores árabes, intelectuales, joyas, euros, asesinatos de Estado, Ernesto Zedillo y otros expresidentes. Y López Obrador. Esta sopa tiene un solo sabor: a socialismo obrero, muy español…
La oposición como un todo ha caído en un círculo vicioso, una espiral, un bucle eterno en el que critica… y se ve obligada a guardar silencio.
Y luego, Salinas dio un paso inteligente: vincular la “modernización” entre comillas del país con la apertura democrática; aparentar que la creación de los órganos electorales independientes era suficiente para garantizar elecciones limpias, primero, y luego hacer creer que el impulso democratizador venía del Estado y era parte de las reformas estructurales que él mismo había impulsado.