Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).- Contrariado por la realidad tan distinta a lo que había profesado con su boca, Brandon Ríos conoció de guante vivo el por qué Manny Pacquiao es considerado por muchos el mejor boxeador de los últimos tiempos. En el Oriente del mundo, una fiesta glamourosa tan habitual por estos lares del planeta, puso en frente a dos pugilistas distintos. Tanto que la diferencia se vio reflejada en el rostro desfigurado del norteamericano.
“Lo voy a retirar”, se atrevió a decir Ríos previo a la pelea. Mientras el mundo esperaba el retorno de un gigante caído. Manny tiene lo de siempre en las piernas movedizas, pero sobretodo en el golpe certero como de un francotirador paciente con mucho temple. Brandon no solo se quedó con las ganas de darle una despedida dolorosa al Pacman filipino, sino que probó uno de los mejores rituales artísticos y espectaculares en la historia del boxeo. No hubo duda, ni reclamación posible. Un maestro venció con autoridad a uno que soñó, pero no despertó.
Pacquiao ha vuelto a un sendero victorioso que transitó durante mucho tiempo. A sus 34 años sepultó todas las dudas en el ambiente tras aquel golpe magistral de Juan Manuel Márquez en su rostro. Aquel día, Manny cayó fulminado, para que millones de televidentes se angustiaran con la desesperación de su esposa imposibilitada de llegar junto a su marido abatido en férreo combate. Manny subió al ring, vio a Ríos, pero lo único que le interesaba era reafirmar su nombre, el que tanto le ha costado.
De mirada triste y fija, como de costumbre, el filipino hizo de un combate una clase multitudinaria de cómo hay que boxear. Entre movimiento y golpe, Brandon fue de a poco apagándose como si de una tortura se tratara. Manny trabajó como de costumbre, hilando otra más de sus proezas, sin el premio del nocaut. Los que esperaban una sorpresa se quedaron esperanzados, sin ni siquiera la posibilidad de que el combate tomara otro rumbo del que desde un principio se estableció.
Coraje tuvo mucho un envalentonado Brandon Ríos, sabiendo que su tercer pelea fuera de Estados Unidos, era un trampolín único en su carrera que otros tantos peleadores hubiesen querido tener. Pero las agallas no son suficientes para Manny exigente de estar a su altura. Como en los viejos (no tan alejados) tiempos, el Pacman lució su mejor versión. “Siento que he regresado”, declaró al final del combate, seguro de que había callado muchos rumores sin sentido sobre un posible retiro.
“No sentí tanto su poder, pero sí su velocidad”, afirmó Ríos, visiblemente afectado por los golpes certeros de un boxeador trascendental. Ahora, el futuro provoca delirios en los aficionados. Antes del duelo soñado frente a Mayweather, se espera que pasen por delante Timothy Bradley o Juan Manuel Márquez. El mexicano ya ha dejado claro que no piensa volver a pelear en Las Vegas donde se ha sentido estafado. Manny ha vuelto, y México podría ser la nueva sede entre el ya tradicional combate entre Márquez y Pacman.