Alejandro Páez Varela
@paezvarelaHabría salido si fuera un llamado para hacer vibrar al Estado de México; si fuera una convocatoria ciudadana y apartidista para asaltar la cueva de los ladrones entre todos; para terminar con el nido de impunidad, de robadera y de falta de transparencia.
No tengo por qué creer, pues, que ahora velará por los intereses de los mexicanos. No tengo datos que me lleve a esa conclusión. Lo que tengo por cierto es que ha sido un gobierno malo, poco confiable, pésimo para la estrategia, lento para responder, muy corrupto. Eso tengo. Por desgracia.
A Trump le deberemos muchos favores aunque nos los haga por la mala. Desenmascara a los hipócritas como Canadá; nos ha mostrado que no debemos confiar en Trump y que el camino que llevamos, en 25 años de TLCAN, no era el correcto.
Cuando Taft se fue, los hombres de Porfirio Díaz desmantelaron las columnas, que eran falsas. Se las llevaron o se los robaron, y dejaron otra vez esa ciudad con sus calles pelonas.
Cuatro (que pueden ser ocho) años con el agua hasta la coronilla, tratando de contener la respiración, intentando sobrevivir al sátrapa anaranjado que a estas alturas ya nos tomó, con permiso de todos ustedes, por sus pendejos.
Por qué no encierran a Carlos Romero Deschamps, a César Duarte, a Javier Duarte, a Rodrigo Medina, a Roberto Borge, a Jorge Herrera, a Egidio Torre, a los Moreira. Por qué no encierran a toda la bola de saqueadores, desvergonzados, hijos de su madre.
¿Nosotros, los ciudadanos, hemos tocado fondo? Depende de quién responda. Los 55.3 millones de mexicanos en pobreza, sí; pero otros no.
En pocas palabras: nos hicieron el favor de endeudarnos hasta el copete y nos hacen el favor de prestarnos “sus obras”.
Digo esto: hay poca esperanza de que el Gobierno federal, el PAN, el PRI o el PRD digan algo de las deudas ocultas. ¿Por qué?, pregunto otra vez: porque todos están involucrados.
Creo que la señora Zavala nos debe explicaciones. Muchas. Debe dejar de hacerle al ensarapado con su 3 de 3, para empezar, porque no la ha presentado (como también la periodista Flores expuso hace algunas semanas). Y luego debe decirle a la gente qué papel jugó en el gobierno de su marido.
Millones sufren angustia y desesperación y, en un acto impresionante de insensibilidad, la familia presidencial toma distancia de ellos para decir que están hechos de otra cosa. Que son distintos. Que las penurias de los mexicanos no es su penuria; que las ofensas contra los mexicanos no son ofensas para ellos.
Si hubiera algo de vergüenza y dignidad, Miranda mismo renunciaría. Pero no: se quedará allí porque sí, porque puede. Y qué.
No pasará nada que no hayamos visto: nos podrán la pata en el pescuezo como lo han hecho en el pasado. Nos convencerán para que pongamos en venta los árboles de aguacates; nos convencerán para que les vendamos el zócalo de la Ciudad de México porque “está mal administrado”. Y allí, en el corazón de nuestro “orgullo nacional”, pondrán un basurero. O un estacionamiento.
La verdad es que Carlos Salinas de Gortari se quedaría flojo. No sería más que un pobre diablo frente a Calderón, si Calderón logra concretar lo que, se dice por todas partes, se propone. Salinas duró una década y poco más en el exilio; no pudo hacer más. Sí, movía fichas; pero, aunque quisiera con toda su alma, no logró extender su mandato, como quiere Felipe Calderón.
Con Trump o sin Trump, México camina, hoy mismo, por una cuerda delgada. El PRI la volvió a hacer, y nadie parece enterarse o interesarse por nada.
“Mías son las llanuras que pisaron mis ancestros. Míos son los chamizos y las nogaleras, los algodonales y los pinares; míos son los atardeceres rojos y morados y violeta y amarillos. Mía es esta tierra, blanda o dura, y yo soy de ella”, dice el escritor y periodista Alejandro Páez Varela en este ensayo que recuerda “los años del hambre”, las deportaciones masivas de la década de 1930.