Ciudad de México, 17 de diciembre (SinEmbargo).– El insoportable dolor de espalda, lo hizo retirarse de la actividad tenística en septiembre. Tres alejado, en el que ha sido su mejor año en el circuito. La ATP, promotora de emociones, no respeta las pausas prolongadas sin importar si son obligadas o placenteras. El volátil ranking va representando meramente la actualidad de los atletas inmiscuidos. Este verano, antes del punzante dolor final que le obligó a meterse a un quirófano, conquistó un torneo distinto. Para los británicos, Wimbledon es una joya donde aún se hacen respetar algunas de las más viejas tradiciones del torneo blanco. Murray fue un hijo patriota, olvidando que nació en Escocia.
Pasaron 77 años para que un tenista local volviera a celebrar en la yerba sagrada del All England Club. Consciente de la cita importante, sobre todo después de un año de coronarse campeón olímpico en ese mismo escenario, previamente se retiró de las arcillas de Roma y Roland Garros. Ganar en casa era su principal objetivo, mientras el dolor seguía acrecentándose, volviéndose crónico. Así lo hizo frente a una grada repleta en presencia y emociones frente a quien era el 1 del mundo. Novak Djokovic no pudo ante la presión social en la que se convirtió la cancha. Murray se dejó tomar por el empuje, coronándose con su gesto bravío al terminar el partido. Por eso, a pesar de sus constantes ausencias en el tour, la BBC lo ha distinguido como el mejor deportista del año.
Murray recibió el galardón ante la aprobación británica. Criticado durante mucho tiempo, incapaz de hacer valer sus condiciones en Wimbledon, incluso era llamado escocés en forma despectiva por algún sector de la prensa dura. Todo eso se olvidó de un día para el otro cuando. Nole sucumbió ante el ambiente volcado hacia el hijo mimado de la isla. Andy se coronó en inconscientemente dirigió su mirada al palco de prensa desde donde habían salido los dardos más punzantes. No alzó los brazos, imagen típica del vencedor en momentos de gloria, sino que terminó por dejarse envolver finalmente por esa afición motivadora. El momento significó un gran alivio, y en este fin de año un, un premio con tintes nacionales.
El británico pasará año nuevo en Miami. Tras operarse la espalda, se prepara para un 2014 que comienza fuerte desde los primeros días de enero. En Australia se juega el primer Grand Slam con un clima de temperaturas altas, contrario a todo lo que conoce el Occidente por estas épocas del año. Andy pasa el tiempo entrenando y escapando a la playa cercana. La ciudad del sur de la Florida, ofrece la comodidad del primer mundo, así como las condiciones climatológicas parecidas a las que vivirá en un par de semanas. Un 2013 marcado por un triunfo rimbombante, con un dolor que no lo dejaba disfrutar del todo, son ya cosa del pasado. De su raqueta volverá a salir la única respuesta a la prensa británica que espera paciente cualquier tropiezo.
En medio de una lucha encarnecida por la cima del ranking entre Rafael Nadal y Novak Djokovic, Andy no pretende quedarse atrás con sus aspiraciones intactas. Es junto a Roger Federer, los mayores atractivos para ambientar el tour dándole pelea al duopolio armado por un español y un serbio. A punto de cumplir 27, entra en la etapa madura de un atleta donde no es es veterano pero todos esperan que sea un experto después del camino de grandes millas recorrido. El tenis, deporte loable y de suma caballerosidad, no hace pausas en su andar. Consciente de la memoria corta de su profesión, el premio recibido lo ha guardado en casa, junto con el recuerdo para establecer la consolidación que tanto desea.
Ubicado un escalón por debajo de los dos atletas dominantes, Andy regresa sano con la obligación de mantener el ritmo que impondrán los que compiten por la cima. El All England lo espera impaciente para que repita la hazaña del pasado verano. Antes tendrá que pasar por la temporada de cancha rápida y de arcilla para llegar a la estación donde la superficie de yerba hace que la pelota bote con una rapidez milimétrica. El arduo camino hasta la fecha pactada, es un reto para un jugador al que le falta la consistencia para entrometerse en esa lucha entre dos. Con Federer mucho más cerca del retiro, la obligación desde su reciente palmarés hacen que Andy Murray se olvide la gloria pasada y de los galardones recibidos. El tenis exige como nadie, recompensando, igual como nadie, a quien lo logre entender.