La escalda del conflicto Rusia-Ucrania ha acarreado cientos de sanciones por parte de gobiernos y empresas, lo que pone cerca del precipicio la economía del Kremlin. Sin embargo, aún busca sostener una posición de manejo de la situación respondiendo a los castigos por parte de Occidente.
Ciudad de México, 13 de marzo (SinEmbargo).- Con el paso de los días la invasión rusa a Ucrania se ha elevado, pero al mismo tiempo lo han hecho las sanciones impuestas por occidente, tanto por parte de gobiernos como de empresas transnacionales, por lo que el riesgo de que el Kremlin pueda declararse en bancarrota «ya no es improbable»; mientras el Presidente Vladimir Putin intenta aliviar la tensión y la economía local con recursos de respuesta a los castigos, siendo la más reciente la de una posible «nacionalización de las multinacionales«, lo cual es visto por analistas como poco factible.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo la tarde del 10 de marzo que Rusia podría verse expuesta a la bancarrota debido a la duración de la guerra y de las sanciones, así como la posibilidad de que éstas se endurezcan más y afecten a las exportaciones de energía. Al mismo tiempo, éstas serán las directrices que definan la magnitud de la recesión económica en la que entre el país.
«La bancarrota de Rusia ya no es un evento improbable […] No voy a especular sobre lo que puede suceder o no, pero sólo quiero decir que no hablemos más del incumplimiento de pago de Rusia como un evento improbable», dijo la directora del Fondo, Kristalina Georgieva en un encuentro digital con varios medios de comunicación internacionales en el que alertó de que la economía rusa ya se está contrayendo y se aboca a una recesión profunda este mismo año.
La directora del FMI expuso que las sanciones implementadas han provocado una contracción abrupta de la economía rusa, llevándola a una «profunda recesión» en la que la depreciación del rublo impulsa al alza la inflación y reduce sustancialmente el poder adquisitivo y el nivel de vida de la gran mayoría de la población rusa.
Spoke with @SaraEisen about the economic fallout of war in ??: most terrible for #Ukraine, very bad for Russia, and spillovers to the rest of the world that could see us downgrade our global growth projections next month. For more listen here: https://t.co/XJuaQk7cDn
— Kristalina Georgieva (@KGeorgieva) March 11, 2022
La doctora Marta Ochman, internacionalista e investigadora de la Escuela de Ciencias sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, explicó a SinEmbargo que la forma en la que Rusia caería en una bancarrota es si declara el impago de su deuda exterior, lo cual sería posible ya que no tiene acceso a las divisas de reserva del Banco Central Ruso que están en el extranjero, porque han sido congeladas.
«En Rusia hay escasez de divisas, para las empresas también hay falta de éstas, los bancos rusos también tienen congeladas las reservas de los países que impusieron las sanciones, evidentemente EU, que el dólar es la moneda principal de reserva, pero también euros. En el caso de China no hay sanciones, pero evidentemente eso es insuficiente. Lo que consideramos con bancarrota es que Rusia diga que no puede pagar su deuda externa y eso implicaría para todos los inversionistas que tienen inversión, bonos y acciones del Gobierno ruso, pues grandes pérdidas, de por sí ya han perdido porque todas éstas están a nivel de bono basura», detalló la doctora en entrevista con este medio.
«Uno puedo esperar que pase la guerra, el conflicto, que la situación se normalice y esos bonos se recobren un poco, pero la cuestión es que Rusia no tiene acceso a las reservas para pagar su deuda y no puede emitir una deuda nueva porque no hay quien la compre, considerando que ahorita está a nivel de bono basura», agregó.
Sin embargo, la especialista adelantó que Putin no declarará una bancarrota como tal, ya que eso significaría una derrota para Rusia, por lo que «lo más probable es que anuncie un impago de deuda a gobiernos y empresas de occidente como una contra medida a las sanciones».
«Sí, es altamente probable que Rusia tenga que anunciar que no va a pagar la deuda, pero lo enmarcará en un discurso no de necesidad, sino de una forma de contra sanciones hacia el occidente, es decir que no va a estar pagando».
En esa misma línea, recientemente el mandatario ruso comenzó a considerar una «nacionalización» de las compañías internacionales que han impuesto castigos a Rusia, como una forma de Moscú pueda superar las consecuencias de las sanciones.
El Presidente ruso advirtió de que puede gestionar los activos de las empresas extranjeras que abandonan el país y que está cumpliendo sus obligaciones de suministro de recursos energéticos a Europa y otras parte del mundo, entre ellas, Starbucks, McDonalds, Coca Cola, Netflix.
Putin señaló que Rusia puede gestionar los activos de las empresas extranjeras que están cesando sus operaciones en Rusia o abandonando el país como respuesta a la invasión de Ucrania, según dijo en una reunión con miembros de su Gobierno recogida por las agencias rusas. En primer punto señaló que no se cerrarán con ningún socio extranjero, pero que con aquellas compañías que van a cerrar sus plantas de producción el Gobierno debe actuar decididamente.
La doctora Ochman consideró como algo imposible que las empresas extranjeras puedan «nacionalizarse», ya que una cosa es quedarse con los activos y la infraestructura de las compañías (e incluso obligar a aquellas que tienen acciones en las extractoras de petróleo a vender éstas), pero otra cosa es que pueda igualar la producción de las mismas. La tarea de Rusia tampoco sería sencilla de manejar, pues aunque pretende seguir con la operación de las empresas que ya ejercieron sanciones, difícilmente lo lograría ya que las cadenas de suministros están rotas y no se cuenta con las inversiones para continuar produciendo.
«Sí sería una estrategia de fortalecer la imagen de Putin en respuesta a las sanciones y de protección a su población, aunque muchas empresas sí han tomado medidas para proteger el empleo. Aún así, hay daño y no suficiente protección porque es un problema de cadenas de impacto, por ejemplo todos los pequeños proveedores de Rusia para estas empresas. Entonces, Rusia lo puede hacer, pero evidentemente no significa que va a tener estas empresas productivas o que podría salvar el empleo de estas personas. […] Francamente pensando en empresas de alta tecnología, de servicios o financieras pues evidentemente esas empresas tienen el éxito que tienen por su marca, por su prestigio, y si cambia el nombre de éstas pues no tendrá el mismo éxito. No es tan fácil. Es una economía sumamente compleja», dijo la internacionalista.
En el caso de las empresas de alimentos, el camino no precisamente es la salida del territorio ruso, sino el freno de venta en algunos de sus productos mientras continuan con la operación y distribución de otros que se consideren esenciales. Un ejemplo de ello es la postura que tomó PepsiCo, que anunció que dejaría de distribuir algunos de sus refrescos más emblemáticos, pero que continuaría con la producción en una planta de lácteos de la que dependen alrededor de 60 mil empleados, contando a los agricultores y ganaderos.
«Finalmente las empresas lo hacen por su imagen, por lo que la sociedad dice al estar indignados con esta guerra, pero en el mismo sentido pueden justificar cierta presencia. Por ejemplo la cadena de supermercados francesa que dijo que no nos vamos a retirar para no fomentar una crisis humanitaria entre la población rusa. Si es más fácil decir ‘no voy a distribuir películas, no voy a distribuir tenis de marca’, porque no son de primera necesidad, pero en sectores relacionados con alimentación o fertilizantes o medicinas, es más difícil salir y lo pueden justificar», recalcó la investigadora Ochman.
Pese al cerco que ya figura alrededor de la economía rusa, la mayor probabilidad apunta a que la guerra no termine pronto, según la internacionalista, pues Rusia no está en disposición de negociar hasta no mostrar una bandera victoriosa a su población. Es decir, aunque para el Kremlin ya no sea costeable la guerra, para Putin ya es la única forma de supervivencia, porque es una decisión que él respaldó y sostuvo.
«La prioridad para el Gobierno es legitimar esta guerra en ojos de su propia población y eso implica este discurso nacionalista. Después de decir todas estas mentiras, de decir que fue el occidente quien atacó, que es una guerra defensiva, que no es contra Ucrania, sino contra las potencias occidentales que quieren eliminar la cultura y la civilización rusa, entonces Putin no puede cambiar de discurso y decir ‘nos retiramos y fue un error'», apuntó.
Para que el conflicto cese, Rusia debe al menos tomar la capital de Ucrania en su poder, o «instaurar un Gobierno marioneta», pero ninguna de las dos opciones provocarán el levantamiento de sanciones de Occidente. Al mismo tiempo, para EU y Europa el conflicto no parará hasta que se declare a Ucrania como aún un país soberano y autónomo.
«Lo más viable, pero no será a corto plazo, es que haya un cambio de liderazgo en Rusia. No significa que para tener un país democrático abierto, sino más bien entre las mismas elites afectadas por estas sanciones tomen la decisión de promover el cambio en el poder, porque mientras más escala Putin, tanto la táctica militar como el discurso que culpabiliza a occidente de esta guerra, más difícil es para él realmente entrar en negociaciones serias. Ellos siguen en lo mismo, no hay voluntad de negociar por parte de este equipo de Rusia. Lo otro sería un tipo de mediación por parte de China, aunque no veo que pueda proponer, en el sentido de que Putin pueda presentar ante su población una imagen de victoria al mismo tiempo que Occidente pueda decir que la guerra terminó y que Ucrania continúa siendo un país soberano, son posiciones totalmente incompatibles», remarcó Marta Ochman.