Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo).– Representativo social, el futbol goza del reconocimiento de millones de aficionados. Vínculo constante para escapar de una realidad, no muchas veces acorde a lo que muchos soñaron. La pelota ha servido para unir al planeta cada cuatro años con lo que todos conocen como Copa del Mundo. A lo largo de los años, las gradas se han llenado de mensajes ideológicos, sabiendo que el marco será presenciado por una innumerable cantidad de personas. La FIFA entendió pronto que su labor tendría que ir mucho más allá de organizar eventos deportivos. Con gran visión, una serie de campañas en contra de ciertos lastres humanos fueron lanzadas para concientizar a la numerosa afición.
El racismo es un problema latente a pesar de las constantes campañas dentro y fuera del terreno de juego. A través de la bandera del “Fair Play”, las aficiones van entendiendo cada una de las posturas políticas alrededor del futbol, con incidentes aún marcados en ciertas partes del mundo. Otro problema es el recurrente recuerdo que algunas personas hacen referente a un capítulo oscuro de la humanidad. El nazismo es una palabra recurrente en la educación mundial para que aquello no se vuelva a repetir. Sin embargo, algunos asistentes a los inmuebles pasionales donde la pelota rueda, han tenido que ser señalados para erradicar el problema. Mientras las miradas de la autoridad se fijaban en el apoyo popular, el mensaje que se busca erradir ha salido algunas veces de la cancha.
Josip Simunic
Mientras Croacia entera respiraba aliviada, el defensa central del Dynamo Zagreb tomó el micrófono después de un partido arduo en lo mental y fácil en lo futbolístico. Una potencia emergente en el mundo de la pelota tuvo que ir hasta el repechaje, en la difícil eliminatoria europea. Islandia fue el rival, al menos en la práctica. El equipo que dirige Luka Modrik en el verde césped, superó sin apuros en dos partidos al representativo del norte de Europa. Cuando la gente fervorosa no dejaba de alentar, un espigado y duro defensor sentenció su participación mundialista gracias a dos frases repetidas por el estruendoso público presente.
“Za dom” (Por el hogar), dijo el futbolista; “Spremi” (Listos), respondió una voz fuerte compuesta por el estadio de Zagreb. La consigna, repetida en varias ocasiones, corresponde a un conocido lema de los “ustachis”, reconocidos fascistas pronazis durante la Segunda Guerra Mundial. Tras una queja impuesta por el propio gobierno croata, la FIFA tomó cartas en el asunto considerando que este acto “ofende la dignidad de un grupo de personas por razón, entre otras, de su raza, religión o lugar de nacimiento”. El jugador fue suspendido 10 partidos, no solo de la cancha, sino para ingresar a cualquier inmueble donde se juegue un compromiso avalado por el máximo organismo.
Mark Bosnich
El Tottenham Hotspur es un club afincado en el norte de Londres con gran presencia de judíos en su afición. En un barrio donde en los últimos años salieron a la luz conflictos raciales, el recinto White Hart Lane se alza con orgullo de una comunidad, mientras el equipo fue creciendo tras deambular en la medianía de la tabla. En 1996, la Liga Premier gozaba de una salud envidiable, demostrándole al mundo que el hooliganismo había quedado atrás de una nueva faceta empresarial de alto vuelo, sin descuidar el verdadero espectáculo en cancha. Sin embargo, ante el panorama de crecimiento, un arquero provocó un revuelo por un gesto que enfureció a propios y extraños dentro de Inglaterra.
Mark Bosnich nació en Australia, un dato relevante después de conocer la historia de un aquero que supo defender la casaca del poderoso Manchester United. Antes de eso, pico piedra en el Aston Villa con el que llegó a la casa de los Spurs para disputar un partido más de la mejor liga mundo. La grada local coreaba el nombre de su ídolo alemán: “Klinsmann, Klinsmann!”, gritaban. El australiano alzó el brazo estirado, simulando el saludo Nazi. “Solo quiero decir que fue algo que hice desde mi ignorancia. Para mí fue una broma, estoy muy arrepentido”, declaró este año sobre ese episodio. Mark escribió una carta pidiendo perdón, recibiendo una multa de mil libras.
Pavel Horváth
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Durante 1996, una generación checa maravilló a toda Inglaterra en medio de la Eurocopa que estaban organizando. El volante del Slavia de Praga fue uno de los muchos que maravilló a la primera plana del futbol europeo, con esa elástica roja que sucumbió ante la siempre favorita Alemania. De aquel equipo surgieron nombres para el recuerdo como Nedved, Poborsky o Berger. Horvarth probó suerte en Turquía y en Portugal, pero fue siempre en casa donde se sintió más cómodo para desarrollar su talento. En 2007, con 32 años, su nombre le volvió a dar la vuelta a las primeras planas como en aquellla Euro inglesa, pero ahora el motivo era muy distinto.
El Sparta Praga ganaba 4-0 frente al Viktoria Zizkov, de mucha menor transcendencia en el país del este de Europa. Pavel vestía la camiseta blanca del cuadro de la capital. Faltando un minuto para el final del partido, la afición local comenzó a entonar canticos raciales en contra de los visitantes. El experimentado jugador se acercó hacia la grada haciendo el gesto nazi dos veces con su brazo derecho bien extendido, desde la interpretación posterior del comité disciplinario encargado de investigar el caso. Horvath se defendió siempre, diciendo que su intención era calmar el mensaje racial de sus propios aficionados. Al final, tuvo que pagar una multa de 7.250 euros.
Paolo Di Canio
Un italiano de mote distinto desfiló por la capital romana y por Inglaterra. Paolo Di Canio nació en 1968 para ser un genio con la pelota. Incapaz de mostrar una sonrisa sin el ceño fruncido, fue parte de una generación milanista que hizo vibrar a la pelota. De su talento se esperó mucho mientras avanzaba su carrera. Fue su fuerte temperamento el que le cerró las puertas de la élite más grande. Incapaz de doblegarse, fue uno de los primeros italianos llegados a la Inglaterra, suelo prometido de un nuevo futbol.
Admirador de Benito Mussolini, se declaró fascista después de ser multado con 10 mil euros tras realizar el saludo emblemático del dictador italiano. El futbolista, venerado por la parte radical de la afición de la Lazio, se defendió siempre de las constantes acusaciones raciales. “ Estamos en democracia y yo estoy muy orgulloso de ser romano, así que festejé el gol con el saludo romano, como lo hacían Marco Antoni y Adriano, 2000 años antes de Mussolini”. Defensor constante de la ideología, pero no del dictador, fue premiado en el 2001 con el Premio FIFA Fair Play tras negarse a anotar un gol con portería vacía cuando el arquero rival estaba lesionado en el suelo.
Giorgios Katidis
En su pelvis tiene tatuado “Get rich or Die Trying”, nombre del disco del rapero 50 cent. Giorgios Katidis arruinó su trayectoria internacional con la selección griega. A sus 20 años, le mostró al mundo lo desconectado que puede estar un futbolista dentro de su burbuja provocada por la excesiva fama. Miembro del AEK de Atenas, un partido de raíces socialistas, celebró un gol con el saludo nazi después de quitarse la camiseta. El descontento masivo partió de la cancha, recorriendo la tribuna e inundando las redes sociales. La foto del joven con la mirada fija y seria, fue portada internacional.
En medio de una época de crisis financiera que ha azotado a Grecia, con la ebullición de partidos de ultra derecha aprovechando el desconcierto, un joven que en un principio se defendió diciendo que no sabía el significado, sufrió un castigo severo para su prometedora carrera. “En el marco de las competencias de la Federación, decidimos la exclusión de por vida del jugador de todas las categorías de la selección”, así se presentó el comunicado desde la dirigencia griega. Giorgios jugaba a gran nivel en la Sub-21, y algunos lo visualizaban en los grandes del continente