En tanto que los precios de la electricidad siguen subiendo en Europa, expertos explican la relación estrecha del gas natural con el coste de la energía eléctrica.
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Madrid, 18 de febrero (The Conversation).– Los altos precios de la electricidad llevan varios meses en el centro de la opinión pública del mundo y particularmente en Europa. Las enormes variaciones al alza que se han venido registrando desde el primer semestre de 2021, y que prometen acentuarse a medida que avance el invierno, amenazan la estabilidad general de precios de la región.
Esta subida puede empujar a situaciones de pobreza energética en hogares vulnerables, empeorar aún más la situación de los consumidores que ya la padecen y llevar a la quiebra a pequeñas y medianas empresas.
Gran parte de la explicación de tal encarecimiento de la electricidad se halla en los máximos alcanzados por los precios europeos del gas natural. Precios impulsados, a su vez, por una mayor demanda efectiva en el continente al dejar atrás los peores momentos de la pandemia, y por una oferta de gas natural de países exportadores como Rusia, que se ha quedado rezagada por razones geopolíticas.
SUSTITUTO Y COMPLEMENTO
El gas natural tiene una relación compleja con la electricidad ya que es, a la vez, un sustituto y un complemento de la energía eléctrica. A veces usamos gas para cocinar o calentarnos en invierno y otra veces electricidad, luego son sustitutos. Pero también usamos gas para generar electricidad. Esto último es lo que hacen las centrales térmicas de ciclo combinado, cuya tecnología de generación es mucho menos eficiente que aquella basada en fuentes renovables.
Bajo el actual sistema europeo de fijación de precios en el mercado eléctrico, cualquier sobrecoste del gas natural empleado por las centrales térmicas se traslada fuertemente al precio de la electricidad que pagan los consumidores finales. Y se traduce, por ejemplo, en beneficios económicos inesperados para las hidroeléctricas y nucleares, que no enfrentan tales sobrecostes.
Estudios recientes del grupo de investigación que lidero en la UOC alumbran la compleja relación entre los precios de la electricidad y los del gas natural. En la Figura 1, tomada de Uribe et al. (2021), se muestra la ratio entre el efecto de una subida del gas natural sobre la electricidad cuando la electricidad está cara, y el mismo efecto cuando la electricidad está barata.
ALTA SENSIBILIDAD AL PRECIO
Analicemos el caso de España, que tiene una ratio igual a 6.1. Este número resulta de dividir el efecto que tiene el precio del gas natural sobre la electricidad cuando el precio de la electricidad es relativamente alto (que es 4.9) sobre el efecto cuando la electricidad es barata (alrededor de 0.8).
Un número tan alto significa que España es mucho más sensible ante las subidas del gas natural en mercados de altos precios en la generación eléctrica que en mercados con precios bajos. O, en otras palabras, significa que el efecto de un incremento en el precio del gas natural es muy volátil y se mueve junto con el precio mismo de la electricidad.
Todo esto configura una fuente de inestabilidad para el mercado eléctrico español. Italia y Holanda soportan una mayor transmisión de los precios del gas natural a los precios de la electricidad porque su matriz de generación eléctrica depende mucho más del gas, en comparación con España. Pero España y Portugal son los países de la muestra en los que el efecto de una subida del precio del gas natural sobre la electricidad cambia de forma más dramática de acuerdo con el precio mismo de la electricidad.
BAJA, PERO NO TANTO
Una implicación más sutil, y ciertamente poco optimista para el consumidor de electricidad español, aparece si pensamos más detenidamente.
Si concedemos que los precios bajos de la electricidad generalmente están asociados con periodos en los que dichos precios están cayendo, mientras que los precios altos aparecen cuando la tendencia es al alza, este 6.1 implica que el efecto del precio del gas natural sobre el de la electricidad se transmite más al alza que a la baja. O, en otras palabras, que cuando los precios del gas natural caen la reducción esperada en los precios de la electricidad es mucho menor de lo que lo es el incremento cuando los precios del gas natural suben.
La implicación natural de todo esto es que en España no se debe esperar que la factura de la luz baje en el futuro tanto como subió el año pasado, aun si los precios internacional del gas natural se redujeran a sus niveles anteriores. Si tenemos en cuenta la incertidumbre en la estimación y los diferentes modelos que se pueden utilizar para calcular la ratio presentada en la Figura 1, el precio de la electricidad solo bajaría entre un 16 y un 33 por ciento de lo que subió.
INTEGRADOS Y DIVERSOS
Estos resultados nos alertan sobre la necesidad de mejorar el mecanismo de formación de precios en los mercados eléctricos europeos. Aunque el modelo de subasta es, en general, el mismo para todos los países, hay variaciones considerables en la transmisión de los precios del gas natural a los de la electricidad.
El mercado eléctrico peninsular tiene, de lejos, las ratios más altas y debe avanzar hacia políticas públicas que permitan proteger a los consumidores eléctricos más vulnerables que estamos observando hoy y que probablemente se observarán con mayor frecuencia en el futuro.
Además, se muestra necesario transitar hacia un sistema eléctrico europeo más integrado (entre países) y más diversificado (entre fuentes de energía). Una opción sería seguir el ejemplo de integración transnacional y de generación con base en fuentes renovables de los países pertenecientes al Nord Pool, que presentan las ratios más cercanas a uno dentro de la muestra (como Noruega, Finlandia, Suecia o Dinamarca) y, por ende, una relación entre electricidad y gas natural más estable.