Un duelo épico se dará cita en las semifinales del Abierto de Australia; Federer – Nadal, por un lugar en la final

23/01/2014 - 1:30 am
Foto Ausopen
Foto: ausopen

Ciudad de México, 23 de enero (SinEmbargo).- Roger Federer está de regreso. Para el bien del tenis mundial, un gigante adormecido ha levantado la cabeza para recordarle al mundo su legado. En cuartos de final, el fino suizo eliminó al escocés Andy Murray, con toda su estela victoriosa por haber ganado el año pasado Wimbledon. Como en antaño, en los mejores días de su carrera, Roger puso sobre la pista la intensidad natural de su juego, pero sobre todo el nuevo suplemento añadido. El subir a la red la ha dado puntos clave en esta nueva faceta. Hastiado de lo vivido en 2013, cambió hasta raqueta. El aviso de que volvería a retomar el camino, quedó claro en el suelo caliente de la noche en Melbourne. Ahora, un capítulo ilustre de los últimos tiempos, se volverá a repetir.

Bajo la atenta mirada de Stefan Edberg, puso en marcha el plan de juego que viene realizando desde el inicio del torneo. Con parciales de 6-3, 6-4, 6-7 y 6-3, Federer se impuso a Murray en tres horas y 20 minutos de un intrépido nivel. “Él empezó jugando un gran tenis pero pude responder y hacer esto competitivo”, declaró Andy sobre el cuarto set donde se impuso en el tie break. Sin embargo, lo que el entrenador sueco le ha impuesto al suizo, fue mucho más que el servicio eficaz del británico. Roger subió a la red en 66 ocasiones, ganando 49 puntos en esas visitas. Un aspecto vital que marcó diferencia, ante el estilo conservador de Murray, pegado a la línea de fondo desde donde ha construido su exitosa carrera.

“Andy jugó muy bien, mantuvo la pelota en juego y la presión sobre mí (…) pero me mantuve siempre positivo. Tengo mucha más confianza que el año pasado, y eso es muy satisfactorio para mí”, analizó Federer sobre el partido en el que para muchos ha confirmado un regreso esperado por millones de melancólicos que lo vieron construir la carrera más grande en la historia de la ATP. Edberg, un especialista en saque y volea, le ha provocado a su pupilo una reconversión desde los cimentos. Esos donde su pelo largo volaba cuando impetuoso se acercaba a la red mostrando los dientes en señal de valentía. Después moderó su estilo con esa agresividad como eje e hizo historia. Hoy, esa mezcla le ha dado nuevos bríos.

Tras superar a la próxima gran figura del Abierto Mexicano de Tenis, en semifinales espera un viejo conocido, para fortuna de toda una generación. Rafael Nadal tiene ampollas en las manos, pero ni eso ha detenido al jugador más en forma del circuito. El balear espera al nuevo Roger, mientras el público rememora cada capítulo glorioso del pasado donde el deporte blanco trascendió cualquier adjetivo conocido para convertirse en una lucha noble entre dos seres insuperables. Opacado por el ranking tras el desastroso 2013, esta vez la batalla no será por coronarse sino por ganarse un puesto en la final del primer Grand Slam del año. Un combate simbólico en la antesala estelar, de donde saldrá el gran favorito para ser campeón de Australia.

“¿Rafa? Será muy duro. Hemos jugado partidos épicos en los últimos años y tuvo un regreso espectacular el año pasado”, declaró sobrio Federer. Disminuidos por el ajetreo climático de Melbourne, dos sobrevivientes llegan a semifinales para aumentar la intensidad y el nivel que se ha visto en las canchas rápidas australianas. Será un capítulo más de una de las confrontaciones más importantes en la historia del deporte. Australia se quedó sin campeón reinante, pero le regaló al mundo un combate épico. Roger llega rejuvenecido, Rafa arriba como siempre, sin importar cualquier inconveniente. El deporte blanco sonríe.

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