Ciudad de México, 16 de diciembre (SinEmbargo).- “Soy el hombre más importante de la Tierra, después del Papa”, declaró en 2005 José María Del Nido, cuando el Sevilla comenzaba a ganarse el respeto europeo con su presidente alimentando la previa y el post partido cada que el conjunto andaluz tenía una cita deportiva. Políticamente incorrecto, se posicionó como uno de los personajes más emblemáticos en España. Mientas su equipo lucía en el rectángulo verde, él caminaba con aspavientos de grandeza con esos ojos bien abiertos. Abogado de profesión, litigó fuerte en la industria del futbol ibérico para hacer respetar el nombre de la organización que representaba. Después de 11 años como máximo dirigente, ha renunciado a su cargo por una condena a siete años de prisión.
Antes de acaparar las portadas deportivas con sus frases memorables, un joven ambicioso Del Nido comenzaba a construir su propio nombre para alejarse de la estela de su padre, también abogado reconocido en Sevilla. En tiempos tristes marcados por la dura transición de una dictadura hacia la prometida democracia, el ascenso social de José María se vio beneficiado por estar en el bando fuerte en aquella situación de inestabilidad política. Después de graduarse de la carrera de Derecho, puso un bufete de abogados siempre ayudado por el bienestar económico proveniente del bolsillo de su padre. Gracias a los contactos familiares, ingresó en 1986 a esa órbita del futbol. Con 29 años forma parte de la directiva del conjunto sevillista, mientras seguía fungiendo su profesión.
El Tribunal Supremo español ha condenado a Del Nido por “la malversación de 2,86 millones de euros en el caso Minutas”. Durante 1999 y 2003, el ahora expresidente del Sevilla se unió a una camada corrupta en Marbella que hizo historia. La condena ratifica lo que una Audiencia en Málaga impuso en 2011. Durante dos años, un personaje que se creyó intocable, defendió su nombre declarándose constantemente inocente. El legista vivió un momento clave que cambió el rumbo de su vida en 1994. Diego “Cholo” Simeone fue vendido desde el cuadro andaluz con dirección al Atlético de Madrid. Del Nido conoce a Jesús Gil, presidente del cuadro colchonero y alcalde de Marbella. La relación entre ambos personajes, en principio profesional, se convierte en una amistad que daría mucho de qué hablar.
En 1995, el Sevilla vive un episodio oscuro en su historia. Acusado de irregularidades administrativas, desciende por decreto a Segunda B. Del Nido sale del club, muy distinto de como cuando entró. Los contactos que ha hecho lo convierten en un abogado atractivo para cualquier organización. Gil, que no lo ha olvidado, lo llama para que se haga cargo de un meollo que empezaba a darle dolores de cabeza. Sin un abogado que lo defienda, tras despedir a José Luis Sierra, abogado de toda la vida, José María Del Nido es contratado para representar al Ayuntamiento marbellí ante los inspectores del Tribunal de Cuentas que empiezan a darse cuenta de las anomalías en los números del erario. A pesar del intento, Jesús Gil es inhabilitado, siendo destituido de su cargo y Julián Muñoz lo reemplaza, quedándose con el ambicioso defensor.
En 480 documentos, donde se detalla la malversación de los recursos, la inocencia del abogado se sepultó tras pasar de ser un simple trabajador a ser parte de la organización corrupta que el mandatario del Atleti armó durante los cuatro periodos en los que gobernó el Ayuntamiento de la paradisiaca ciudad andaluza. “El exregidor (Julián Muñoz) y el abogado José María del Nido empobrecieron el erario municipal con el pretexto de efectuar encargos de servicios de asistencia jurídica con omisión de los más elementales principios de toda actuación administrativa”, dicta la sentencia. Con la acusación tan contundente, los brazos firmes de Del Nido cedieron ante la presión social y gubernamental en tiempos de crisis económica mayúscula en España. Fueron 79 facturas y cuatro pagos irregulares que dieron en total la suma acusatoria. Las labores por las que se cobró eran tareas simples que podrían ser encargadas a cualquier miembro de la administración. Del Nido regresaría al Sevilla con muy poco de abogado, enriquecido por su fama de fiel trabajador.
“Me he equivocado porque he hecho daño al Sevilla”, dijo con tono triste en su despedida pública de la presidencia del club andaluz. En la calle había cerca de 250 aficionados con pancartas, clamando contra él. Dentro de las instalaciones del club, el primer equipo, la cantera y miembros del cuerpo técnico eran parte de la escenografía ante un hombre que tendrá que pagar sus errores tras las rejas. Cuando arribó en 2002, prometió mantener las cuentas sanas y ganar títulos. Bajo su mandato, el club andaluz ganó seis títulos pero sobre todo la consolidación deportiva. Dos Copas UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de España y una Supercopa de Europa, es el recuento final de éxito deportivo en 11 años. Ventas multimillonarias de jóvenes talentos, alimentaron las arcas mientras él se dejaba ver en los palcos de los estadios manoteando para después dar declaraciones superlativas. “Hemos creado las estructuras para que el Sevilla resista duro el embate”, declaró con su voz firme, y se marchó.