Alberto Ruy-Sánchez
Algunos tratan de averiguar lo que esconde la palabra, lo que sin más huele a gato en ella.
Adelantado a su tiempo, el gato adivina cosas
que sucederán muy pronto. El futuro en él germina
muy adentro y se apresura.
En invierno, la ventana lo hace vivir más por dentro. Este gato, cuando duerme, es casi una llamarada.
El gato es como el deseo, posesivo y tenaz, pero también fugaz e independiente.
El tiempo, como los gatos, se aleja sistemáticamente de las trampas que le tendemos para medirlo, celebrarlo, contabilizarlo, mirarlo pasar atado.
Los órganos del cuerpo se transforman continuamente bajo los efectos poderosos del deseo. Y las manos deseantes y deseadas nunca dejan de cambiar y ser cada vez más ellas mismas.
Si es cierto que las manos nos delatan, estas son protectoras, cariñosas, inteligentes, pero…
Mi gato ha cambiado tanto que parece más mi gato y menos lo es, al mismo tiempo. Lo bueno es que no promete, es y ya lo que es.
Garabato repetido, ligereza nada opaca. El sol parece cegarla, es más bien iluminada. Entra en trance decidida.
«Parecen ojos pero son otra cosa. Los llamamos así por no tener otro nombre. Los ojos del gato son cosas tan poderosas que siguen siendo un misterio».
El misterio de los gatos, su lenguaje secreto, no se detiene cuando duermen. Tal vez, al contrario, se multiplica.
Los gatos dejan huellas de muchas maneras, incluyendo las huellas de sus sueños. Algunas veces, por sus huellas podemos adivinar cómo nos ven.
Todo se vuelve lenguaje en el aire de la depresión. Una realidad opresiva convierte a las cosas en discurso apabullante.
En el desierto, un cementerio sencillo que va devorando la arena. El olvido es una duna implacable y lenta.
La coreógrafa Tatiana Zugazagoitia bailó el poema «Decir es desear» llevándolo tatuado en su cuerpo. Y lo incluyó en su adaptación de «Elogio del insomnio» que presentó en varios foros. Ha sido un privilegio emocionante formar parte de sus proyectos coreográficos.
Lo que sucede semi dormidos pertenece al reino del delirio y parte de él es creer que estamos despiertos.