Alejandro Páez Varela
@paezvarelaLas élites en México están, sí, lastimadas; de todas las adicciones la peor es la del dinero. Se entiende. Pero no están acabadas y van a patalear.
La pregunta parece simple: ¿qué sigue? La respuesta honesta sería: reconocer derrotas y errores, y a partir de allí plantearse una ruta a futuro. Pero no, no lo harán. Son demasiado arrogantes para aceptarse vencidos. Dios no tiene un plan B: ¿por qué ellos (intelectuales, académicos, periodistas, medios y una élite empresarial), que se le parecen tanto, tendrían un plan B?
Si son inteligentes, y creo que lo son, los empresarios detrás de Equis González y las élites intelectuales reflexionarán qué sigue para ellos.
El ejemplo del PRI podría bastar a cualquiera. ¿Por qué querría Movimiento Ciudadano unirse al bloque opositor si todos los partidos en esa alianza (PRI, PAN y PRD) han perdido y dos de ellos van hacia su extinción? ¿Unirse para quedar reducido, en apenas unos años, a bagazo?
«El gran problema de este país, como vemos, es un virus que infectó a la política: la simulación. Simularse de izquierda, simularse solidario y simularse afín a los pobres; simularse demócrata, simularse buena ondita y simularse libertario. Porque simular ha sido el más grande negocio de nuestros tiempos. Esa élite se ha comido el pastel completo simulando que es por el bien de todos».
Dentro del movimiento del Presidente se tiene muy claro que habrán, desde afuera, intentos por provocar esa ruptura. Para estos actores externos es tan valioso un desgarramiento interno en Morena como la selección misma de su candidato.
En política es claro que ese odio se alimenta de frustración y envidia porque una condición para que él llegara a la Presidencia es que otros fueron derrotados.
No tienen evidencia y no importa. En el barullo no importan las verdades porque nadie entre ellos está para probar que son mentiras. Las mentiras circulan sin obstáculos; les nublan la vista y les dan una mala perspectiva (como la foto que provoca un ensayo sobre la torre inclinada). Y luego, en la siguiente elección, se preguntan por qué perdieron.
El partido de Dante Delgado todavía está estirando los tiempos para ver si suma a otros, si se fortalece más y negocia con el PAN desde una posición mejor. Y es que sí tendrá una posición mejor después de las elecciones de 2023. Y no es porque vaya a ganar algo: es porque el PRI, la segunda fuerza electoral dentro de Va Por México, perderá casi todo en dos años.
El bloque opositor y sus aliados llegarán muy mermados, ciertamente, a 2024 –si todos los pronósticos se cumplen–. Pero echarán toda la carne al asador antes de que se agoten las brazas que todavía brillan. Y el lopezobradorismo, a su vez, perderá a su gran activo ese año: el Presidente López Obrador.
“Piensa, Alejandro del futuro, en todo el dolor que pudimos evitar si la Revocación de Mandato hubiera estado años antes. Y piensa también en todo el dolor que evitaremos en los años por venir si defendemos esta consulta y cualquier consulta”.
El próximo domingo iré a votar y voy a decirles esto: ni siquiera lo haré por López Obrador; por mantenerlo o no en el poder. Ya está en la Presidencia y tiene buenos niveles de aceptación. Lo haré pensando en el pasado.
Yo sé que muchos aborrecen cada palabra de un texto que, a su manera de ver, “pobrecitea” a la gente o a una persona. Son los que creen que a los más desamparados no se les debe tratar así, con cierta comprensión.
A Gertz le quedan poco más de seis años al frente de la Fiscalía. ¡Seis años más! No se ha gastado ni un tercio del tiempo para el que fue designado y a la vez ha tenido tiempo suficiente para demostrar lo que debía a ser demostrado.
La idea de un Gobierno de izquierda en México fue una ilusión que flotó por más de un siglo en éter, y mientras estuvo allí fue conveniente para muchos. Familias y pueblos sufrieron; mujeres y hombres pagaron con su vida sólo para que se mantuviera viva la posibilidad.
Cuando el General Josip Broz Tito muere, en 1980, reyes, jefes de Estado y ministros de izquierda y derecha cruzaron hacia Yugoslavia a despedirlo en un funeral pocas veces visto. El mismo Tito lo había previsto así. Pero por desgracia nadie pensó en la Yugoslavia que vendría después de él.